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Un artículo de La Voz de Galicia de mediados del pasado mes de abril, indicaba que casi toda la región se encontraba en riesgo extremo de incendio debido a las altas temperaturas y a los vientos previstos para las siguientes semanas. Este riesgo se hacía todavía más relevante debido a lo secos que se encontraban los montes tras las bajas precipitaciones registradas en los últimos meses; es decir, una campaña de incendios especialmente peligrosa.

Sin duda alguna, los incendios son uno de los principales riesgos medioambientales en Galicia y año tras año al final de la primavera y, sobre todo, en verano se suceden situaciones de crisis que no sólo afectan a grandes extensiones de superficie arbolada, sino que pone en riesgo a los habitantes de algunos pueblos y a sus explotaciones ganaderas y agrícolas.

A la fecha del artículo, la Xunta ya tenía en los montes gallegos 3.000 personas integradas en el dispositivo contraincendios. De manera continua, una parte importante de estas personas forman parte de los dispositivos de prevención contra el fuego. En los últimos años, las medidas preventivas que incluyen labores de limpieza de los montes, la mejora de las infraestructuras de cortafuegos y el control de quemas de rastrojos y actividades similares no han dejado de crecer y sofisticarse.

El incremento y mejora de estas medidas preventivas ha reducido de manera muy significativa el número de fuegos y de superficie arbolada afectada, pero los fuegos se siguen produciendo y es ahí donde las medidas reactivas cobran especial importancia. El mismo artículo indicaba que en julio, cuando comience el período de mayor riesgo de incendios, las personas que trabajen en el servicio de lucha contra el fuego llegarán a 7.000. Y, por supuesto, una gran mayoría formarán parte de los equipos de reacción. De su habilidad a la hora de actuar rápida y eficientemente ante los fuegos que se produzcan dependerá la magnitud de las consecuencias. La diferencia entre un fuego controlado con rapidez y otro que se alargue en el tiempo provocando un desastre natural es tremenda.

Los riesgos y las situaciones de crisis que afrontan nuestras empresas tienen similitudes con la situación de fuegos a la que cada año se enfrenta Galicia y el resto de España. Los riesgos y las crisis se han ido sofisticando y con ello la necesidad de anticipar la gestión de las mismas e implementar medidas preventivas, y de simulación, para su gestión. Pero esto no evita que las empresas y, sobre todo, aquellos grupos con una mayor dimensión, complejidad o presencia geográfica, se sigan enfrentando a situaciones de crisis que requieran una respuesta inmediata y especial.

En la gestión de la reacción ante crisis es imprescindible la velocidad de respuesta que lleve a un diagnóstico certero de la situación y a la puesta en marcha de un plan de acción inmediato que cuente con los recursos necesarios para llevarlo a cabo. Y tanto el diagnóstico como el plan de acción deben ser integrales y ocuparse de todos aquellos aspectos (de comunicación, tecnológicos, legales, financieros o de gestión) que permitan una rápida recuperación de la situación de la empresa. Prevención y reacción al servicio de una gestión más eficaz y exitosa.

Fuente: Deloitte

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