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Estamos rodeados de pantallas y de mensajes pero la última tendencia tecnológica aún está por llegar. Estamos hablando de los dispositivos wearable, una nueva generación de dispositivos –relojes inteligentes, gafas, pulseras– que se caracterizan por ser tecnologías que se llevan puestas, al igual que una prenda. Prácticamente forman parte de nosotros. Estas tecnologías ofrecen una oportunidad única para las empresas que quieran acercarse a sus clientes. Nunca una empresa ha podido empatizar tanto con un cliente.

En este contexto más de uno ya ha visto cómo estas tecnologías pueden ayudar a que la experiencia del cliente mejore sustancialmente tan sólo implementando unas pequeñas medidas. Un caso muy práctico es el de las aerolíneas que se han percatado de que los smartwatches son un dispositivo idóneo para los pasajeros a la hora de presentar en el aeropuerto de turno la tarjeta de embarque. De este modo se dejaría de lado esos nervios de última hora por haber olvidado el papel físico en casa o por haberlo confundido con el último ticket de la compra. Algunas de las compañías que han dado un paso adelante en este sentido han sido Iberia, Vueling o la alemana Air Berlin. Un simple movimiento de la muñeca para mostrar el código de barras y estaríamos listos para volar.

Lo cierto es que la demanda de este tipo de dispositivos está aumentando a un ritmo increíble. En el informe Predicciones 2014, un estudio anual que realiza Deloitte acerca de las tendencias en materia de tecnología, se apunta que a nivel mundial se venderán este año diez millones de dispositivos wearable. Una quinta parte corresponderá directamente a los relojes inteligentes.

Pero el gran hándicap con el que cuentan estos aparatos es que pueden ser usados en contextos totalmente diferentes para fines radicalmente variados. Podemos pasar de las posibles aplicaciones a la hora de coger un avión a un parque temático con tan solo un poco de ingenio. Walt Disney ha puesto en marcha un proyecto muy ambicioso para dotar a los visitantes de sus siempre divertidos parques de atracciones de una pulsera inteligente que indique cómo evitar las colas de espera, qué lugares son los más destacados y que, asimismo, sirva como herramienta de pago en las tiendas y restaurantes del complejo. Todo un arcoíris de facilidades para que cada vez sea más sencillo divertirse. Asimismo, los smartwatches también han llegado a las estaciones de esquí. En este caso muestran a los esquiadores las condiciones climatológicas o información acerca de los telesillas.

Como hace ya un tiempo comentábamos con el big data, este tipo de dispositivos no tienen exclusivamente aplicaciones comerciales, sino que también pueden repercutir positivamente en la sociedad en su conjunto. ¿Imagina que un paciente de un hospital pudiese dar un aviso y el médico se enterase inmediatamente de la urgencia a través de una vibración en su reloj? ¿No sería fenomenal que los estudiantes recibiesen un recordatorio del examen de pasado mañana? Todo puede alcanzarse. El futuro –el presente– es tecnológico.