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Una buena noticia para Chile y el mundo representa el acuerdo alcanzado entre China y los Estados Unidos, después de diez y siete meses de enfrentamiento comercial entre ambos.

El intercambio comercial entre China y Chile logró una cifra récord en 2018 situándose en los 42.791 millones de dólares, lo cual equivale a un 30% del comercio total y un 24% más en relación a 2017, situándolo a la cabeza de los envíos chilenos al exterior.

A continuación, se encuentra Estados Unidos, con quienes el tráfico de mercancías alcanzó los 24.286 millones de dólares, un 12% por sobre el período anterior. Ahora bien, las empresas estadounidenses han sido, junto a las de España, inversores de referencia en el país.

La economía nacional es muy abierta al globo, su comercio se expande por todo el atlas terrestre, cualquier contratiempo de relevancia global tiene repercusiones a nivel local, este en concreto no ha sido una excepción. Habrá que ver lo que a continuación acontece, por lo pronto ha habido una subida continuada del precio del cobre en estos últimos días, es de esperar que se mantenga y/o continúe su ascenso, especialmente ahora que se está gestionando una agenda social muy relevante para restablecer los equilibrios entre crecimiento económico y desarrollo humano.


Materias a tener en consideración. Expertos hablan de nuevos conceptos que deberán ser asumidos por Chile para situarse entre los avanzados, se refieren a ideas tales como “complejidad económica” y el “espacio de productos”.

El primero no se refiere a la riqueza o al valor que agrega, como lo hace el PIB. Se busca dar respuesta a preguntas tales como, “que haces” y “que tan difícil es hacerlo”. En complejidad económica la nación se encuentra en el lugar número 61 del orbe.

En tanto el segundo, persigue dar respuesta a partir de lo que un territorio sabe hacer, qué otras cosas les saldría fácil producir. En la práctica, estas entran en productos que están conectados a los que ya hacen. Son miradas nuevas que van en la dirección de ir añadiendo nuevas fortalezas al patrimonio nacional.

Cambiando de tercio. Hace escasos días concluyó en Madrid la COP 25, bajo la presidencia de Chile. Ha habido voces que cargan la responsabilidad de la falta de un gran convenio a la gestión del equipo chileno de la misma.

Quienes esto afirman desconocen los desafíos marcados por Chile al asumir esta responsabilidad. En concreto fueron ocho los retos, de los cuales siete fueron conseguidos, después de largas negociaciones encaminadas a conseguir un apoyo unánime de todos los integrantes, hablamos de 197 naciones. Al repasarlos verán que tras cada uno de ellos hay muchas horas de trabajo y dedicación, poner en concordancia a tantos es una labor ímproba.

Primero, se obtuvo un gran pacto mundial por la ambición climática. Esto significa que los 197 se han comprometido a presentar más y mejores compromisos nacionalmente determinados.

Segundo, se agenció que 121 de los 197 se comprometiera ya a la Carbono Neutralidad al 2050, como pide la ciencia y lo está haciendo Chile.

Tercero, y tal como lo estableció Chile desde el primer momento, se consiguió una alianza planetaria para que los océanos estén protegidos en conformidad con la ciencia para la acción climática, inédito en una COP. Cuarto, se arrancó un consenso para establecer mayor equidad social a nivel universal en la acción climática. Pese a las dificultades, se consensuó el mecanismo para abordar las pérdidas y daños que sufren los Estados más vulnerables frente al cambio climático.

Quinto, se implantó el Plan de Equidad de Género entre hombres y mujeres para impulsar la acción climática, cumpliendo un anhelo muy profundo de la sociedad entera. Sexto, se aumentó fuertemente los compromisos del sector privado y actores no estatales. Es así como 400 ciudades y 800 empresas multinacionales y más 4 trillones de dólares para inversiones fueron comprometidas para alcanzar la Carbono Neutralidad 2050.

Séptimo, la Presidencia chilena tuvo éxito en hacer transversal la acción climática, involucrando por primera vez en la historia a autoridades de los principales sectores productivos. Ministros vinculados a la Energía, Agricultura, Transporte y Finanzas buscarán, a partir de esta COP25, soluciones y caminos para emitir menos y capturar más.


Sin embargo, la ministra Schmidt reconoció que “no pudimos lograr uno de los objetivos más relevantes que teníamos: regular la compra y venta de los bonos de carbono. Con dolor, reconocemos que los países no logramos un consenso global en este punto, que habría permitido traer recursos a los países más vulnerables para implementar proyectos que nos permitieran acelerar la disminución de emisiones”.

La titular de Medio Ambiente recordó que en las “últimas cuatro COP” se intentó alcanzar un compromiso en el mercado de bonos de carbono, pero no ha sido posible. “Aún no existe voluntad ni madurez política de algunas de los países más grandes emisores. Esto es doloroso y triste porque nos afecta a todos”, señaló.

Añadió que “muchos nos dijeron que no pusiéramos este objetivo como uno a lograr en esta COP porque era imposible de alcanzar. No nos arrepentimos de haberlo hecho. Ante la urgencia de la crisis climática nunca se debe tener miedo de ponerse metas altas. Sólo hay que temerle a no atreverse a dar la pelea donde hay que hacerlo. Este era el lugar. Este era el tiempo”.

¡Feliz Navidad!

Tomás Pablo Roa, presidente ejecutivo de Wolf y Pablo Consultores, S.L., Consultoría de Comercio Exterior en Chile