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Son innumerables los balances económicos leídos en estas tres semanas dando cuenta de los grandes avances alcanzados por Chile en estos 30 años.

Una de las conclusiones benévolas de lo acontecido en este breve lapso de tiempo podría entenderse como una crisis de crecimiento, habitual en países u organizaciones privadas que suben de manera casi explosiva, generándose necesidades distintas a las del momento de la partida (1990) en sectores que se han ido quedando rezagados y solicitan nuevas atenciones.

En efecto, veamos algunos datos en esta línea publicados por distintos expertos que confirman el firme paso mantenido por Chile camino del desarrollo, aunque demoras como las desavenencias políticas locales y/o un panorama internacional enrevesado retrasan este añorado objetivo de los distintos gobiernos que han conducido la nación.


La década de los noventa se distinguió por una tasa media de ascenso del 6,1%. Al inicio de esta, el porcentaje de pobreza se situaba en el 68%, al concluir ese decenio se había reducido a un 36%. El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita pasó de los 9.030 dólares a 13.676, lo que es igual a una subida de un 51,42%.

Lo anterior coincide con el regreso del país a la democracia en el que todo el espectro político se comprometió a una convivencia en libertad y profundo respeto al Estado de Derecho. Acordaron optar por una economía de mercado abierta, prueba de esto son los 29 tratados de libre comercio firmados que involucran a 65 naciones, que en conjunto representan el 87% del PIB mundial y al 67% de la población global, y cuyo resultado ha permitido ganar en competitividad.

Pero sobre todo se tomó una decisión vigorosa de vencer la pobreza y reducir las altas cotas de desigualdad que había en aquel entonces a través de un incremento constante en igualar las oportunidades al mayor número de personas.


Entre 2000-2009, la evolución de la economía alcanzó un 4,2% promedio, y el PIB per cápita avanzó un 29,8%. En tanto que de 2010-2019 las expectativas apuntan a una expansión promedio del 3,5%, siendo la de menor crecida desde 1970-1979 (2,5%). Y el PIB per cápita avanzará un 18,75%.

Una mirada amplia 1990-2019 nos indica:

  1. Chile subió del sexto lugar a liderar América Latina en relación al ingreso per cápita y el Índice de Desarrollo Humano. El ingreso per cápita se multiplicó por cinco.
  2. Si nos fijamos en la pobreza esta cae desde un 68% a un promisorio 8,6%. Más de ocho millones dejaron la pobreza incorporándose a la clase media.
  3. Si ponemos atención a la desigualdad en los ingresos veremos que está también se ha reducido significativamente. El coeficiente de Gini pasó de un 0,572 de 1990 a un 0,45 de 2017. Y la tendencia hacia adelante apunta en dirección a una mayor minoración de la brecha.
  4. Otro antecedente, referido al 10% más pobre de los chilenos, sus ingresos han tenido un alza de un 439%. A su vez el del 10% más rico lo hizo en un 208%.

Hoy, en Latinoamérica la divergencia de retribuciones de Chile está por debajo de la media regional. Con todo, siendo esto cierto, los estudiosos señalan que estamos ante una gran contradicción. Es verdad que Chile ha sido el país que más ha disminuido la discrepancia medida por ingresos, pero es donde más creció la percepción de disparidad. Proponen, esto podría ser materia de un nuevo pacto, que se mida una “desigualdad horizontal que toma en cuenta la calidad de vida, la segregación entre las personas, el acceso a áreas verdes y el diseño urbano, etc.”.


Crecer y desarrollo son indispensables para que exista justicia social, quienes lo minusvaloren estarán cometiendo un gran error. Es indispensable que se crezca, de esta forma se podrá redistribuir más de lo que se hace hasta ahora, y continuar acercándose a una sociedad más igualitaria.

La notición económica de estos últimos días vino del Banco Central, “la inversión extranjera directa (IED) en Chile llegó hasta los 10.350 millones de dólares entre enero y septiembre, lo que implica un incremento de 116% respecto a lo acumulado en igual período de 2018” se informa.

Estamos en el momento en que las autoridades de todos los signos políticos den un alto a las destrucciones de patrimonio y propiedad privada. Hay elementos muy claros que demuestran que el camino escogido en los noventa sí funciona a pleno rendimiento. Reúnanse las veces que haga falta, es una obligación delinear estrategias de medio y largo plazo por las que debe discurrir la marcha de la patria.

Tomás Pablo Roa, presidente ejecutivo de Wolf y Pablo Consultores, S.L.

Fuente: Wolf y Pablo Consultores S.L.

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