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Preocupadas por subsistir en el día a día, muchas empresas han dejado de mirar al largo plazo. Sin embargo, para que un negocio crezca y se mantenga a lo largo del tiempo son necesarios tanto unos buenos cimientos como una continua alineación y reajuste de los objetivos y principios de la empresa a las circunstancias y demandas del mercado.

La sostenibilidad empresarial trata precisamente de esto, del largo plazo. Es un enfoque de gestión que trata de crear un continuo valor –tanto económico como social y ambiental- adaptando continuamente los procesos y políticas corporativos al contexto local en el que desarrolla su actividad la empresa. El respeto al medio ambiente es la cara más conocida de este estilo de gestión, pero también implica cuestiones éticas, económicas y de responsabilidad social corporativa, puesto que las empresas son piezas fundamentales en la evolución y riqueza de las comunidades sociales de las que forman parte. ¿Cómo distinguir a una empresa sostenible de otra que no lo es? En general, las empresas sostenibles comparten una serie de características:

- Otorgan un gran valor a las personas. El equipo humano de la empresa es su principal activo y procuran fomentar el trabajo en equipo, la comunicación y la colaboración continua. Todo ello se traduce en la generación de conocimiento colectivo.

- La plena orientación al cliente. La continua satisfacción de las demandas y necesidades del cliente es su auténtica razón de ser. Sin clientes, no hay empresa.

- Las alianzas estratégicas con los proveedores. Con la globalización de los mercados y la complejidad creciente de las redes de suministro, establecer relaciones sólidas y de confianza con los proveedores es un paso obligado para garantizar la sostenibilidad de la empresa.

- La ética y responsabilidad social como base de todas las actuaciones de la empresa. El escrutinio de la sociedad y de los grupos de interés (accionistas, inversores, legisladores…) es continuo, por lo que la empresa sostenible nunca debe relajarse en el cumplimiento de sus principios.

- La conciencia medioambiental, reflejada tanto en los procesos de producción y emisiones como en el consumo energético y en las prácticas de reutilización y reciclaje, entre otros muchos aspectos.

Para poder medir todos estos indicadores, analizar los resultados obtenidos y rectificar en aquellas áreas que sea necesario, las  empresas disponen de herramientas de gestión y de modelos de excelencia como el EFQM. El objetivo de la empresa sostenible será siempre la gestión eficaz y eficiente de sus recursos para satisfacer las necesidades de la generación actual sin poner en peligro la capacidad de satisfacer las necesidades de las generaciones futuras.

Aunque muchos lo pongan en duda, incorporar el valor de la sostenibilidad en el ADN de la empresa puede convertirse en su mejor aliado y en una ventaja competitiva que da respuesta a una demanda social creciente de un mayor compromiso de sector empresarial hacia el desarrollo sostenible.

Escrito por Alfonso Ramos
Director de Seidor Estrategias