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«Los análisis no son el objetivo final. Se trata de gestionar las sustancias químicas que entran en la cadena de suministro, realizar auditorías periódicas para identificar deficiencias, y establecer medidas preventivas para corregirlas.»

En el mundo ecoconsciente de hoy, la sostenibilidad es algo más que una consigna: ya es un estilo de vida. Sin embargo, la cuestión de la contaminación tóxica y de cómo afecta a infinidad de comunidades sigue siendo un problema global infravalorado.

Normalmente sus efectos no se notan de inmediato. Sus consecuencias, como diferentes afecciones y enfermedades, pueden manifestarse de muchas maneras, y suelen atribuirse a otros factores, como la dieta, el estilo de vida y la genética.

Uno de los principales contaminantes son las aguas residuales no tratadas procedentes de industrias de fabricación de textiles, piel o calzado. Esas emisiones no tratadas pueden hacer que los cursos de agua no sean aptos para el consumo humano, dañar la vida salvaje o destruir ecosistemas. En casos extremos, incluso pueden filtrarse en acuíferos, causando incalculables daños a las cuencas, lo que puede provocar una grave escasez de agua.

Con la inquietud por la escasez de agua y una normativa medioambiental más estricta, se incrementa la presión sobre las industrias que consumen más agua.

Los activistas medioambientales se dan cuenta de que no podemos perder tiempo y presionan para que los fabricantes de textiles, piel y calzado tomen la iniciativa y eliminen las sustancias químicas tóxicas de los procesos de fabricación.

El dilema de las aguas residuales

Durante el proceso de fabricación en el que se tratan tejidos, es inevitable introducir sustancias químicas en el agua. Algunas de esas sustancias son muy tóxicas, persistentes y bioacumulables.

Habitualmente, muchas empresas inician el tratamiento de aguas residuales obligadas por la normativa y las oenegés que exigen un cierto nivel de calidad del agua que se vierte. Sin embargo, muchos fabricantes se muestran reacios a la hora de adoptar esta medida.

«Algunas fábricas no cuentan con plantas de tratamiento de efluentes, por lo que es difícil seguir los requisitos locales sobre aguas residuales», explica el Dr. Raymond Lui, vicepresidente de Soluciones Empresariales, Ensayos Químicos y Certificación de TÜV SÜD.

«Los fabricantes y proveedores deben realizar una gran inversión si quieren mejorar la calidad de sus aguas residuales, no solo en términos de coste sino también para obtener un mayor conocimiento de las soluciones de gestión de sustancias químicas que permitan mejorar la calidad del agua.»

El elevado coste del tratamiento químico, el coste de la evacuación de lodos y el consumo de energía pueden hacer que el proceso sea inasequible. Además, el tiempo y los recursos invertidos pueden influir en gran manera en los márgenes de beneficio, otro elemento que disuade a los fabricantes.

¿Cuáles son las normas de gestión de aguas residuales que las fábricas deben seguir? La falta de unas normas de gestión de aguas residuales a nivel de toda la industria ha causado una gran confusión. Aunque algunos gobiernos, empresas y determinados consorcios multimarca han intentado crear esas normas, faltan unas pautas internacionales claras que abarquen todo el espectro de criterios de vertido.

Esta falta de normas significa que muchas empresas simplemente no saben cómo empezar a ocuparse de la gestión de las aguas residuales. Los fabricantes no saben a qué atenerse en términos de qué sustancias químicas deben o no deben usar. Y los proveedores de sustancias químicas tampoco saben qué sustancias deberían eliminar y cuáles son más seguras de utilizar.

Volver a los orígenes

Afortunadamente, parece que ahora existe una cierta esperanza de mejora, lo que provoca un cauto optimismo. Una mayor concienciación en todos los frentes ha causado que todas las partes colaboren para garantizar la trazabilidad de los productos químicos utilizados en la cadena de suministro. Si todo el mundo está en la misma onda, será posible actuar de forma responsable.

Una gran parte de ese reciente optimismo proviene del lanzamiento de dos iniciativas que parecen destinadas a transformar la forma en la que el mundo aborda el problema de las aguas residuales no tratadas.

La primera es la campaña Detox de Greenpeace, iniciada en 2011. Su objetivo declarado es «exponer la relación directa entre las marcas de ropa globales, sus proveedores y la contaminación de aguas en todo el mundo». La campaña exige a los fabricantes que colaboren con los proveedores para eliminar las sustancias químicas peligrosas de su cadena de suministro, y expulsarlos del ciclo de vida de sus productos. Con la lista negra Detox de las 12 sustancias químicas más peligrosas, los interesados en crear un futuro sin sustancias tóxicas pueden tomar medidas inmediatas para resolver el problema de las aguas residuales.

Al mismo tiempo, la iniciativa Zero Discharge of Hazardous Chemicals (ZDHC) publicó en 2016 su innovadora guía para el tratamiento de aguas residuales. Este amplio conjunto de normas se creó con la colaboración de los participantes de ZDHC, oenegés, proveedores y un comité técnico asesor. También se invitó al público en general a realizar aportaciones.

Con la elaboración de una lista de sustancias restringidas para la fabricación, las empresas adheridas a ZDHC recibieron una relación clara de las sustancias químicas poco seguras. Pero los esfuerzos de ZDHC van más allá. También han creado unas normas para que las plantas de tratamiento reduzcan al mínimo la cantidad de contaminantes que emiten, protocolos de coherencia para las auditorías medioambientales y una lista de sustancias químicas que en la actualidad no tienen alternativas «seguras».

Dado que los fabricantes de gama alta (como Nike, Gap, New Balance y Levi Strauss) ahora prometen adherirse al programa, el sector tiene bastantes esperanzas de cambio.

Eliminar gradualmente en origen las sustancias químicas tóxicas

Los programas de Greenpeace y ZDHC constituyen la base para identificar las sustancias químicas tóxicas del proceso de fabricación.

Pero ¿cómo pueden los fabricantes eliminar la presencia de esos 12 grupos de sustancias peligrosas del proceso? ¿Existe algún método para eliminar la necesidad del tratamiento de aguas residuales?

La implementación de un sistema de gestión de datos químicos ofrece una solución plausible. «Implementamos un sistema de gestión de calidad de este tipo en todo el proceso de fabricación», explica el Dr. Lui. «Los análisis no son el objetivo final. Se trata de gestionar las sustancias químicas que entran en la cadena de suministro, realizar auditorías periódicas para identificar deficiencias, y establecer medidas preventivas para corregirlas.»

Se pueden efectuar análisis químicos al inicio de la cadena de suministro, de modo que la presencia de componentes peligrosos se pueda identificar desde el principio y gestionarla cuanto antes. Las sustancias químicas peligrosas también se pueden sustituir por alternativas más seguras. El hecho de introducir componentes más limpios en el proceso de fabricación implica una emisión de aguas residuales menos contaminadas.

Los fabricantes necesitan saber qué deben buscar para satisfacer las normas de calidad del agua. Los análisis sensibles ofrecen las pautas para que los fabricantes cumplan los límites de calidad aceptables. Tanto los análisis inteligentes como los análisis sensibles permiten crear un plan de acción para eliminar gradualmente esas sustancias tóxicas.

Asegurar que las aguas residuales cumplan los requisitos locales y de las campañas, y a la vez mantener la rentabilidad, no es fácil. Pero con los conocimientos adecuados, las empresas pueden obtener ayuda en el proceso de análisis de la situación actual y la creación de propuestas. Pueden tomar todas las medidas necesarias para asegurarse de que no entren sustancias químicas tóxicas en la cadena de suministro, con el fin de reducir al mínimo la necesidad de tratar las aguas residuales.

Aguas más limpias

Aunque el progreso ha sido lento para muchos, las campañas Detox y ZDHC están empezando a arrojar luz sobre cuáles son las soluciones realistas. Con iniciativas como la Pasarela Detox (Detox Catwalk), las empresas están empezando a ser públicamente responsables de sus promesas. Los clientes más conscientes respecto al medio ambiente ya pueden votar con su cartera y comprar productos de moda de empresas que se nieguen a contaminar los ríos.

A largo plazo, a medida que las campañas vayan ganando terreno y sus listas de seguidores crezcan, es posible que la sostenibilidad del agua ya no sea un sueño muy lejano y se convierta en realidad.

Fuente: TÜV SÜD - ATISAE

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