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Destrucción medioambiental, caídas de tensión rutinarias y una polución procedente de las plantas eléctricas tan espesa que no dejaba ver edificios, coches y pulmones. Estas eran las imágenes que mucha gente asociaba con las infraestructuras de energía en Asia. Una visita a la ciudad de Ho Chi Minh, la capital comercial de Vietnam, confirma esta tremenda dependencia de las energía fósiles para alimentar a una de las economías de mayor crecimiento del mundo. La combinación de las plantas eléctricas de carbón con las emisiones de monóxido de carbono de las fábricas y de los coches ha ido deteriorando, sin descanso, la calidad del aire, según los informes medioambientales.

Sin embargo, esta espeluznante imagen no nos cuenta todo lo que está pasando y, ciertamente, no muestra necesariamente que el futuro del consumo de energía pueda estar en esta próspera zona del planeta. De hecho, hay motivos para un cierto optimismo de que el reciente impulso a las fuentes renovables de energía en Asia pueda estar creando las bases sólidas para un nuevo modelo de energía limpia y de tecnología verde.

“La situación es distinta en cada país y, aunque nadie espera que las energías renovables sustituyan a las fósiles en el corto plazo, en Asia estamos viviendo un momento nuevo”, explica Paul Rapisarda, consultor y experto en el sector de energía.

Rapisarda ha trabajado con la compañía Tailandesa Meta Corporation, una desarrolladora de plantas de energía renovable en Asia, para levantar capital para construir una planta de 220 MW en Birmania. El proyecto es la primera planta de energía renovable a gran escala del país y el mayor de este tipo en la región, sede de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) -un bloque formado por Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Birmania, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam-.

En Asia se empiezan a crear las bases sólidas para un nuevo modelo de energía limpia y de tecnología verde

Meta es una compañía de energía que cotiza en la bolsa de Tailandia y que forma parte de un movimiento creciente alrededor de las energías verdes, que está atrayendo la inversión extranjera. Estos negocios están ayudando a escalar las energías limpias en la zona, especialmente las eólicas y solares, a un ritmo que, probablemente, se acelerará durante los próximos dos o tres años.

Otros ejemplos de inversiones en energías renovables en la región incluyen a la compañía con sede en Filipinas, Ayala AC Energy, que tiene planes para invertir más de 1.000 millones de dólares, hasta 2025, en proyectos eólicos y solares. AC ha emitido, recientemente, el primer bono verde en dólares estadounidenses del sudeste asiático, certificado con bonos climáticos y que cotiza en bolsa, con una inversión conjunta del Banco Asiático de Desarrollo y la Corporación Financiera Internacional (IFC), entidad perteneciente al Banco Mundial y que se dedica al impulso del sector privado en los países en desarrollo. La compañía de Singapur, Sindicatum Sustainable Resources es otro buen ejemplo. La empresa planea invertir 200 millones de dólares en equity capital en los mercados de Asia-Pacífico en los próximos dos años, hasta alcanzar una inversión total de 1.000 millones de dólares, incluida la deuda.

Siemens y GE están aterrizando en el mercado de energías renovables en la región. En 2018, el grupo de ingeniería alemán se hizo con un contrato como proveedor de sistemas de la compañía vietnamita de energía, construcción e inmobiliaria, Trung Nam. El objetivo, ayudar a poner en marcha el mayor parque de energía solar de Vietnam con un conjunto de inversores que incluye distribuidores, compañías de conmutación -en inglés, switchgears-, etcétera. Por su parte, GE está desarrollando una turbina eólica para vientos de baja velocidad para poner en marcha en India y ha provisto de turbinas, desde su centro tecnológico situado en Bangalore, a 37 parques eólicos del país.

Todas estas inversiones responden a una necesidad puesta de manifiesto por el colapso en Laos de la presa Saddle Dam D, en 2018, que anegó a distintos pueblos, mató a, al menos, a 40 personas y desplazó a miles de habitantes. El accidente sacó a la luz la vulnerabilidad de algunas economías asiáticas, que dependen de sistemas tradicionales de generación de energía a gran escala, tanto si se trata de combustibles fósiles como de energía renovable o hidroeléctrica.

El consumo de Energía en Asia se ha duplicado en las últimas dos décadas, según los datos de la Agencia Internacional de Energía Renovable y, con un crecimiento económico medio anual superior al 4%, la demanda podría volver a multiplicarse por dos en 2040. Tal y como se refleja en un estudio elaborado por la propia agencia internacional sobre la región, satisfacer la creciente demanda de energía solo con combustibles fósiles será «a expensas de la seguridad energética, del medio ambiente y del desarrollo sostenible». La región se ha fijado un «objetivo ambicioso» contar, en 2025, con un 23% de energía renovable en su mix energético.

Estos objetivos explican por qué India, líder mundial en energía eólica, espera atraer 80.000 millones de dólares en inversión en renovable en los próximos cuatro años. También explica por qué Birmania y Filipinas están invirtiendo decididamente en energía solar; y por qué China tiene la mayor capacidad instalada del mundo de energía hidráulica, solar y eólica. De hecho, China ha llegado tan lejos en el desarrollo de la energía solar que ha empezado a alcanzar el equilibrio de precios en la red. El país ya está fabricando paneles solares sin subvenciones y, desde Pekín, se ha ordenado que todos los proyectos de energía solar y eólica del país queden libres de cualquier tipo de subsidio a partir de 2020.

Carlos Fernández Landa - Socio responsable de Energía en PwC España