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El sector de telecomunicaciones europeo ha estado marcado en los últimos años por una clara tendencia a la concentración. Una ola de operaciones motivada por la necesidad de ganar competitividad y afrontar las inversiones necesarias en un mercado global “convergente” y por la que una mayoría de países han pasado de cuatro a tres operadores móviles. De esta forma, la Comisión Europea ha visto puesta a prueba su capacidad de evaluar este tipo de operaciones, teniendo en cuenta que las telecomunicaciones suponen sector estratégico para la Unión Europea.

Si se analizan las últimas operaciones, siete desde el año 2015, se aprecia cómo la Comisión Europea habría navegado entre la tendencia de concentración del sector buscando determinar si estas operaciones podían derivar en la aparición de efectos negativos a corto plazo para los consumidores, como la subida de precios o una menor innovación. Unos efectos negativos que, en principio, solo pueden ser compensados mediante la adopción de medidas que aseguren el mantenimiento de la competencia efectiva en unos mercados cada vez más concentrados, pero también más convergentes.

Dado este contexto, cabe apuntar que la Comisión Europea habría evolucionado desde una época de aparente permisividad en la ola de concentraciones entre 2006 y 2014 hacia un mayor endurecimiento de las condiciones requeridas para contar con su visto bueno; un cambio que podría deberse a la aparición de los primeros análisis cuantitativos sobre las consecuencias de las concentraciones ocurridas hace una década.

En concreto, de las siete operaciones de concentración analizadas, dos no han llegado a concluirse, ya que las condiciones presentadas por las partes no disiparon las preocupaciones que suscitaban en materia de competencia. Es el caso de TeliaSonera y Telenor en Dinamarca, que fue retirada por las partes antes de que la Comisión anunciase su decisión, y de Hutchison 3G y Telefónica UK (O2) en Reino Unido, que fue prohibida por la Comisión.

Por un lado, en el caso británico, la operación suponía la creación del mayor operador móvil del mercado, así como la eliminación de la competencia existente entre ambas compañías y la aparición de posibles problemas derivados de los acuerdos de uso compartido de la red. Por otro lado, en Dinamarca, la operación suponía también la creación del mayor operador en términos de ingresos y número de clientes, la posible reducción de los incentivos a competir de la nueva entidad y la reducción en el número de operadores móviles capaces de ofrecer servicios mayoristas.

Estas operaciones frustradas pondrían de manifiesto la tendencia hacia el endurecimiento anteriormente citada de la postura de la Comisión Europea, y pese a que suponen dos pasos hacia atrás en la tendencia de consolidación de cuatro a tres operadores móviles, permitirían conocer un poco más acerca de las condiciones requeridas para obtener su visto bueno.

En este sentido, la aprobación posteriormente de la operación entre Hutchison 3G y VimpelCom en Italia podría representar un paso hacia delante y arroja luz sobre los requisitos que la Comisión vendría a exigir. En esta operación, las partes presentaron, por un lado, una serie de remedios por los que se produciría la desinversión de suficientes activos como para permitir la entrada de un cuarto operador en el mercado. Además, por otro lado, presentaron de forma previa al operador francés Iliad como comprador de sus activos desinvertidos.

Con la luz verde a esta operación, se deja traslucir la importancia que la Comisión atribuye a la entrada en el mercado de un operador capaz de competir creíblemente con los activos de red necesarios y de forma efectiva en el mercado donde tiene lugar la operación de concentración.

Categoria

Telecomunicaciones

Fuente: KPMG

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