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Las empresas se enfrentan a una década marcada por la exigencia y el escrutinio. La historia económica reciente ha provocado una pérdida de confianza en las instituciones, que es necesario recuperar y fortalecer. Más aún ante los complejos retos a los que se enfrenta el mundo: proteccionismo político, incertidumbre geopolítica, cambio de ciclo económico, disrupción tecnológica… Un frágil entorno que, según el Foro Económico Mundial, “pone a examen las capacidades de instituciones, comunidades e individuos”.

En un sistema en el que algunos de sus pilares viven un futuro incierto, la confianza emerge como el elemento cohesionador que permitirá dotar de estabilidad al mundo. Pero otorgar confianza no es sencillo: es necesario el liderazgo y trabajo conjunto de instituciones, gobiernos y compañías, y vincular los objetivos de crecimiento y beneficios a corto plazo con el propósito y valor que se aporta a la sociedad.

Las compañías han tomado nota, y son conscientes de la relevancia de que el crecimiento se sustente en la ética y los valores. No solo importa obtener beneficios, sino cómo se obtienen, y la relación de confianza que se mantiene con los grupos de interés y sociedad. Prueba de ello es que el 58% de los CEOs considera que para alcanzar un éxito sostenible, es necesario mirar más allá del crecimiento financiero, según el CEO Outlook 2019 elaborado por KPMG.

El rol del auditor es indispensable para velar por la veracidad de la información que las compañías comparten
Borja Guinea, socio responsable de Auditoría de KPMG en España.

Para conseguir –y, sobre todo, mantener- la confianza, las empresas deben apoyarse en la transparencia. Sin transparencia no hay confianza, y para ello es imprescindible que los resultados de las compañías sean medibles, comparables y hayan sido verificados por un tercero independiente. “El rol del auditor es indispensable para velar por la veracidad de la información que las compañías comparten”, asegura Borja Guinea, socio responsable de Auditoría de KPMG en España.

También instituciones internacionales como IFAC (International Federation of Accountants) impulsan una mayor concienciación y medidas a favor de construir una confianza más robusta. “La confianza de la opinión pública es esencial para lograr mercados de capitales y economías fuertes. Inspirar confianza requiere instituciones transparentes y responsables, con soluciones innovadoras a largo plazo.”, según asegura Rachel Grimes, anterior presidenta de la IFAC en el informe “Build trust. Inspire confidence”

La mayor exigencia en la cantidad y periodicidad de información que grupos de interés, inversores y sociedad reclaman a las compañías ha tenido también un efecto regulatorio al que se ven sometidas las empresas para dar respuesta a esa creciente demanda. Para la adecuada toma de decisiones en un periodo incierto se demanda información relevante de forma más periódica y detallada, y sobre cuestiones que van más allá de lo financiero, que sigue siendo imprescindible. Una evolución a la que no es ajena el auditor en su función de garante de la fiabilidad de la información proporcionada por los administradores.

De hecho, disponer de información analizada y asegurada por un experto independiente redunda en una mayor confianza de figuras como los analistas de riesgos. En todas las compañías, incluidas las pequeñas y medianas empresas. El informe ‘El valor de la auditoría de cuentas para las pymes en España’ pone de manifiesto que los analistas de riesgo perciben que las compañías que presentan sus cuentas anuales auditadas son percibidas como empresas dispuestas a hacer mayores esfuerzos por cumplir con sus obligaciones financieras, más competentes y más comprometidas con la transparencia.

De la información anual a en tiempo real

Hace diez años los mercados –y como consecuencia, la regulación- exigían a las compañías el reporte de información financiera anual. El auditor aseguraba la fiabilidad de la información aportada a través de un estudio exhaustivo de datos estructurados, seleccionados a través de un muestreo estadístico, de los que proporcionaba un análisis más descriptivo. Pero las nuevas tecnologías y las crecientes demandas de los mercados y la regulación van a revolucionar la información auditada en la próxima década.

“Gracias a la tecnología podemos analizar conjuntos de datos mayores con mayor precisión y granularidad, y con mayor periodicidad”, explica Borja Guinea, socio responsable de Auditoría de KPMG en España. “Si, llevando la demanda de transparencia al extremo, la legislación solicita información de las compañías diariamente, la tecnología nos permitirá analizar esta información en tiempo y forma y publicarla a través de internet”, asegura.

Y es que, al situar la mirada en la próxima década, el socio responsable de Auditoría de KPMG en España apunta a una mayor relevancia de la información en tiempo real. En un entorno volátil, en el que las compañías deben tomar decisiones de forma rápida para adaptarse a la disrupción, los reportes semestrales y anuales pueden quedarse obsoletos.

Gracias a la tecnología podemos analizar conjuntos de datos mayores con mayor precisión y granularidad, y con mayor periodicidad
Borja Guinea, socio responsable de Auditoría de KPMG en España.

En Estados Unidos la información trimestral ya se verifica de forma obligatoria por un auditor independiente, por lo que lo que se observa una clara tendencia a acortar la periodicidad de la publicación de información financiera y no financiera. En la era de la globalización y las fake news, para tomar decisiones es imprescindible disponer de información actualizada pero, sobre todo, verificada.

“Se puede llegar a un punto en el que, para comprar las acciones de una empresa un lunes, la información disponible del viernes anterior puede resultar obsoleta. Y veremos cómo la regulación se adaptará para dar respuesta a las exigencias de grupos de interés sociedad e incluso los propios empleados de una información transparente que genere confianza en el mercado”, indica Borja Guinea.

La relevancia de la información no financiera

Además de un futuro en el que la información reportada llegue a ser diaria, el experto también resalta el aumento de información que las empresas deberán otorgar. “Vamos hacia una información completamente regulada, que comprenda información financiera y no financiera, relacionada con criterios de responsabilidad, buen gobierno, sostenibilidad, igualdad…”, afirma Borja Guinea.

Las empresas se enfrentan a una exigencia creciente que ya no puede estar basada en un propósito y valores, sino ser palpable con datos. Y ser verificadas por un tercero. “Independientemente del tipo de información que requieran los mercados de capitales para su correcto funcionamiento deberá ser verificada, por lo que el auditor continuará siendo indispensable para otorgar la confianza necesaria en el sistema”, subraya.

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En este proceso de verificación de una mayor cantidad de información y a una velocidad creciente, la tecnología jugará un papel esencial. Permitirá realizar un análisis de poblaciones completas de datos –estructurados y no estructurados- gracias a la inteligencia artificial y los algoritmos complejos, disponiendo además de un servidor en la nube que permitirá acceder a la información en tiempo real. Unas herramientas que además mejorarán la relación entre auditor y auditado, ya que el flujo de datos entre compañía y auditor será constante, y se podrán gestionar las peticiones y la información recibida de forma centralizada.

El empleo de nuevas tecnologías en la auditoría requerirá de la incorporación de nuevos perfiles, con habilidades digitales y formación STEM (ciencias, ingenierías y matemáticas), que se sumarán al auditor ‘tradicional’. Un equipo de profesionales con el último objetivo de mejorar la calidad de las auditorías. A través de la progresiva incorporación de tecnologías, el auditor podrá aportar un análisis más exhaustivo, poniendo de manifiesto su conocimiento y experiencia y se pasará de conclusiones descriptivas a predictivas.

De este modo, el rol del auditor no hará sino incrementar su relevancia conforme aumente el nivel de información requerida por el mercado de capitales. “La fiabilidad en el sistema continúa siendo necesaria, por lo que nuestro papel no va a cambiar en la próxima década; son necesarios profesionales que velen por que la información que se pone a disposición de los grupos de interés es veraz, correcta, transparente, independiente… “, afirma Borja Guinea.