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En las últimas semanas, por razones que no vienen al caso, he tenido ocasión de mantener algunos contactos con la comunidad universitaria. Encuentros así son refrescantes. Uno no puede evitar acordarse con nostalgia de tiempos pretéritos, cuando allá por los primeros años 80 estudiaba Económicas en la Universitat de València.

Desde entonces, todos hemos cambiado mucho; la Universidad, también. Y lo digo con cierto conocimiento de causa, porque en PwC tenemos un estrecho contacto con las universidades, que son el yacimiento principal de nuestros profesionales. El año pasado, en PwC España contratamos 446 universitarios, así que alguna cosa sabemos de cómo salen los jóvenes de la Universidad y lo que quieren.

¿En qué ha cambiado la Universidad en los últimos 30 años? Desde luego, hay mucha más competencia, por la abundancia de universidades públicas y privadas, lo cual siempre es bueno. Pero el rasgo más característico que veo hoy en día, y que marca una gran diferencia con la educación superior de entonces, es la proyección hacia el exterior. La universidad ya no se puede concebir con criterios locales o nacionales, porque no existe formación ni investigación seria que no sea internacional. La apertura a nuevos horizontes, tanto de los docentes como de los propios estudiantes, es una condición sine qua non para tener una universidad excelente.

En realidad, nos guste o no (y a mí me gusta), ese es el signo de los tiempos. Estamos más internacionalizados que nunca, lo cual se refleja en todos los órdenes de la vida. Lo vemos cada día en el mundo de las empresas, muchas de las cuales han tenido que abrirse a los mercados exteriores, por voluntad propia o a la fuerza, para sobrevivir. Las universidades, como las empresas, tienen que adaptarse a un mundo fluido, que está en cambio permanente y que cada vez gira a mayor velocidad. Nos movemos en un escenario sin fronteras, que reclama investigación e innovación, que promueve la transferencia de conocimientos y que premia el emprendimiento.

¿Nos estamos adaptando bien en España a esa situación? Yo diría que a medias. Nuestras universidades no están bien posicionadas en los rankings mundiales y eso hay que achacarlo en parte a las insuficiencias, con excepciones, de sus programas internacionales. Tenemos que salir más, estimular los intercambios, atraer a estudiantes extranjeros, abrir las ventanas, dejar que corra el aire. Con el fin de ayudar a resolver esas carencias, en PwC hemos ideado una solución para la gestión integral de la movilidad internacional de profesores y alumnos, que facilita a las universidades y a las escuelas de negocio un tratamiento eficiente de todas las implicaciones (fiscales, laborales y administrativas) que tienen los desplazamientos a otros países.

En mi época de estudiante en Valencia no había muchas oportunidades de participar en programas internacionales. ¡Quién hubiera pillado entonces una buena beca Erasmus! Ahora, la internacionalización del conocimiento es un componente básico de la experiencia educativa. Ojalá sepamos aprovechar esa tendencia a la proyección exterior, porque está en juego el futuro de nuestros jóvenes, que es como decir de toda la sociedad.

Carlos Mas Ivars, presidente de PwC España - Blog

  • Por PwC
  • 29/07/2014