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Si tuviéramos que definir qué es un conflicto, podríamos decir que se refiere a una situación en la que dos personas no están de acuerdo con la forma de actuar de una de ellas, o con que una de las partes tome una decisión sin haber tenido en cuenta a la otra. Los conflictos son inherentes a la condición humana y se podrían definir como una tensión de opuestos. Son parte esencial de nuestra vida y nos pueden guiar hacia un nivel mayor de conocimiento, sin embargo, sólo los percibimos como lucha, pelea o ruptura ¿Por qué sucede esto…? Porque en muchísimos casos los conflictos no se gestionan ni correctamente ni en el momento oportuno. Muchas heridas quedan abiertas, tanto en el campo personal, familiar como profesional, como consecuencia de conflictos mal gestionados, mal comprendidos o mal cerrados.

Debido a esto, muchas personas creen que los conflictos son intrínsecamente malos, y que por tanto han de eludirse, puesto que así lograremos alejar de nosotros sus consecuencias más o menos fatales. La premisa que debería manejarse es la contraria, porque lo malo no es el conflicto, que es inherente a la condición humana, sino permitir que crezca en la oscuridad y genere otros conflictos a su alrededor. En este caso el tiempo aumentará su tamaño e irracionalidad, lo que hará más costosa, cuando no imposible, su solución.

El conflicto, si se gestiona bien es bueno e incluso necesario para la reflexión, el progreso, la transformación y, en consecuencia, para el avance en cualquier campo. Nos impulsa a pensar, idear y resolver: nos saca de la inercia y la pasividad. Nos impulsa a tener que ser pro-activos.

La incorporación de la institución de la familia al modelo organizacional de la empresa genera innumerables situaciones problemáticas, principalmente debido a que no existe una separación clara entre los asuntos de la empresa con los de la familia. De esta forma, el conflicto organizacional típico de cualquier empresa toma una nueva dimensión derivada de los lazos de parentesco que agregan factores emocionales a los estrictamente profesionales. En consecuencia, las interrelaciones entre ambas instituciones, familia y empresa, generan problemas y conflictos a los cuales no solo hay que ponerles solución sino que hay que saber prevenirlos y en la medida de lo posible evitar que se produzcan.

Es necesario tomar cierta distancia en los conflictos que surgen en las empresas familiares, para comprender mejor la dinámica de la empresa y para ver cómo interactúan las partes implicadas de la familia.

Generalmente, los conflictos surgen cuando las cosas no están claras, o no se entienden bien. Es aconsejable establecer un procedimiento de resolución de conflictos, y todos los miembros de la familia deben conocerlo perfectamente e incluso tenerlo por escrito.

Cuando pregunto a fundadores de empresas familiares, ¿cúal es uno de sus sueños?, en muchos casos dicen que perdure su empresa en el tiempo y que las siguientes generaciones continuen con su crecimiento y con los mismos valores familiares; por ello, que la Empresa perdure en el tiempo con rentabilidad, competitividad y hasta con sostenibilidad, y la familia sea feliz, es fácil de decir, pero no tanto de llevar a cabo, o al menos eso demuestran las familias empresarias que dedican tiempo y medios para conseguirlo.

El esfuerzo que tendrá que hacer una familia empresaria para evolucionar en el tiempo será directamente proporcional en la Familia, al número de miembros familiares que la componen, y en la empresa, al volumen de negocio y tamaño empresarial. Por ello es clave, definir e implementar un proceso de ordenación que facilite el tránsito generacional a través de la elaboración de un código de conducta consensuado por la familia empresaria que prevea posibles conflictos en un futuro.

Definir qué roles, qué funciones se desarrollan en cada dimensión, qué miembros deben estar y qué competencias son necesarias para que sean eficaces, son los factores más importantes para que la empresa avance en un mundo cada vez más globalizado y cambiante.

En el ámbito familiar, será clave la creación de un consejo de familia donde se conciban las acciones de la empresa familiar no como una inversión individual, sino como un patrimonio común de toda la familia.

En cualquier caso, tanto en la empresa como en la familia, los miembros que participen en ella deberán ser realmente proactivos con voluntad de estar de acuerdo en los valores a custodiar, con una comunicación franca y sincera que será el instrumentos fundamental y el vehículo más importante para el bien de la familia y su empresa.

Así pues, tanto en el ámbito empresarial como en el ámbito familiar, deberíamos tener en cuenta los siguientes aspectos a la hora de resolver un conflicto:

  • Los conflictos siempre conviene abordarlos en su inicio, no dejarlos crecer para evitar el efecto bola de nieve.
  • Tenemos que poner a funcionar nuestra empatía al límite. Si logramos comprender el punto de vista de la otra parte, podremos elaborar una argumentación sólida, que permita mejorar la visión y comprensión sobre el conflicto que tratamos.
  • Es necesario contar con varias alternativas de solución y estar dispuesto a escuchar diferentes enfoques o argumentaciones.
  • Tener muy presente los límites dentro de los cuales nos podemos mover y, todo aquello que está fuera de nuestro alcance decidir.
  • El momento y lugar para su tratamiento. No se puede hablar en cualquier momento de cualquier cosa.
  • Debemos prepararnos para el tratamiento del conflicto. Esto significa: reflexionar y preparar argumentos en lo concerniente al tema o contenido de la discusión.
  • Prepararnos nosotros mismos, para estar tranquilos. Es importante ser conscientes de cómo nos sentimos al abordar esa problemática concreta, con esa persona o personas determinadas. Si conseguimos prepararnos podremos controlar mejor nuestros nervios y nuestras ansiedades.
  • Tener claras cuáles son mis expectativas de resolución y si son realistas.
  • Estimar un tiempo razonable para la duración de la discusión, lo que constituirá un parámetro para evaluar la calidad del proceso de resolución. En qué medida está siendo útil o estamos perdiendo el tiempo.
  • Estar atento en todo momento a la tentación que puede surgirnos, a nosotros mismos o al otro, de querer ganar a toda costa.

Y todo ello hará que consigamos una organización con actitud positiva para la resolución de conflictos, que siempre van a aparecer. Y esa resolución positiva sumará a la innovación, la creatividad, la productividad y la competitividad de la empresa. Por ello, si además del trabajo individual se trabaja en equipo, valorando la diversidad como una oportunidad para mejorar, se buscan beneficios mutuos, uniéndose hacia los objetivos cooperativos, prevaleciendo el bien colectivo ante el bien individual, se faculta a los colaboradores para que se sientan útiles y hábiles para que ellos mismos gestionen los conflictos y manejen sus diferencias de manera productiva y se reconoce y se premie con generosidad cuando lo hagan, habrá muchas más posibilidades de que la resolución positiva de conflictos en la empresa y en la familia redunde en el alto rendimiento, la excelencia empresarial y el bienestar familiar que siempre se va buscando para perdurar.

La resolución de conflictos mediante un verdadero dialogo, una franca comunicación, unos canales adecuados de información y con apoyo externo que sea lo suficientemente objetivo e independiente para ayudar a tomar decisiones acertadas para la empresa y con la emoción justa para tener en cuenta lo que piensa la familia, es clave para la continuidad de la familia empresaria.

La posición en un conflicto…muchas veces no se limita a la decisión que se toma, sino a sus consecuencias”

Carmelo Sierra Sierra fundador y director de Sierra Consulting