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En este artículo contamos el caso de uso de un modelo de detección de fraude de identidad o de solicitud. Solución planteada, desarrollo del modelo, resultados del mismo y posibles mejoras.

El fraude de identidad o de solicitud

Según la AEECF (Asociación Española de Empresas Contra el Fraude), el fraude on-line está creciendo de forma exponencial debido a la proliferación de dispositivos electrónicos. Los ataques de phishing (técnica por la que se pretende engañar al usuario para que facilite información confidencial: datos personales, número de tarjetas de crédito, claves o contraseñas)han experimentado un crecimiento del 87% en los últimos años.

Entre los fraudes on-line más habituales, la AEECF considera que el fraude de identidad, aquel en el que el defraudador se hace pasar por un tercero para obtener un beneficio personal, es el ataque más habitual en sus organizaciones. En segundo lugar se sitúa el fraude de solicitud, que puede ser fraude de primera persona o fraude de tercera persona. El fraude de primera persona lo comete el infractor mediante una alteración de sus datos para engañar a la entidad o perjudicar la decisión de crédito, mientras que en el fraude de tercera persona asume la suplantación de identidad o el uso de identidades ficticias.

Generalmente, los fraudes de identidad y de solicitud quedan ocultos en las pérdidas de malos pagadores, es decir, los clientes que se retrasan en el pago. Por esa causa, los analistas no lo identifican como fraude (salvo en contados casos) y la empresa nunca se recupera de las pérdidas.

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