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Siempre tendemos a pensar que un proceso de cambio debe ser rápido, porque pensamos que la rapidez es algo que da ventajas.

El que da primero da dos veces siempre nos ha acompañado en el ámbito coloquial, pero las prisas no son buenas cuando hablamos de cambio, si lo queremos hacer bien.

Y la soledad tampoco. La primera tentación en este momento, con la crisis a nuestro alrededor, es la de tomar decisiones rápidas y para eso lo mejor es no consultar a mucha gente y ser muy ágil en cada acción que tomemos para proteger el negocio y las personas, y esperar a que lleguen tiempos mejores.

Error. En nuestra iniciativa #adelántatealfuturo os hablamos de la diferencia entre adaptarse y transformarse, y por supuesto, ya estaremos de acuerdo que las prisas no siempre son buenas.

No es lo mismo rapidez que velocidad. Y especialmente en términos de cambio. Yo prefiero ser veloz que rápido.

¿Creéis que es lo mismo? No. Si eres rápido, recorres una distancia, la que sea, en poco tiempo. Lo importante es que el tiempo sea corto, que lo que hagas lo hagas muy pronto, en muy poco tiempo.

Es más importante que parezca que te muevas que el sentido que le das al movimiento. Lo importante es moverte y hacer muchas cosas en muy poco tiempo.

Claro, aunque algunas de ellas sean irracionales o unas sean contrarias a las otras. Es decir no importa tanto hacia donde te mueves, lo importante es que te muevas mucho en muy poco tiempo. ¿Ya lo pillas?

¿Y velocidad? Pues consiste en pasar de un punto de origen a uno de destino, en un tiempo determinado. En la velocidad es igual de importante tanto la dirección que tomamos, porque el punto de destino lo hemos determinado previamente, como el tiempo que nos lleva llegar al destino.

Por eso yo prefiero ser veloz en un proceso de cambio, porque tengo claro hacia dónde quiero ir, no haré nada que no vaya en esa dirección, y además elegiré una buena velocidad, mejor si además puede ser constante, para llegar a mi destino. Ahora sí que lo has pillado, seguro.

Dicho esto, ¿cómo cogemos velocidad en un proceso de cambio?

Muy fácil. No vayas sólo, ve acompañado. Hay un proverbio africano, que hizo suyo Steve Jobs cuando dijo: si quieres ir rápido ve sólo, si quieres llegar lejos, hazlo en equipo.

Como ya hemos dicho, la primera tentación será tomar decisiones muy sólo y muy rápido, pero eso no hará más que lanzar ideas contradictorias y nada priorizadas en una hoja de ruta que ni siquiera has trazado antes.

Para coger velocidad en un proceso de cambio, y llegar muy lejos, no sólo más allá del final de esta crisis, sino mucho más allá, dándonos cuenta de los cambios en la economía y en la conducta de nuestros consumidores que nos permitan asegurar nuestro futuro post-crisis, debes acompañarte de buenos embajadores del cambio.

¿Quiénes son los embajadores del cambio? Son un grupo de personas que forman parte de tu organización, independientemente de su ubicación dentro de tu organigrama, que tienen la capacidad de entender bien la naturaleza de lo que está pasando, gente en la que tú confías, y sobre todo personas en las que muchos otros confían.

Ellos han de ser los que discutan y debatan contigo, hasta hacerlo propio, el propósito del cambio y el destino al que quieres llegar.

Ellos te ayudarán a acertar con el lenguaje a emplear y con la actitud a mantener durante el camino, especialmente cuando comuniques al resto de personas el propósito del cambio al que te enfrentas, su importancia y su trascendencia.

Y si es necesario, ellos serán quienes lo comuniquen de manera tranquila y pausada, especialmente si tú estás en una situación tensa y precipitada.

El resto de la organización debe convencerse gradualmente, para que tu velocidad en el cambio sea constante, y es a través de estos embajadores como lograrás, con sencillas palabras, con actitudes naturales en ellos, con cercanía con todas las personas, que los nuevos hábitos, los nuevos métodos, las nuevas tecnologías, el nuevo modelo de negocio, incluso los nuevos valores, vayan calando poco a poco.

Es como una esencia, un perfume, que va impregnando poco a poco a cada persona hasta sentirse cómoda con ella, pero llevada a cada persona por aquel o aquella que más le influye, aquel o aquella en quien más confía.

Los embajadores son los transmisores del mensaje, pero también la guardia pretoriana que protege el mensaje, protege el propósito del cambio.

Cree en él, lo hace suyo, y lo protege frente a los obstáculos que, de manera natural, porque todos somos personas y nos cuesta cambiar, irán apareciendo por el camino.

Por tanto, si quieres coger velocidad, que sea constante, y que te lleve pronto muy lejos, mucho más allá de lo que ahora, las prisas, la ansiedad, la incertidumbre, incluso el miedo, te está llevando, acompáñate de buenos compañeros de viaje, y crea una poderosa coalición con ellos. No te fallarán.

Manuel Muñoz, Director de Desarrollo de Negocio de Equipo Humano.