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Su dominio del mercado y su expansión en búsqueda de nuevas líneas de negocio han llevado, sobre todo en Europa, a activar un proceso regulatorio que se dirimirá en los próximos años. De momento es unilateral, aunque todo apunte hacia la búsqueda de una regulación global. No solo las administraciones presionan para limitar las posibles prácticas monopolísticas y vigilar el tratamiento de los datos por parte de compañías como Google, Amazon y Facebook, sino también las empresas que se ven obligadas a adaptarse a las condiciones que les imponen los motores de búsqueda y las plataformas sociales. La solución pasará por una mayor regulación, pero también por escenarios de mayor colaboración, según los expertos de KPMG en España.

Keep your friends close and your enemies closer. El tradicional consejo anglosajón, que tiene su versión castellana en el refrán si no puedes con tu enemigo, únete a él, define el momento empresarial en que vivimos. La búsqueda de alianzas estratégicas no es nueva en la economía, pero se presenta como la respuesta más inteligente desde el sector bancario y empresarial ante los retos de la globalización y la revolución tecnológica.

Si en el sector de las telecomunicaciones asistimos a alianzas como las de MásMóvil con BNP Paribas y de Vodafone con Google y Facebook, los acuerdos cruzados con los bancos de Google Pay, Samsung Pay y Apple Pay ofrecen los primeros resultados de una relación cada vez más fructífera. Es la era de la colaboración.

Uno de los actores que acapara la escena es Amazon. En España, sus acuerdos sobre distribución y servicios añadidos han implicado a DIA y a Sanitas. El más reciente, la decisión de la energética Naturgy, tras llegar también a un acuerdo con Microsoft sobre inteligencia artificial, de ofrecer a sus clientes comprar en Amazon, desde su propia web, con un 10% de descuento.

A Alibaba la hemos visto sellar acuerdos con El Corte Inglés y con Correos. Y a Facebook, con cuatro de los grandes bancos de EEUU -Citigroup, Wells Fargo, JP Morgan Chase y US Bancorp- para que sus usuarios accedan a sus cuentas bancarias y tarjetas a través de la app de Mark Zuckenberg. En su proyecto de crear una criptomoneda global, Libra, a pesar de las bajas registradas desde su anuncio, aún le acompañan Vodafone, Uber y Spotify, entre otras. En China, Baidu trabaja con el banco chino China Citic, Alibaba con MYBank y Tencent lo hace con WeBank.

Como observa Itziar Galindo, socia responsable de Tecnología de KPMG en España, un claro ejemplo de esta estrategia es la joint venture entre Apple y Goldman Sachs en Estados Unidos para el desarrollo de su Apple Card, una tarjeta de débito/crédito que permite al usuario financiar compras a menor interés que la media del mercado, así como obtener el reembolso de un porcentaje de tus compras (el denominado cashback). “En esta misma línea, Google ha dado un paso adicional con la operación Cache, manifestando su intención de ofrecer, con la ayuda de Citibank, cuentas corrientes a partir de 2020. Del mismo modo, Amazon también ha estado negociando con bancos la posibilidad de ofrecer este mismo servicio a sus abonados Prime”, apunta Itziar Galindo.

Las BigTech están trabajando de forma acelerada para aprovechar su gran ventaja competitiva frente a los bancos tradicionales
Itziar Galindo, socia Responsable de Tecnología de KPMG en España

Otro de los territorios donde se dirimirá la batalla del liderazgo en la próxima década será la televisión en streaming. A las pioneras Netflix y HBO se le sumarán Amazon, Apple, Disney y la innovadora Quibi, del fundador de Dreamworks, Jeffrey Katzenberg, que lanzará en 2020 su televisión para móviles, basada en series de episodios cortos que se adaptarán según la pantalla sea horizontal o vertical.

En esta tercera década del siglo XXI nos acostumbraremos a vivir en un nuevo ecosistema financiero, como apunta Francisco Uría, socio responsable del Sector Financiero de KPMG, donde no solo desaparecerá ningún operador, sino que se sumarán más al sector. Y, entre ellos, las BigTech, que actuarán más como “competisocios” que como competidores. Un escenario de “estrategias de asociación”, como señalaba Itziar Galindo.

Las tecnológicas aportarán tecnología a esa alianza natural que vislumbra Uría y que requerirá la intervención de un árbitro. El regulador habrá de establecer estándares comunes y probablemente globales, sobre todo en materia de protección al consumidor y privacidad, para que todos compitan en igualdad de condiciones. Autoridades financieras que, como apunta Ramón Cañete, socio responsable de Transformación de KPMG en España, deberán vigilar la irrupción de unos gigantes tecnológicos, con miles de millones de usuarios, que puede afectar a la estabilidad financiera global.

“Si se permite a las BigTech prestar determinada tipología de servicios si no son entidades financieras”, explica Itziar Galindo, se deberá tener en cuenta “aspectos fiscales y de derecho de la competencia, pues tal y como ha mencionado Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España, una de sus mayores inquietudes tiene que ver con la falta de competencia y el nivel de concentración que pudiera derivarse de una mayor presencia de las BigTech”.

Las autoridades financieras deberán vigilar la irrupción de unos gigantes tecnológicos que puede afectar a la estabilidad financiera global
Ramón Cañete, socio Responsable de Transformación de KPMG

Las ventajas de las BigTech en cuanto a cartera de clientes y músculo tecnológico son evidentes, según Galindo. ¿Sus rémoras? Por un lado, la desconfianza que despiertan en los usuarios, a la vista de su tratamiento de la privacidad y los datos, al contrario de la confianza depositada en su entidad financiera por los clientes de la banca, y por otro, el escaso atractivo de unos tipos de interés tan bajos.

“Lo que sí parece claro es que las BigTech están trabajando de forma acelerada para aprovechar su gran ventaja competitiva frente a los bancos tradicionales, esto es, una gran base de usuarios a nivel mundial, que confían en su tecnología (gran imagen de marca) y una información, de valor incalculable, sobre sus hábitos de consumo: dónde compran, a qué hora, en qué tiendas, marcas, tendencias de compra etc.”, apunta la experta de KPMG.

A esto habría que añadirle la gran capacidad de adaptación, la rapidez con la que se transforman cuando identifican un nuevo producto o servicio, menores costes fijos y una gran solvencia.

Es un movimiento imparable. Sea mediante alianzas o directamente a través de la compra de entidades bancarias, su avance en China y los países escandinavos aventura un nuevo terreno de juego donde las autoridades deben reaccionan más rápidamente. 2020 será un año decisivo. “No basta con decir no, no se puede frenar la innovación. Pero los reguladores están siendo excesivamente lentos”, subraya Francisco Uría. Lo que está claro, explica Itziar Galindo, es que “el panorama actual se parecerá bastante poco al que tendremos dentro de 10 años”.

Ignacio Bazarra