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Chile sale fortalecido ocupando el primer lugar en estabilidad macro que evalúa inflación y la dinámica deuda-PIB. Además, mejora en la variable mercado de productos que justiprecia complejidad tarifaria asociada a la apertura comercial, donde se ubica en el puesto 10.

Su sistema financiero recibe una buena valoración (21), destacando en brecha del crédito (1) y solidez de la banca (4).

Asimismo, es bien apreciada la solidez de las normas de auditoría e informes (21), el marco regulatorio de la insolvencia (26) y el tiempo para comenzar negocios (32).

Estas calificaciones corresponden al último Índice de Competitividad Global 2019, realizado por el Foro Económico Mundial (WEF), en colaboración con la Universidad Adolfo Ibáñez, que entre 141 economías analizadas a nivel mundial, sitúa a Chile en la posición 33, primero de América Latina.

Sin duda estas son buenas noticias para las empresas de todos los tamaños que están en vías de tomar la decisión de implantarse en Chile, como las ya establecidas, las cuales reinvierten sus beneficios afianzándose en el mercado local y expandiéndose por el hemisferio ganando en competitividad..


En Latinoamérica, Chile continúa al frente, a quince puestos del segundo México (48), Uruguay (54) y Colombia (57). Más alejados se ubican Perú (65), Brasil (71) y Argentina (83), y a bastante distancia, Ecuador (90), Bolivia (107) y Venezuela (133).

El ranking es liderado por Singapur, y a continuación figuran Estados Unidos y Hong Kong.

Con estos datos Chile se mantiene como la nación más competitiva de la región en el concierto internacional, consolidándose como un “hub” de entrada indiscutible y seguidamente de acceso al resto de la Alianza del Pacífico o el Mercosur.

Por supuesto que existen materias a mejorar como en cualquier país, y claro, estas deben ser visualizadas como oportunidades por quienes buscan su espacio con proyectos nuevos o de ampliación. Así, de los cuatro pilares y 12 categorías que mide el sondeo, los espacios los encontramos en la Adopción de Tecnologías de la Información (56), Capacidad de Innovación (53), Mercado Laboral (53), Adopción de Medidas Disruptivas (74), Pensamiento Crítico en la Enseñanza (84) o Inclusión de la Fuerza de Trabajo (88).


Avanzar en estos rezagos significa ser más competitivo en un mundo cada vez más accesible, donde quedarse atrás afecta a los intercambios e impide que se promuevan nuevas reformas que hagan más fácil el poder participar con nuevos negocios, generando empleos, innovar, o, incluir tecnologías que faciliten la actividad empresarial.

De otra parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI), estima una subida del Producto Interno Bruto (PIB) de Chile para este 2019 de un 2,5% y 3% para 2020. En tanto hacia 2024, anticipa una expansión de 3,2%.

A su vez, el Ministerio de Hacienda de Chile, prevé en el último Informe de Finanzas Públicas un 2,6% para este año y un 3,3% para 2020 y 3,6% hasta 2024.

Las previsiones del FMI en relación al PIB per cápita de los chilenos lo colocan en los 30 mil dólares medido en paridad de poder adquisitivo en el 2023, un año más tarde a lo proyectado con anterioridad.

Para entender estos y otros pronósticos hay que tener siempre presente en relación con Chile, que es una de las economías más abiertas del planeta, en lo económico financiero no solo está expuesto a consideraciones de carácter interno, sino, sobre todo, a aquellas venidas de contingencias internacionales, como la que dirimen en este momento China y Estados Unidos, la arancelaria entre Estados Unidos y la Unión Europea, o, las que se viven en Latinoamérica, por citar algunas, que pueden llegar a afectar a la inversión, y cómo no, en último término al crecimiento del PIB.


Lo positivo de esta abertura es que permite a los consumidores elegir productos y ofertas de profesionales, provenientes de infinidad de lugares del mapa global y a precios muy competitivos en la mayoría de casos.

Igualmente, las inversiones crecen al haber un mercado financiero abierto. Hace escasas semanas comentábamos la condición de Centro Financiero de la ciudad de Santiago.

Similar en trascendencia es para las compañías asentadas en Chile contar con la opción de promover proyectos en múltiples naciones esparcidas por los cinco continentes, sirviéndose de las ventajas que allí existan e incentivando la competencia.

Muchos ya conocen que Chile está a la cabeza de los Estados que más tratados de libre comercio han suscrito. Hace pocos días entró en vigor el logrado con Indonesia, sumando 65 los países con los que existen vías comerciales francas por las que transitan con fluidez bienes y servicios, las que llegado el caso pueden ensancharse pudiendo llegar hasta una integración económica.

Tomás Pablo Roa, presidente ejecutivo de Wolf y Pablo Consultores, S.L.