El mundo está a mitad de camino de una transformación en el ámbito de las energías. En 2040, la demanda mundial, ya sea de energía fósil o eléctrica, será cuatro veces mayor que la de 1990. Pero, a lo largo de esos años, la preocupación por el cambio climático pasará de ser algo relativamente marginal a estar en el centro de todo, e instituciones de todo el mundo tratarán de averiguar cómo abordar los problemas derivados del cambio climático reduciendo y mitigando el uso del carbón.
Estas dos dinámicas -el aumento de la demanda y el reconocimiento progresivo del uso del carbón como un problema para el medio ambiente- ya están determinando las decisiones estratégicas que se toman en los sectores de energía, electricidad y de recursos naturales -EU&R, por sus siglas en inglés-. Y esto solo va a ir a más en los próximos años.
Hay un amplio rango de compañías afectadas por esta tendencia: productoras de energía en todas sus formas, distribuidoras y comercializadoras de electricidad, petróleo y gas, o aquellas en sectores basados en la energía, como son la química o la metalurgia, entre otras. Los directivos de todas estas empresas tendrán que tener el olfato suficiente para tomar decisiones que les permitan salir del atolladero y combinar el crecimiento con la sostenibilidad medioambiental. Strategy&, la consultora de estrategia de PwC, ha elaborado un informe que, bajo el título ‘Transformation in energy, utilities and resources. Strategies to confront rising demand and climate threats‘ trata de arrojar algo de luz para hacer frente a estos retos.
Que la transformación es más urgente que nunca es un hecho, y así ha quedado reflejado en las últimas encuestas realizadas por PwC a los CEOs de la industria química, petrolera y eléctrica -estos especialmente-, en las que los máximos ejecutivos manifiestan que el business as usual podrá dejar de ser una alternativa viable en el futuro, a pesar de lo vigoroso de la demanda. Por ejemplo, en 2018, el 77% los altos directivos del sector energético en Alemania aseguraba que, en los próximos cinco años, el grueso de los ingresos de sus compañías seguiría proviniendo de sus negocios core, pero, al mismo tiempo, un 57% vaticinaba que esos ingresos irían a menos en el mismo periodo. En la misma línea se han pronunciado los CEOs del sector químico que han participado en la XXII edición de nuestra Encuesta Global de CEOs de PwC, quienes han puesto el acento en la presión que va a desencadenarse para que esta industria ponga en marcha medidas de sostenibilidad en los próximos diez años.
Afortunadamente, la tecnología digital, el incremento en el uso de plataformas interoperables y el consenso creciente sobre el valor de las energías renovables, son, además de tendencias a futuro, posibles asideros para que las compañías del sector hagan frente a estas disrupciones. Veamos estos y otros con más detalle:
Además, la digitalización y la tecnología también provocan la disrupción de los mercados, ya que abren la puerta a nuevos actores de fuera del sector.
Como resultado de estos cuatro factores, las compañías del sector tienen que lidiar con un conjunto de retos que no pueden resolverse con simples medidas tácticas. Por una parte, para asegurarse de que sus compañías son sostenibles desde el punto de vista medioambiental, sus directivos deberán replantearse por completo sus carteras de productos y estrechar relaciones con su comunidad de stakeholders.
Por otra, para garantizar que la organización es solvente desde el punto de vista financiero, estos ejecutivos deberán controlar la volatilidad de los precios, gestionar mejor la disponibilidad de capital, y reducir los costes.
Y por último, para cerciorarse de que la empresa está bien posicionada para el crecimiento a largo plazo, tendrán que replantearse los modelos de negocio y administrar el capital de forma más efectiva.
Los ejecutivos de estas compañías han ido haciendo avances en todas estas áreas. Pero ha llegado el momento de agruparlas. La transformación podrá tener lugar a partir de una gran iniciativa, o puede plantearse alrededor de una secuencia de proyectos pequeños. En ambos casos, el objetivo es el mismo: cambiar las prácticas y la cultura de corporativa lo suficiente como para que la organización sea capaz de generar ingresos de formas que antes no existían.
Carlos Fernández Landa - Socio responsable de Energía en PwC España