Como ya sabes, nuestro diálogo interior condiciona en gran medida nuestros comportamientos y nuestros resultados.
Los condiciona hasta tal punto que es difícil lograr el éxito si no dominamos primero la forma en que nos hablamos a nosotros mismos. Ten en cuenta que la forma en la que te hablas incide en tu estado de ánimo y tu estado de ánimo está directamente relacionado con tus resultados.
Hasta aquí, seguramente estamos de acuerdo porque somos personas que nos preocupamos por nuestro crecimiento personal y profesional y, probablemente, ya hemos identificado en nosotros mismos situaciones en las que nos hablamos mal, nos criticamos y en las que, como consecuencia de ello, obtenemos malos resultados. Piensa en situaciones en las que te has dicho a ti mismo “qué malo eres”, “vaya castaña” o “eres un inútil”. Bien sea en algún deporte, en tu trabajo, en tus estudios o en cualquier otro entorno, seguramente te lo habrás dicho alguna vez.
Ahora la clave está en cómo cambiar nuestro dialogo interior. Este es el quid de la cuestión.
Para esto, tenemos que empezar comprendiendo qué es lo que provoca que comencemos con ese diálogo. ¿Por qué empezamos a tratarnos y a hablarnos mal nosotros mismos?. La respuesta la tenemos que buscar en nuestros propios miedos. Desde pequeños, hemos desarrollado dos grandes categorías de miedo: el miedo al fracaso y el miedo al rechazo.
El miedo al fracaso será mayor o menor en función del número de veces que nos haya dicho alguien “eres tonto”, “eres un inútil”, “no eres capaz”, “eres un fracasado” y otras expresiones parecidas.
El miedo al rechazo ha crecido dentro de nosotros como consecuencia de expresiones como “eso no se hace”, “así no te va a aguantar nadie” o “eso va a enfadar a la gente”.
Lo único que hacemos con nuestro diálogo interior es continuar acrecentando estos miedos y no afrontarlos. Al fin y al cabo es lo normal para nosotros. Nuestras propias exigencias de éxito y aceptación por parte del resto nos hacen actuar como un “controlador interno” férreo que tiene como única responsabilidad asegurarse de que no fracasamos. Este controlador interno tiene buena intención pero nos habla como sabe, como le han enseñado y lo que consigue es ir agravando el problema. El controlador interno se llama miedo.
La buena noticia es que, si afrontamos nuestros miedos cambiaremos nuestro diálogo interno. Si desaparece el miedo, conseguiremos logros y no podremos hablarnos mal. Y, ¿cómo vencer estos miedos?. Veamos dos ideas al respecto:
Haciendo esto comprobarás que no tienes por qué tener miedo al fracaso y al rechazo, pues en muchos momentos has demostrado que eres capaz de conseguir resultados y relaciones personales satisfactorias. Verás como simplemente haciendo esto, al ir desapareciendo los miedos y apareciendo la seguridad, tu “controlador interno” se relajará y cambiará su diálogo.
Empezarás a cambiar tu diálogo interno negativo por un diálogo interno positivo basado en expresiones como “lo has conseguido”, “has sido capaz”, “has triunfado” o “la gente te admira”. Pruébalo y disfruta.