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“Sin precedentes” ha sido un calificativo muy empleado estos días para describir el impacto de la Covid-19 en la economía. Pero, de alguna forma, se queda corto para hablar de las consecuencias de la pandemia en el sector del transporte aéreo. No es la primera vez que unos acontecimientos históricos extraordinarios ponen de relieve la fragilidad de esta industria que, como consecuencia de sus altos costes fijos, suele sufrir enormemente cualquier parón del tráfico aéreo o cualquier caída fuerte en la demanda. Pero lo que está experimentando a raíz del coronavirus supera con creces cualquier circunstancia anterior y las peores pesadillas que uno pudiera imaginarse.

Por eso, el equipo de Strategy&, la consultora de estrategia de PwC en Reino Unido, ha llevado a cabo un análisis de la situación actual y las perspectivas de futuro (pdf).

Por supuesto, esta crisis no solo impacta a las aerolíneas. La lista de afectados es muy larga: perjudica a los fabricantes, a los proveedores de mantenimiento, reparación y reacondicionamiento -también conocidos como MROs, por sus siglas en inglés- y a sus respectivas cadenas de suministro. Los negocios de leasing y operadores aeroportuarios también se ven golpeados, al igual que los establecimientos comerciales que se encuentran dentro de las terminales. También las poblaciones alrededor de aeropuertos y fabricantes, que suelen estar empleados en esta industria, son parte de la ola de damnificados.

La IATA –International Air Transport Association– ha estimado que, a nivel mundial, alrededor de 15 millones de puestos de trabajo del sector podrían estar en peligro por la pandemia. Además, la ACI –Airpots Council International– calcula que el tráfico de pasajeros en los aeropuertos europeos caerá en más de 700 millones de personas en 2020.

Entre los pocos frentes de optimismo abiertos ahora mismo para el sector está el del precio actual del petróleo, claramente a la baja

No está muy claro cuánto durará esta situación. El destino del sector está particularmente ligado a la evolución de los confinamientos, a los rebrotes y a las restricciones a los viajes. Pero es que, además, también está inextricablemente unido a la evolución de la economía en general, dado que de ella dependerá nuestra capacidad, tanto a nivel doméstico, como de las empresas, para poder volver a gastar en viajar de nuevo.

¿Qué estamos aprendiendo?

Medidas (y pérdidas) extremas. Tras el parón repentino e inmediato del sector, las aerolíneas se movieron rápidamente para reestructurar o refinanciar su negocio. Algunas presionaron a los gobiernos para obtener apoyos adicionales, solicitar líneas de liquidez o acordar préstamos con entidades financieras. No son pocas las que se han quedado por el camino. En España, Iberia ha pedido que nuestro país lleve la delantera en el diseño de un plan europeo de rescate para el sector. Su presidente, Luis Gallego, ha definido recientemente la situación provocada por la pandemia como “la mayor crisis de la historia de la aviación”.

Guillaume Faury, director general de Airbus, ha descrito la situación en términos casi idénticos: «La crisis más grave que la industria aeroespacial haya conocido jamás». La compañía francesa ha experimentado unas pérdidas de 481 millones en el primer trimestre. Mientras, su eterna rival, Boeing, vio esfumarse 1.700 millones de dólares. La producción de flotas de grandes aviones comerciales se ha reducido entre el 30% y el 50%, lastrada por el aplazamiento o la cancelación de pedidos.

¿Volveremos a volar igual? Uno de los cambios más transversales que se ha desencadenado con la pandemia ha sido la adopción masiva del teletrabajo. Para aquellos a quienes el trabajo en remoto les haya funcionado, la pregunta es obvia: ¿cuánto de lo que se solía hacer en los viejos tiempos era más un hábito que una necesidad? Por ejemplo, el de los viajes de negocio, cuya utilidad empieza a ser examinada con lupa. A nivel personal, los consumidores también van a pasar más estrecheces y es de esperar que los más afectados por la crisis no puedan irse de vacaciones este año.

Mejor aplazamientos que reembolsos. Aunque los viajeros europeos están en su derecho de solicitar el reembolso por los viajes cancelados, muchas aerolíneas están ofreciendo vales para aplazar los viajes, en un intento de retener esa cantidad y de persuadir a los pasajeros de volar tan pronto como sea posible. Las aerolíneas que estén dando esta posibilidad tienen que asegurarse de que sus clientes serán capaces de reservar sin problemas y de que las rutas que les interesan estarán disponibles. También deberían tener en cuenta que, en esta reactivación de la normalidad, muchos de los viajeros se habrán acogido a esta fórmula, por lo que no pagarán por su vuelo.

Pequeñas luces en el horizonte. Entre los pocos frentes de optimismo abiertos ahora mismo para el sector está el del precio actual del petróleo, claramente a la baja. Según un análisis de IATA, se espera una caída del crudo del 31%. Esto ayudará a las compañías a abaratar uno de sus costes más relevantes y poder hacer cálculos sobre lo que conllevará la reactivación de las distintas rutas.

¿Cómo responder?

Si no puedes salir reforzado, sal más listo. Aunque sea muy poco a poco, el sector aéreo irá remontando. Y las compañías ya deberían tener en mente cómo quieren que sea esa vuelta. ¿Qué rutas seguirán siendo viables? No des por hecho que aquellas que solían ser rentables en el pasado vayan a seguir siéndolo en el futuro, sobre todo, si dependen mucho del viajero de negocios. Piensa también en el impacto que esto tendrá en los aeropuertos. Es probable que esta tendencia favorezca a los grandes sobre los pequeños, y a que en el abandono de algunas aerolíneas se liberen oportunidades.

Compañías, proveedores, fabricantes y arrendadores también deberían trabajar estrechamente para prever posibles escenarios de reactivación y asegurarse de que cuentan con flexibilidad para ampliar flotas cuando sea necesario. Esto puede incluir resolver disputas sobre pagos rápidamente y sin recurrir a los tribunales.

Implanta nuevas formas de trabajo. Muy pocos o ningún negocio podría haber previsto anticipado el impacto de la Covid-19. Pero ha sido un amargo recordatorio de que la preparación para todo tipo de crisis es fundamental. Los fabricantes deberían estar revisando sus cadenas de suministro y tratando de averiguar dónde podrían tener un mayor control, qué elementos podrían acercar a casa y qué tecnologías, como la impresión en 3D, podrían servir para impulsar una mayor agilidad de la cadena.

Haz de la escala algo importante. Según un análisis de HSBC, la crisis del coronavirus va a acelerar la consolidación del sector aéreo. Los players más importantes y con mejor salud estarán en posición de llevar las riendas de ese proceso, haciéndose con negocios o activos de competidores más pequeños en las distintas áreas del sector.

A corto plazo, algunas fusiones y adquisiciones que ya estaban previstas, pero basadas en valoraciones pre-crisis, han sido pospuestas -como en el caso de IAG e Iberia- o canceladas. Pero, cuando la crisis toque fondo, y empecemos a salir, las cosas empezarán a activarse. Eso sí, aquellos interesados en comprar deberían tener cuidado con las gangas. Sacar partido de una situación como esta puede acarrear críticas.

Cuida tu reputación. En lo que respecta a su reputación, las aerolíneas siempre están bordeando el límite. Ahora, aquellas que sean capaces de reforzarla entre consumidores, proveedores y autoridades, estarán en una mejor posición para superar la crisis. Para hacerlo, deberían tomar un papel activo en tareas como ayudar en la producción o transporte del material sanitario necesario para hacer frente a la pandemia, o mostrar de forma proactiva los procedimientos de seguridad que han puesto en marcha para garantizar la seguridad de los pasajeros y empleados.

En resumen; las cosas están francamente complicadas, y no hay muchos factores que inviten al optimismo. Pero la industria puede tomarse esta gran disrupción de su actividad como una ocasión para meter sus negocios en cintura. Es un buen momento para eliminar rutas cuya rentabilidad no estuviera asegurada; realizar adquisiciones para mejorar el offering; estructurar su compromiso con la sostenibilidad o hacer por sanar las viejas heridas de los clientes. La industria pedía a gritos no postergar más una transformación. Ahora toca emplearse a fondo. Que comience el vuelo.

Cayetano Soler - Socio responsable de Gobierno / Sanidad, Turismo y Transporte en PwC