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Blockchain es un término cada vez más debatido en muchas empresas, en unos casos porque se intenta interpretar y, en otros, porque ofrecen ya resultados los primeros proyectos piloto llevados a cabo con esta tecnología. Al tratarse de un concepto difícil de comprender, mantiene ciertas barreras de entrada que, como veremos, no tienen demasiada justificación, por cuanto se trata de tecnología segura, estándar y de confianza, que muchas empresas ya están aprovechando.

La idea de Blockchain parte de un principio esencial en la seguridad lógica; nadie puede violar un sistema que no reside en un lugar concreto o que, mejor dicho, reside en muchos lugares al mismo tiempo. Con apenas una década de existencia, el enorme potencial de “la cadena de bloques” es consecuencia directa de la sencillez e inteligencia de su planteamiento y ya ha demostrado sus cualidades en su primer gran ejemplo práctico, la red que opera todas las transacciones mundiales realizadas con Bitcoin, la primera moneda virtual de la historia.

Blockchain parte de la necesidad de contar con un sistema que sostenga y garantice las operaciones económicas que se realizan en el entorno digital. Y, para ello, lo mejor es descomponer una transacción entre particulares, en una serie de bloques independientes que luego se distribuyen por una enorme red y que sólo el destinatario de la misma es capaz de volver a ordenar.

Se precisa, para ello, una enorme red distribuida a escala global, un registro de todas las transacciones digitales y un gran almacén o base de datos final que, de igual forma, se mantiene totalmente a salvo de posibles ataques. Es el carácter distribuido del concepto lo que al final blinda la transmisión de cualquier activo (tangible o intangible) entre sus miembros.

La palabra clave de los sistemas Blockchain es “confianza” y tiene el potencial de transformar todas y cada una de las industrias actuales. Si bien el foco ahora se centra en los servicios financieros, la logística, los servicios públicos, la salud y, en especial, la cadena logística, donde coinciden todos los actores del mercado y a los que esta tecnología identifica con certeza. En pocas palabras, cualquier sector con necesidad de confianza, donde artificialmente se mantenga un intermediario es susceptible de obtener beneficios de ella.

Su puesta en marcha provoca mejoras de eficiencia operativa y la capacidad de digitalizar completamente el proceso, ganancias en la utilización de los recursos (materiales y personales), y eliminación de disputas. Quizás por ello, un 33% de los directivos encuestados en empresas de todo el mundo ya ha adoptado Blockchain, o se plantea su próximo uso. Y el 57% de las más grandes corporaciones ya se ha planteado trabajar en el desarrollo de este sistema colaborativo, mientras que el 66% de ellas espera tener la tecnología integrada en su infraestructura, a finales de este mismo año.

Además, si se tiene en cuenta que el 90% de los productos del comercio mundial son transportados vía marítima, adquieren especial relevancia acuerdos, como el suscrito por IBM y Maersk, para aplicar la tecnología Blockchain en la gestión y rastreo de las decenas de millones de contenedores que están constantemente en tránsito por todo el mundo, o el proyecto que está protagonizando Wallmart para desarrollar una solución de trazabilidad alimentaria, llamada “The IBM Food TrustTM, capaz de identificar el origen de un alimento en segundos, frente a los 7 días previos a la implantación de esta solución.

El gran tamaño de los ejemplos mencionados no significa que Blockchain también tenga un atractivo especial para pequeñas o medianas empresas que pueden participar en ecosistemas, donde haya múltiples compañías de estas características, que se agrupen para compartir intereses. Este ha sido el caso de la pequeña ONG española it-willbe.org, que ha decidido recientemente apostar por esta alternativa para garantizar a sus donantes la máxima transparencia en la ejecución de sus proyectos.

Sin embargo, también hay que reconocer que Blockchain no resulta de utilidad para cualquier empresa y es preciso valorar su idoneidad, caso por caso, así como apuntalar los proyectos con métricas que demuestren su valor de manera clara para el negocio.