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En nuestro artículo inicial sobre BIM ya comentamos la pléyade de ventajas asociadas al empleo de esta metodología en el proceso constructivo, la cual, maximiza su valor en un escenario de total implementación en la cadena de valor de la construcción. Cuando desde el promotor al operador de la construcción, pasando por arquitectos, ingenieros y constructores, se trabaja en un entorno BIM en que la información es transparente para todas las partes involucradas.

Por otra parte, la realización de un proyecto de construcción lleva aparejada una gran cantidad de documentos con diferente consideración legal pero que, en todos los casos, conlleva la vinculación entre partes con una serie de obligaciones y responsabilidades. Hablamos de documentos como contratos de construcción, para la realización de diseños, subcontratos, contratos de suministro, certificaciones, albaranes, anotaciones en el libro de órdenes, libro de incidencias, libro de subcontratación, partes de producción y un larguísimo etcétera.

Pues bien, cuando a cada uno de los objetos que conforman el modelo BIM y que almacenan multitud de información – desde propiedades físicas y geométricas a su proveedor – se les dota de información relativa a los contratos asociados a dicho objeto y además esta información se vuelca en una Blockchain, podemos empezar a hablar de un entorno smart para la construcción, o smartconstruction.

Son varios los casos de uso en los que BIM y Blockchain interactúan con éxito, pero es quizás el uso de Smart Contracts el campo más prometedor, ya que explota la principal ventaja de BIM: la transparencia de la información entre las partes. Si esta información, además gracias a Blockchain, se distribuye entre todas las partes de manera que se garantiza el principio de neutralidad, podríamos construir sobre ella un auténtico ecosistema contractual ligado a la información compartida a través del modelo BIM.

Blockchain es, en este caso, una auténtica fuente de confianza a la hora de perfeccionar los contratos, dada su inmutabilidad, seguridad y trazabilidad.

¿Cómo funciona una Smartconstruction?

La idea detrás de una obra smart es bien sencilla: a uno o varios parámetros almacenados detrás de cada objeto BIM se le vinculan uno o varios documentos contractuales a través de una plataforma de Smart Contracts. La vinculación la realizamos con aplicaciones sencillas al efecto que utilizan modelos BIM en formatos de intercambio o nativos.

Los documentos contractuales pueden ser de lo más variopinto, como ya hemos mencionado. Los parámetros almacenados y útiles para hacer un Smart Contract son relativamente simples: roles y nombres de los involucrados (propietario, diseñador, constructor, proveedor, etc.), fechas, costes, una pequeña cadena de texto libre, etc.

La principal característica que han de cumplir los objetos que generan Smart Contracts es que han de vincular al menos a dos partes del proceso que, además, han de compartir el modelo BIM.

Los Smart Contracts se basan en modelos preacordados entre las partes. En muchos casos el acuerdo ex ante necesario viene prefijado en la Ley. Los libros cuyo control es necesario llevar en obra o las certificaciones y contratos de obra pública son buenos ejemplos. Por tanto, el escenario en el mercado de la construcción en España es favorable: gran parte del trabajo previo lo ha realizado ya el regulador. Los modelos preacordados se transforman en un código informático que se vuelcan una Blockchain.

Pues bien, cuando logramos que esos modelos preacordados se alimenten automáticamente desde el modelo BIM con los parámetros que sobre él se vuelcan y, además, estos parámetros se encuentran asegurados en una Blockchain que garantiza los principios de neutralidad, inmutabilidad y trazabilidad,  nos encontramos en una Smartconstruction.

El único requisito para perfeccionar el Smart Contract en cuestión es la aceptación por cada parte. Simplemente. La tramitación y comunicación, así como los efectos del mismo, es inmediata gracias a la tecnología que soporta el contrato.

¿Qué ventajas tiene una Smartconstruction?

Múltiples. Dependen del papel que adoptemos dentro de la cadena de valor, pero, de entrada, los ahorros de tiempo y gestión son palpables desde el primer día.

Proveedores que ven reconocidos sus suministros desde el momento que entran en obra y se vuelca la información en el modelo BIM; contratistas que ven su producción reconocida en el modelo BIM y, por tanto, certificaciones que reflejan de manera fiel lo construido; trazabilidad de los cambios y reconocimiento de la propiedad intelectual de los objetos BIM; libros de órdenes “digitales”; control exacto de la subcontratación y mejora de su gestión; control de existencias y almacén; otorgamiento y amortización exacta de anticipos… son apenas unos cuantos ejemplos de los avances que tenemos en una smartconstruction.

Las facturas olvidadas en cajones, los libros de órdenes a medio completar (o peor, completados como un mero trámite) o la producción no reconocida por una dirección facultativa que confunde el rigor con inflexibilidad, están condenados a ser malos recuerdos de un pasado que, en este caso sí, fue peor.

¿Qué futuro cabe esperar?

Son muchos los sectores en los que los Smart Contracts están cobrando relevancia. El sector financiero y asegurador es consciente desde hace tiempo de su importancia. Nuestra firma es un claro ejemplo de la importancia que cobran los Smart Contracts: ya estamos desarrollando proyectos muy interesantes para compañías referentes en diversos sectores.

BIM es la metodología de gestión que se está erigiendo como principal catalizador de los cambios del sector de la construcción de tal modo que está constituyendo un auténtico cambio de paradigma, que provoca la digitalización de un sector muy tradicional y la mejora de las capacidades de muchos de los profesionales involucrados.

Por todo ello, entendemos que la construcción, sector en plena transformación, presenta las condiciones ideales para cambiar el entorno en el que se desarrollan sus contratos. Es el momento de hacer smartconstruction.

Fernando Valero