Consultoría & Consultores

En los últimos años, el desarrollo de tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial, el Internet de las Cosas o la Realidad Virtual, ha sido imparable. Sin embargo, aunque nadie duda de las posibilidades que ofrecen estas capacidades como herramientas de soporte a la definición de nuevas estrategias de negocio, la realidad es que muy pocas organizaciones están siendo capaces de materializar los posibles beneficios de su uso.

Dentro de este contexto, la pregunta clave a responder sería ¿por qué? ¿Por qué está costando tanto obtener los beneficios asociados a la utilización de nuevas capacidades tecnológicas como, por ejemplo, el Internet de las Cosas? Para responder a esta pregunta, nos vamos a centrar precisamente en esta tecnología, la llamada Internet of Things (IoT, en inglés).

IoT se fundamenta en la conexión en tiempo real entre personas y objetos, o entre objetos directamente. Este concepto, que nació en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), constituye el paso definitivo hacia la digitalización del mundo físico. ¿Te imaginas una caja de medicamentos que te avisa cuando debes tomar la medicación? ¿O una máquina en la fábrica que genera automáticamente una orden de mantenimiento cuando detecta que está a punto de sufrir una avería? Estas son algunas de las iniciativas de IoT que llevarían asociadas beneficios sustanciales para la sociedad (si hablamos de ciudadanos) o para el negocio (si hablamos de empresas).

En general, en la mayoría de nuestros clientes, este tipo de iniciativas son lideradas por el área de Tecnologías de la Información (en algunos casos, rebautizada como Digital) o la de Innovación. Aunque, dependiendo de la compañía, estas áreas organizativas tienen una mayor o menor integración con las unidades de negocio, la mayoría de sus líderes se enfrentan a un reto común. Por una parte, existe la necesidad de desarrollar iniciativas de IoT, a veces por pura presión “interna” o porque los competidores lo están haciendo. Por otra parte, los proveedores de este tipo de soluciones ofrecen generalmente el desarrollo de proyectos aislados, sin una visión integral asociada a una estrategia previa de negocio.

Dicho de otro forma, una gran parte de organizaciones desarrollan pruebas de concepto en IoT para, por ejemplo, conectar diferentes sensores con el objetivo de obtener determinados indicadores de su funcionamiento. Sin embargo, son pocas las que desarrollan esa prueba como parte de una estrategia global de IoT.

El reto, por lo tanto, es alinear los intereses del negocio con el desarrollo de proyectos IoT. Para nosotros, la solución a este reto está clara. Hay que desarrollar iniciativas “end-to-end” que cubran todo el ciclo de valor del negocio en dos ejes.

El primero, que podríamos llamar de negocio, incluye desde la detección previa de las oportunidades de negocio que van a ser soportadas por IoT, hasta su implantación y operación posterior. El segundo, que podríamos llamar tecnológico, incluye todas las capas tecnológicas que componen el concepto IoT, desde la sensórica hasta el mantenimiento predictivo, pasando por la Inteligencia Artificial y la visión por computador.

Si somos capaces de cubrir ambos ejes en nuestros proyectos de IoT (el de negocio y el tecnológico), daremos el salto, es decir, lograremos materializar los indudables beneficios que esta tecnología puede ofrecernos. Desde Seidor, hemos apostado por esta vía, creando el IoT Centre, un centro que dispone de los activos y el conocimiento necesario para permitir a nuestros clientes construir una Arquitectura Corporativa de Internet de las Cosas que les permita hacer realidad nuevas oportunidades de negocio.