Consultoría & Consultores

Con la excusa de lo digital, llevamos años pronosticando disrupciones. Armados de la experiencia de la destrucción creativa de mercados enteros por la aparición de innovaciones disruptivas, los consultores digitales pontificábamos con la ineludible necesidad de transformarse para no sucumbir a la próxima. Y en estas andábamos cuando un minúsculo virus, al que no puede calificarse ni de ser vivo, venía a darnos, lamentablemente, la razón. La disrupción real no venía provocada por una nueva tecnología que condenase a la obsolescencia a una propuesta de valor, a un modelo de negocio, a la posición de un intermediario en una cadena de valor; la disrupción no afectaba a un sector concreto, sino que era universal, dañaba a todas las industrias y a todos los tamaños de compañía. La crisis derivada de la pandemia de la COVID-19 tiene proporciones bíblicas, va a destruir mucho valor, puestos de trabajo, empresas, de manera generalizada y en buena medida inevitable.

Pero no deberíamos desaprovecharla

La COVID-19 no cambia nada, aunque lo cambie todo. El cáncer de la irrelevancia, de la obsolescencia, ya estaba en nuestras organizaciones, apenas detectable, omnipresente y silencioso, bajo el radar. Enfrascados en el día a día y en la obtención de resultados, en el obcecado mantenimiento del statu quo, obviábamos la realidad de que necesitábamos convertirnos en animales competitivos diferentes, más rápidos, más ágiles, más flexibles, más resilientes, más innovadores, más disruptivos, menos complacientes. A salvo en nuestras estructuras jerárquicas tradicionales nos olvidábamos de lo importante y nos escudábamos en los indicadores de rendimiento, en los resultados a corto, en las líneas estratégicas y en los innumerables proyectos, en las tareas imprescindibles que, como por ensalmo, han sido borradas de un plumazo por una enfermedad que al principio creíamos poco más importante que una gripe.

"Comprobamos que las personas son autónomas, que aprenden rápido, que están preparadas para nuevos retos, que nos han sacado las castañas del fuego sin que tuviésemos que controlarlas".

La crisis, en días, en horas, nos obligó a reinventar la manera en la que trabajábamos. Algo modesto, de acuerdo, táctico, el lugar en el que desarrollábamos nuestras tareas, sólo eso. Pero lo hicimos. Nos deshicimos de lo accesorio, priorizamos lo importante, reaccionamos, nos transformamos, y descubrimos que nuestra gente es muy buena, muy capaz, muy potente, merecedora de confianza. Comprobamos que las personas son autónomas, que aprenden rápido, que están preparadas para nuevos retos, que nos han sacado las castañas del fuego sin que tuviésemos que controlarlas.

¿Volver a la normalidad? Ni pensarlo. Hay que hacer todo lo contrario. Respondamos al reto, creámonos la urgencia, hagamos de la necesidad virtud. Tenemos lo que hace falta para cambiar nuestra empresa, sólo nos hace falta dejar que el talento se exprese, romper con lo que creemos saber y acelerar hacia un nuevo futuro que no tiene reglas fijas.


Alberto Delgado

Director de Seidor Digital