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Independientemente de la tecnología y la metodología aplicada para su implementación, hemos venido estableciendo unas fases, tareas, actividades y roles para llevar a cabo los proyectos de tecnología. En particular, cuando hablamos de implementación de sistemas de gestión se nos vienen inmediatamente a la cabeza términos como metodología en cascada, diseño, pruebas de usuario, despliegues, jefe de proyecto y como no, el usuario clave o “key user”, su equivalente en inglés.

Las metodologías llamadas Agile, nacidas para la construcción de software pero exitosamente extendidas a muchos otros ámbitos de trabajo por proyectos, han supuesto un gran avance metodológico que redunda en una mejora del producto vs la expectativa del mismo, pero sobre todo han supuesto un incremento en la velocidad de despliegue basada en entregas parciales, basadas a su vez en el concepto de mínimo producto viable y la iteración sucesiva, que toda startup tiene en su ADN. Adicionalmente han propiciado un cambio en los roles de los equipos involucrados y en cómo se relacionan los unos con los otros.

Actualmente la tecnología es omnipresente en nuestras vidas, qué duda cabe, la tecnología aplicada a nuestro día a día, la que nos mejora la vida cotidiana, la que mejora nuestra experiencia como cliente, ciudadano pero sobre todo como persona. Si pensamos cómo hemos llegado hasta aquí, sobre todo los que no somos nativos digitales, resulta que observamos que llegó sin apenas darnos cuenta, que no hubo fricción, que la adoptamos casi naturalmente y que ahora hacemos las cosas así. Para las generaciones más recientes, siempre se han hecho así.

Muchas de las grandes utilidades tecnológicas que hoy consumimos toda la sociedad, nacieron como productos de apoyo para determinados colectivos con capacidades diferentes, las aplicaciones de síntesis de voz que utilizamos en nuestros navegadores surgieron como un apoyo a las personas con discapacidad visual (y esto no era una novedad, también la máquina de escribir nació con tal fin) o el sistema predictivo de palabras de las aplicaciones de mensajería, trataron en su origen de agilizar la escritura a aquellas personas con dificultad para teclear con ambas manos. La tecnología ha abordado grandes empresas, en este caso, trabajando sobre los extremos de la diversidad funcional humana para la integración de todo individuo en la sociedad y en la sociedad de la información. Cada vez más, problemas complejos y aparentemente inabordables, quedarán resueltos por la tecnología, que ofrecerá soluciones de acceso universal en modo servicio. Esto es la implantación de la tecnología como servicio.

Como decía Steve Jobs en alguna de sus conferencias, “hay un momento en el que todo conecta”…por un lado disponemos de tecnología en constante evolución en modo servicio lista para ser incorporada, ya no existen “key users”, todos lo son, las metodologías evoluciona hacia la construcción de soluciones, ensamblando componentes y eliminando barreras en la implementación. Las organizaciones necesitarán perfiles capaces de saber como encajar las piezas, grandes jugadores de “Tetris”, que sepan cómo aplicar servicios tecnológicos a problemas de negocio entendiendo el sistema como mucho más que la suma de las partes, que otorgue una ventaja competitiva y como no, más rápido que nunca.

Las empresas de servicios profesionales multidisciplinares, con una perspectiva global de las empresas, como si de un de juez de silla de tenis se tratase, están en una inmejorable situación para jugar un rol fundamental en la nueva forma de implementar tecnología. Una visión holística de las organizaciones, un profundo conocimiento de la tecnología y un ensamblado perfecto, serán las claves de la nueva implementación de soluciones tecnológicas.

Roberto Ríos