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¿Estás preparado para un mundo en el que tres de cada diez puestos de trabajo los ocupen robots? ¿Y dónde el talento digital sea tan escaso que las empresas tengan que competir con gigantes como Google y Amazon para captarlo? Esto no es una hipótesis de un futuro lejano, sino que podrá ser una realidad dentro de diez años. De hecho, ya está comenzando a ocurrir.

Bernard Salt, socio responsable de Demografía de KPMG en Australia, y Cliff Justice, director de Innovación y Enterprise Solutions de KPMG en Estados Unidos ofrecen en el documento Employees: An Endangered Species? un análisis de este nuevo escenario que traerá consigo importantes desafíos para las compañías en materia de contratación, capacitación, redistribución de la mano de obra y rediseño del modelo de negocio.

El origen de este nuevo entorno se encuentra en el rápido avance de la domótica o robotización, que se vuelve cada vez más “inteligente” y asequible al tiempo que la captación de talento aumenta, progresivamente, en dificultad y coste. En consecuencia, estamos asistiendo a lo que los mencionados expertos de KPMG denominan una “revolución cognitiva”, marcada por la acelerada convergencia de la inteligencia artificial y las aplicaciones de los procesos de negocio.

En este nuevo paradigma el mercado está creando una nueva clase de automatización inteligente capaz de desempeñar las funciones que históricamente había realizado personal altamente cualificado. Desde profesionales administrativos y de ventas hasta ingenieros tecnológicos ya han comenzado a experimentar los efectos derivados de este auge sin precedentes de la robótica y la inteligencia artificial que, ¿amenaza millones de puestos de trabajo?

 Avances en robótica

Pero, ¿puede en realidad un robot desempeñar de igual o mejor modo las funciones de un empleado cualificado? Cuando pensamos en el concepto de “robot” solemos imaginar una máquina programada por el ser humano e instruida por un ordenador. Sin embargo, el entorno actual de transformación digital y automatización alude a un tipo más avanzado de “robot virtual”, referido al software capaz de ejecutar las tareas que previamente requerían tanto de un ser humano como de un ordenador para llevarse a cabo.

La incipiente pero creciente clase de software que automatiza las tareas administrativas de un negocio se conoce como automatización robótica de procesos (RPA, por sus siglas en inglés). Las herramientas de la RPA no se infiltran en el sistema informático, sino que se asientan sobre la denominada “capa de presentación” del sistema ‒también conocida como interfaz gráfica, que es la que ve el usuario‒, siguiendo instrucciones para realizar tareas altamente estandarizadas y repetitivas como las administrativas (accounts payable, procesamiento de transacciones, registro de pedidos, etc.). Así, una vez definidos los parámetros necesarios, la RPA es capaz de desempeñar eficientemente y con total autonomía las funciones propias de cualquier empleado administrativo.

No hay que confundir, sin embargo, que el tipo más básico de RPA que ejecuta tareas exactamente como se le indica no es una tecnología cognitiva. Las consideradas tecnologías cognitivas van mucho más allá en su grado de autonomía e “inteligencia” y están diseñadas para interactuar, razonar y aprender de una manera muy similar a como lo hace el ser humano.

Mientras que la RPA ya ha impactado de manera significativa en el mundo empresarial, estamos muy cerca de atestiguar un cambio verdaderamente transformador en la economía y la sociedad en general, en tanto que la RPA ya ha comenzado a integrarse con una nueva clase de tecnologías cognitivas. Ejemplo de ello es Amelia, un robot inteligente desarrollado por IPsoft, que actúa como agente en la industria del petróleo y el gas reduciendo el tiempo de inactividad de los equipos para mejorar la seguridad y productividad en el trabajo. Amelia está capacitada para revisar los manuales de las máquinas, las políticas y procedimientos de la compañía, y los registros de mantenimiento de todos los aparatos para facilitar a los técnicos la información que necesitan. Asimismo, este agente robot es capaz de leer, entender el contexto, aplicar la lógica y extraer conclusiones.

Demografía y domótica remodelan la plantilla

A medida que las máquinas se vuelven más sofisticadas, la cantera de talento global se estrecha y encarece. Este es uno de los grandes retos que afronta en la actualidad el entorno laboral y en el que mucho ha tenido que ver el célebre Baby Boom de los años 50, que ocasionó en las décadas siguientes a su apogeo un fuerte repunte de la población activa en numerosos países en todo el mundo. Sin embargo, el progresivo descenso de la natalidad que ha tenido lugar en los últimos años no solo en España, sino también a nivel global ‒fundamentalmente en países desarrollados‒, ha desembocado en la situación actual de escasez de la fuerza laboral, que es otro factor que contribuye especialmente al mayor uso de la robótica.

Pero a medida que las empresas se mueven hacia la automatización crece su necesidad de contar con “talento digital” para gestionarla. Esto representa un desafío importante, ya que cada vez son menos los jóvenes que deciden estudiar una carrera técnica o de ciencias. En España, por ejemplo, los estudiantes de nuevo ingreso matriculados en universidades públicas dentro de estas carreras pasaron de 76.053 en el curso 2002-03 a 63.845 en 2013-14, lo que supone una disminución del 16% en trece años, según los datos del Ministerio de Educación.

Ante esta progresiva contracción de la oferta científico-técnica, las empresas están buscando oportunidades que les permitan aprovechar la creciente “fuerza digital” en sustitución de la menguante “fuerza humana”. Algunos call centers, por ejemplo, ya han comenzado a tramitar consultas a través de las redes sociales o de chats, utilizando después la RPA para automatizar esas interacciones.

A pesar de algunos pronósticos, y para la tranquilidad de muchos, los mencionados expertos de KPMG concluyen que la RPA no causará un desempleo catastrófico a nivel global. Más bien supondrá la automatización de tareas relativamente simples y estandarizadas que permitirá a los empleados dedicar su tiempo a funciones estratégicas de mayor valor agregado.

¿Supone entonces la RPA un peligro para el empleo? La respuesta es no. Pero sí transformará por completo el entorno laboral que hoy conocemos.

Inés Araguás Fuentes

  • Por KPMG
  • 11/01/2016