Hoy en día, la flota de coches autónomos de Google ha recorrido más de diez millones de millas en carreteras abiertas al público; el sector industrial dispone de más de dos millones de robots funcionando y dos de cada cinco personas realizan búsquedas en Internet utilizando su voz. Hace no tanto tiempo, estas tecnologías eran cuestiones casi de ciencia ficción. Ahora son realidades de nuestro día a día. Aunque, todavía, las pastillas anti envejecimiento o los viajes turísticos en el espacio, estén lejos.
Mientras la Cuarta Revolución Industrial tiene lugar, ¿cómo podemos predecir qué tecnologías futuristas se convertirán en realidad (y tendrán un verdadero impacto en nuestras vidas y en nuestros negocios)? ¿Y cuáles quedarán en recuerdos de películas de ciencia ficción?
Bienvenidos al mundo de la tecnología futurista. No puedo asegurar que mis predicciones vayan a acertar al 100% pero, en el pasado, he hecho mis pinitos. Por ejemplo, estuve asesorando en la película de Steven Spielberg, Minority Report, en 2002, que tenía lugar en un mundo basado en el reconocimiento facial, en la publicidad personalizada y en los coches autónomos, antes de que estas tecnologías se hicieran realidad.
Hacer predicciones y que se cumplan es una satisfacción personal, está claro. Pero, desde un punto de vista pragmático imagina lo que hubiera podido suponer para tu compañía y para tí, haber adelantado la adopción masiva de los teléfonos inteligentes. Dado el tremendo impacto disruptivo de la nuevas tecnologías, cualquier líder empresarial capaz de ver cuáles serán las tecnologías ganadoras tendrá, de inicio, una gran ventaja competitiva.
El tercer trimestre del año pasado, el transporte mundial de asistentes de voz alcanzó los 19.700 millones de unidades, un aumento del 137% respecto a 2017
No es fácil hacer previsiones en el ámbito de la tecnología. Tal y como establece Michael Porter en su Five Forces Framework, supone entender un conjunto de fuerzas y tres grandes factores:
El contexto incluye las actuales corrientes políticas y económicas. Hubiera sido difícil de imaginar el desarrollo tan extraordinario de la energía nuclear sin, por ejemplo, el efecto de la Segunda Guerra Mundial, que dio lugar al Proyecto Manhattan. Factores microeconómicos, tales como las infraestructuras existentes, también puede impulsar o acabar con una tecnología -o retrasar su éxito-. Por ejemplo, a principios de los años 2000, se destinó una cantidad enorme de capital riesgo a las tecnologías que hacen posibles las energías limpias -y todavía tuvo que pasar tiempo hasta que tomaron cuerpo-. Estos primeros inversores se dieron cuenta de que no se puede cambiar un sistema de distribución de energía de la noche a la mañana.
La tecnología, además, tiene que ser viable por sí misma. Los jetpacks -en español, cinturones o mochilas voladoras-, no parece que vayan a ser factibles en un futuro cercano porque es imposible saltarse las leyes de la física.
Finalmente, hay que tener en cuenta, las barreras potenciales de una tecnología. Los reguladores y los nuevos competidores son algunas evidentes. Allá donde existen compañías que dominan el mercado gracias a su extraordinaria capacidad de marketing y de distribución, será muy difícil que triunfe una nueva tecnología, salvo que sea extremadamente buena y atractiva.
Con todos estas reflexiones en la cabeza, analicemos la evolución de los asistentes de voz digitales como Alexa de Amazon, Siri de Apple y el lanzado por Google. Estos dispositivos prometen hacer nuestras vidas mucho más fáciles con la ayuda de la Inteligencia Artificial. Si dependiera de las compañías de tecnología, los asistentes de voz pronto estarán por todos sitios, incluidas oficinas, habitaciones de hotel y cada una de las habitaciones de nuestras casas, incluso en los baños.
De hecho, los dispositivos de voz inteligentes están empezando a encontrar un lugar en muchos hogares. El transporte mundial de este tipo de dispositivos alcanzó los 19.700 millones de unidades en el tercer trimestre de 2018, un aumento del 137% respecto a 2017, según la firma de investigación de mercados, Canalys. Para hacernos una idea hasta dónde puede llegar esta tecnología, miremos a los dispositivos inteligentes a través de la lupa de nuestros tres factores:
Según una encuesta realizada por Adobe en Estados Unidos, el uso más popular de los dispositivos de voz son como reproductores de música (70%), para saber la previsión meteorológica (64%) y para responder preguntas divertidas (54%). Pero el potencial es enorme. Incluso hoy en día, los asistentes son capaces de conocer los gustos personales de cada uno y, a partir de ellos, hacernos algunas propuestas. Por ejemplo, puedes configurar Alexa, Siri o Google para que cuando llegues a casa y se lo digas, automáticamente reactive los termostatos, encienda las luces, ponga tu programa de radio preferido, reproduzca tus mensajes de voz y mande un mensaje de texto a tu mujer.
En el futuro, tu asistente de voz podrá hacer prácticamente cualquier tarea, integrado con tus aplicaciones, tu coche autónomo y con el resto de dispositivos, te hará la compra y gestionará tus citas.
El segundo, es la inercia. Los consumidores necesitan un cierto nivel de servicio, comodidad y una reducción de los precios antes de que se produzca su adopción en masa. Y, el tercero -y más importante- la resistencia de muchos negocios, establecidos desde hace años, a perder su relación directa con los clientes.
En mi opinión, los asistentes de voz se encuentran ahora en la misma situación que cuando Blackberry estuvo en su punto álgido -es atractivo y útil pero ofrece solo una mínima parte de su valor, que está todavía por descubrir, como hizo el iPhone-. A partir del análisis de de los tres factores claves, previamente citados, tengo la confianza en que los asistentes de voz pronto tendrán tanta influencia en nuestras vidas y en nuestro negocios como la tienen, hoy en día, los teléfonos inteligentes.
Armando Martínez-Polo - Socio responsable de Consultoría Tecnológica