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Las palabras humanismo digital son un buen reflejo de la evolución que en las últimas décadas están experimentando las organizaciones, las personas y las sociedades impulsadas por las innovaciones tecnológicas.

Los avances TI han permitido una apertura, extensión y democratización de la información desconocida hasta ahora. Un acceso al conocimiento de proporciones universales, lo que entronca directamente con la recuperación del talento como el gran activo a cuidar, difundir y promocionar. Los departamentos de Recursos Humanos y Gestión de Personas han sabido verlo hace ya algunos años. El binomio personas y tecnología, tecnología y personas es ya indisociable en nuestros días.

Por eso no es vano ni baladí hablar de humanismo digital. Para SICROM, algo que comparto totalmente, éste no es un concepto marketiniano, pasajero o que esté de moda. Al contrario, tiene una gran carga de sentido, debe vertebrar la acción en el día a día de las organizaciones, otorga una impronta a todo el que lo pone en práctica que impacta de lleno en su reputación, en su código ético y genético.

En otros campos como, por ejemplo, la educación, el humanismo digital ya lleva tiempo ocupando un lugar central. ¿Pero ocurre lo mismo en las empresas? ¿Cómo puede aplicarse a su actividad?

Todavía hoy son muchas las empresas que ven la tecnología sólo desde su vertiente técnica. Algo que es consecuencia de esa especie de “halo mágico” que las innovaciones producen en las personas y, por extensión, en las organizaciones. Una visión de la tecnología que la convierte en un fin en sí misma. Sin embargo, la transformación digital, la rapidez con la que se suceden los avances exige un cambio radical de esta visión.

Para SICROM la tecnología tiene que actuar como un instrumento que facilite la consecución de los fines y objetivos de las empresas. Ser artífice de su éxito gracias a su contribución al mejor desempeño posible de las personas que las integran. Y es en este sentido en el que el humanismo digital cobra su verdadera razón de ser.

En una era en la que el talento y lo digital han firmado una alianza sin marcha atrás, no tiene ninguna lógica que los departamentos TI cumplan aún una misión exclusivamente técnica, de soporte del resto de áreas de las empresas, sin entrar a conocer o formar parte activa de sus objetivos generales, de su planificación estratégica.

Debe ser todo lo contrario: los responsables TI tienen que asumir cada día más su importante papel en el éxito de las organizaciones. Y, por eso, han de adquirir nuevas capacidades y conocimientos con el fin de saber qué valores y preocupaciones mueven a las personas en sus empresas. De modo que los recursos TI estén alineados tanto con los objetivos marcados por la organización, como con las personas que finalmente serán sus usuarios.

Estoy absolutamente convencido de que las empresas que tendrán éxito y perdurarán serán aquellas que caminen en esta dirección, que se preocupen por cómo se practica el humanismo digital en sus distintos departamentos. O lo que es lo mismo, en cómo se pone la tecnología al servicio de la organización. Aquí reside el éxito de todas las grandes tecnológicas de nuestros días: poner la tecnología a trabajar para mejorar la vida de las personas.

Visión que compartimos de pleno en SICROM.

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Cristian Cantizano Jiménez. Business Development Director