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Chile va acumulando poco a poco pequeños avances en dirección a una reactivación más sólida, por lo pronto y con todas las precauciones del caso, los confinamientos están dejando paso a una normalidad con precauciones como no podría ser de otra manera.

Comenzamos por destacar la generación de 119.000 empleos con relación al mes anterior, el desempleo bajo unas décimas (0,2%) quedando en un 12,9% para el trimestre móvil junio-agosto, el dato previo era 13,1%, es la primera reducción apreciada desde noviembre de 2019. Septiembre se anticipa mejor coincidiendo con la finalización de cuarentenas diseminadas por diversos lugares de la geografía chilena.

Hay más novedades. Las autoridades han propuesto recuperar en un plazo de seis meses un millón de ocupaciones, centrado en las mujeres y los jóvenes, para lograrlo aplicaran incentivos a la contratación. Entre la violencia irracional de octubre-diciembre de 2019 y añadido enero-septiembre de este 2020, la perdida es superior al millón ochocientos mil oficios, recuperarlos es una de las prioridades, por no decir la principal.

Para conseguirlo destinarán el equivalente a 2.000 mil millones de dólares en pesos chilenos que emplearán a lo largo del semestre o antes si se alcanza el objetivo. Llegará al 50% del estipendio del trabajador contratado y un tope máximo en pesos igual a 315 dólares mensuales. En el caso de mujeres y jóvenes entre 18 y 24 años, o personas con alguna discapacidad subirá hasta el 60% de la retribución con un límite de 340.

A su vez, quienes reincorporen a personal separado a consecuencia de la corona virus les abonaran hasta 200 dólares mensuales por cada uno, accederán empresas cuyas ventas hayan caído por sobre un 20% entre abril y julio. Además, habrá una extensión de sesenta días más a la renta básica para las personas más vulnerables implementada el pasado mayo.


Volvemos a recordar que como en la mayoría de naciones del planeta, Chile está intentando salir de una crisis sobrevenida por causas naturales que dio origen a una epidemia con resultados desastrosos en medio mundo, los avances van midiéndose día a día, cualquier recaída o brote podría regresarnos a la línea de partida.

Bien. El crecimiento de la economía mes contra mes ha seguido la siguiente secuencia: junio avanzó un 0,8%, en julio un 1,7% y en agosto un 2,8%, como es lógico pensar es menos de lo deseado e insuficiente de momento para dejar el lado negativo de la ecuación. Eso sí, está claro que se encuentran en la vía de la mejoría, de ahí que los analistas anticipen un retroceso más benévolo, adelantan un cierre del tercer cuarto con una caída de entre un -7,4% y un -10%. En tanto, el último tramo podría entrar en positivo, situando el derrumbe final en torno a un -4,5%y-5,5% anticipado por el Banco Central y confirmado por el Ministerio de Hacienda en la presentación de los presupuestos para 2021.

En efecto, el Congreso Nacional ya recibió el proyecto de Ley de Presupuestos, se sustenta en una expansión nula en gastos, y un acento en inversión. El montante fijado es de 73.300 millones de dólares, no refleja ninguna subida comparado con que está actualmente en ejecución.


Entre las partidas más relevantes es la destinada a inversión pública que tendrá una progresión de un 14%. Otro dato interesante es el dispendio del 7% destinado al Fondo de Emergencia Transitorio para afrontar los desembolsos que pudieran derivarse del control de la pandemia.

La deuda bruta saltaría hasta algo más del 36% del PIB, la más alta desde 1991. Esta es una materia relevante para Chile, si lo compramos con el 130% del PIB español, a algunos como Japón, que superan el 200%, o el italiano, algunos más que sobrepasan de lejos el cien por ciento, parece muy poco, como si hubiera mucho margen para endeudarse, pero no es tan así, el débito está vinculado a los ingresos, un país quebrado en 1973 debió hacer frente a pagos durante una larga temporada para devolver lo recibido, obligado a optar por un Estado pequeño y un sector privado muy activo.

Convengamos, el dilema no es más o menos Estado, en nuestro parecer, encontrar el equilibrio adecuado a cada ciclo sería lo procedente. Habrá más egresos por introducir a la nación en las infraestructuras tecnológicas del futuro, o transformar a Chile en un actor amigable con el medio ambiente, pero, de similar modo, habrá que cerrar aquellas etapas que no están en sintonía con los momentos actuales y no eternizarlas en el tiempo.

Para hacernos una idea de lo que existe tras un recorte en el cierre anual de un -5,5% PIB de Chile, según el Ministro de Hacienda Ignacio Briones, representaría una menor producción de alrededor de 15 mil millones de dólares y casi el 50%, unos 6 mil millones, estaría vinculado al quebranto acontecido en el mercado laboral. Al concluir este ejercicio el costo de esta situación podría significar un aumento en el gasto del período de un 11%.

El Ministro vaticinó que al concluir estos doce meses habría un descenso de ingresos del 10,6%, esto conduce a un déficit fiscal estructural de 3,2% del PIB, y un déficit fiscal efectivo en 8,2 % del PIB, menor al 9,6% proyectado en junio. “Para 2021 esperamos un déficit efectivo de 4,3 puntos del PIB porque, si bien mantendremos el mismo tren de gasto, conforme la actividad repunta también mejorarán los ingresos y por esa vía vamos a compensar”, enfatizó.

Quienes tengan propuestas serias, o que deseen tomar parte de las diversas licitaciones públicas o privadas y/o exportar o importar, a Chile deben ir, será una de las primeros en ponerse de pie.

Tomás Pablo Roa, presidente ejecutivo de Wolf y Pablo Consultores, S.L., Consultoría de Internacionalización de Empresas a Chile

Fuente: Wolf y Pablo Consultores S.L.

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