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En su primera visita a Tulsa, Oklahoma, Joanna Schreck fue a la caza de un apartamento. Le habían dado 2.500 dólares para cubrir los costes de la mudanza y la promesa de que obtendría un estipendio de 500 dólares al mes solo por establecerse en la ciudad. Schreck, una neoyorkina de 34 años, trabaja a distancia para una compañía que organiza ferias comerciales, es parte de la primera hornada del programa Tulsa Remote.

Joanna, como el resto de miembros, decidió establecerse en la ciudad atraída por incentivos como una paga mensual y un hueco asegurado en un espacio de coworking. “Me pareció la combinación perfecta”, explica Schreck. Y eso que su única referencia de Tulsa era ‘tornado alley’ (término coloquial usado en los Estados Unidos para designar a una zona del país en la que se dan condiciones favorables para la formación de tornados). “Podía conocer un sitio nuevo, a gente interesante que compartiera mi punto de vista sobre el trabajo a distancia y, además, me iban a pagar por mudarme”.

Entre 2005 y 2015, el número de americanos que tele-trabajaba, al menos la mitad de su tiempo, creció un 115%. Este incremento supone un catalizador y una oportunidad para el desarrollo de un nuevo tipo de ciudad. Esta, en lugar de estar ligada a una gran empresa o a un sector, se ve definida por un estilo de empleo.

El programa Tulsa Remote, puesto en marcha en noviembre de 2018, está abrazando esta tendencia. El programa lo promueve una organización benéfica de la ciudad, fundada por el multimillonario del petróleo George Kaiser. La idea es que el talento que llegue atraiga a otros negocios y a start-ups, y todo ello acabe redundando en una reactivación de la población, cuyo crecimiento se ha estancado. Más de 10.000 personas aplicaron para la primera oferta. El programa, que comenzó con 25 miembros, cuenta ahora con 100.

Boulder, en Colorado, lidera EEUU con un 14,9% de su fuerza de trabajo tele-trabajando. Bend es la segunda, con un 12,1%

Cada vez más, las ciudades y los estados en declive están poniéndose creativos y combinando incentivos económicos públicos y privados para atraer a trabajadores como Joanna. Este año, Vermont, cuya población afronta un fuerte envejecimiento, ofrece 10.000 dólares, distribuidos en plazos de hasta dos años, para los trabajadores remotos que se muden al estado. La asamblea legislativa del estado aprobó un presupuesto de 500.000 dólares para los próximos 3 años para conseguirlo. También este año, un senador de Massachusetts presentó un presupuesto para una legislación similar que animara a los trabajadores a asentarse en la zona más deprimida del estado. Maine, Montana, Kentucky y Florida están ofreciendo incentivos en forma de condonaciones de deudas para estudiantes, exenciones fiscales y subvenciones. Buffalo, Pittsburgh, St. Louis y Detroit confían en el ‘boca-oreja’ y en la inversión en urbanismo para atraer a los millenials, a los emprendedores y a los trabajadores remotos. Pero, esta tendencia no está surgiendo solo en América.

En 2017, ante el descenso y el envejecimiento de la población, la ciudad medieval de Candela, en Italia, empezó a ofrecer dinero a potenciales nuevos residentes, aunque el truco estaba en que debían tener trabajo. La pequeña isla de Stronsay, en Escocia, trató de atraer a profesionales con una campaña que les animaba a unirse a los otros 300 residentes de la isla para llevar “una vida social y cultural rica, basada en un fuerte sentido de pertenencia, una libertad y una autosuficiencia con la que muchos habitantes de la ciudad, frustrados por el ritmo frenético de la vida moderna, solo pueden soñar”.

Yo crecí al norte de Texas, a unas horas de la frontera con Oklahoma. Las relaciones entre ambos estados han sido polémicas durante décadas. Por eso, mi primer pensamiento al escuchar sobre el programa de Tulsa fue “sí, pero a ver quién vive ahí”. Entonces hablé con Aaron Bolzle, quien había regresado a la ciudad después de 14 años en la industria tecnológica para sacar adelante el programa. Tulsa, según mantiene él, es un diamante en bruto. La ciudad cuenta con uno de las mejores muestras de arquitectura art-decó en EEUU, con uno de los 50 mejores museos de bellas artes y con un ballet reconocido. Durante los últimos años, la ciudad ha vivido con pasión el boom de la cerveza artesanal y se va a construir un nuevo parque junto al río. El coste de la vida en la ciudad es bajo y el tráfico es prácticamente inexistente. “Tulsa ofrece una gran calidad de vida y una comunidad con muchas ganas de conocer a sus nuevos vecinos”, cuenta.

Todas estas ciudades pequeñas y poco conocidas esperan que la gente que las escoja ayude a estimular su economía, amplíe la comunidad e impulse la inversión. Pero, ¿funcionará?

La respuesta corta es que es demasiado pronto para saberlo, pues la mayoría de los programas acaban de empezar. Sin embargo, hay lugares en los que los nuevos residentes ya están cambiando la economía local de forma drástica. Desde 1990, la población de Bend, Oregón, ha estado cerca de cuadriplicarse gracias a las 70.000 personas que se han asentado, la mayoría refugiándose de las zonas más caras gracias al trabajo a distancia. De acuerdo con los nuevos datos, Boulder, en Colorado, lidera la nación con un 14,9% de su fuerza de trabajo tele-trabajando. Bend es la segunda, con un 12,1%.

Aunque no busque atraer a trabajadores remotos de forma activa, Bend está reorientando su economía para acomodarles. Esto significa nuevas escuelas, nuevas viviendas, nuevas organizaciones sin ánimo de lucro dedicadas al desarrollo de start-ups tecnológicas, lugares de trabajo comunes y lo que es, a todas luces, un superávit de cafeterías.

Este modelo, basado en trabajadores tecnológicos como base de la economía local, tiene el poder de darle la vuelta a la trayectoria de las zonas rurales en declive, aquellas zonas que, en EEUU, han visto caer su mercado laboral un 4,26% desde 2008. La gente que trabaja para industrias tradicionales podría aprender a teletrabajar. Por ejemplo, FlexJobs, unida a Teleworks USA, una rama del programa sin ánimo de lucro Eastern Kentucky Concentrated Employment, lucha por ofrecer a los residentes del empobrecido este de Kentucky trabajos remotos. Hasta el momento, han conseguido encontrar trabajo a más de 330 residentes.

“La industria de la región está basada en el carbón, al igual que el empleo… Cuando esta cayó, todo se cerró”, explica Brie Reynolds de FlexJob. “Pasar de unos pocos empleadores en el área, a quince, es un gran paso. Permite a la gente de la zona tener esperanza… Supone un cambio para mucha gente. El trabajo a distancia puede hacerse desde cualquier lado, siempre que haya buena conexión a Internet y empleadores dispuestos”.

La reacción local

Sin embargo, cuando una ciudad o un estado toma decisiones sobre quién debe vivir allí, surgen problemas locales. El Centro de Trabajadores de Vermont, por ejemplo, se queja de que el estado está apostando por la tecnología para atraer a nuevos residentes sin tener en mente la pobreza de la zona. Puede que la asamblea legislativa de Vermont quiera atraer a gente, pero sus actuales residentes están menos entusiasmados con la idea. Una de las recién llegadas, proveniente de Mississippi, contó a la Pew Charitable Trusts, una organización sin ánimo de lucro, que le dijeron que se volviera a su estado. Vermont, dijo, “no es la utopía liberal que nos hacen creer”. La afectada se está planteando mudarse a San Diego.

Es difícil rechazar un programa que busca revitalizar un área que lo necesita. También lo es rechazar la idea de que la gente puede vivir donde le dé la gana, en lugar de donde ‘le toque’.

Tal vez esto ilustre la mayor preocupación: ahora que tenemos el poder de trabajar donde queramos, ¿pasarán los nómadas digitales el tiempo suficiente en un sitio para marcar la diferencia?

Schreck, mientras tanto, sigue buscando su sitio en Tulsa. Se mudó allí el 30 de marzo de 2019. Cuando hablamos a principios de abril, estaba contenta con su decisión: “Esta noche tengo planes para cenar en una hamburguesería con un extraño que conocí ayer en una tienda. Si esto no te da una pista de lo bueno que es este lugar, no sé qué lo hará”. Tiene toda la pinta de que va a quedarse en Tulsa.