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Superada en muchos países la fase aguda de la enfermedad del coronavirus, la actividad económica empieza a dar las primeras señales de reactivación, especialmente en aquellas economías, como China, que la sufrieron antes. Otros países, como España, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia, han iniciado la fase de relajación de las restricciones de los movimientos y de la actividad económica y los indicios de mejora son muy incipientes. Sin embargo, la heterogeneidad de las medidas adoptadas y los repuntes de la pandemia en algunas zonas han provocado confusión en los mercados y en la opinión pública. En esta serie semanal de informaciones de actualidad ofrecemos una recopilación de datos, hechos y tendencias para medir la temperatura de la recuperación en España y en el mundo.

La economía. La recuperación en forma de logo de Nike

La geometría de la recuperación ha tenido entretenidos a los economistas en los últimos meses. Descartada en principio la mejoría en forma de uve, porque no parece probable que la economía reaccione tan rápida e intensamente, la mayoría de los expertos parecen decantarse por un perfil de uve recortada, en el que tras una brusca caída del PIB, la actividad económica rebota pero sin llegar a recuperar el nivel anterior a la crisis. Eso es al menos lo que sugieren las previsiones de algunos de los principales organismos internacionales, como la OCDE y la Comisión Europea, o del Banco de España y del Ministerio de Economía en España. Sin embargo, según The Wall Street Journal, en las últimas semanas está ganando adeptos entre los economistas la idea de que, tras el desplome de 2020, la recuperación será más lenta y progresiva, y se prolongará durante más tiempo, dibujando una figura similar al logotipo de la firma deportiva Nike, bautizado con el nombre de swoosh (zumbido).

Una de las razones que citan los expertos para la ralentización de la recuperación es que la desescalada se está produciendo de forma menos rápida de lo esperado y por tanto las empresas tardarán más en volver a la actividad. En realidad, la desescalada es extraordinariamente heterogénea, incluso dentro de un mismo país, y está sujeta a numerosas incertidumbres, lo cual ha generado dudas sobre su consistencia y continuidad. En algunos países, como Corea del Sur, Alemania o la propia China, se han detectado repuntes de la enfermedad, alimentando los miedos a un retroceso en el desconfinamiento.

La inflación. ¿Remedio para la crisis?

El economista José Carlos Díez suele decir que la crisis del coronavirus se inició como un problema de oferta (por las dificultades de China para mantener el suministro a los países occidentales), se enlazó con un problema de demanda (por la paralización del consumo) y terminará siendo un problema de deuda (por la acumulación de los costes económicos asociados a la pandemia).

La deuda no es ahora la preocupación inmediata de los dirigentes políticos y económicos, pero el horizonte a medio plazo está, en efecto, lleno de nubarrones

La deuda no es ahora la preocupación inmediata de los dirigentes políticos y económicos, pero el horizonte a medio plazo está, en efecto, lleno de nubarrones. En España, por ejemplo, el Ministerio de Economía estima que la deuda de las Administraciones Públicas llegará este año al 115% del PIB, lo que significa un aumento de casi veinte puntos porcentuales respecto al cierre de 2019.

Para hacer frente a este problema, el prestigioso historiador económico británico Adam Tooze, cree que una solución sería tener un nivel de inflación bastante superior al actual. En una entrevista publicada en la revista Medium dice: “Creo francamente que una inflación del 4% o el 5% resolvería muchos de nuestros problemas, porque actuaría como un impuesto sobre los activos nominales. Es así como históricamente, por ejemplo tras la Segunda Guerra Mundial, hemos resuelto los problemas de exceso de deuda como el que se está creando en este momento en el mundo”. Esa es la buena noticia. La mala noticia es que Adam Tooze es escéptico ante esa posibilidad. “Para llegar a esos niveles de inflación en los países desarrollados haría falta una espiral de aumento de los salarios, y no veo que el escenario actual sea propicio para eso”.

Los mercados. La inversión bursátil más rentable

Los mercados de valores de Europa y Estados Unidos reaccionaron con dudas a la confusión que existe sobre la recuperación económica y registraron numerosos altibajos en la semana entre el 6 y el 13 de mayo, con un saldo final suavemente negativo en la mayoría de ellos. La prima de riesgo de España, en cambio, mejoró algo y bajó hasta los 133 puntos básicos, diez menos que en la semana anterior.

La noticia misteriosa fue el sensacional rally bursátil de la empresa International Holdings Co. (IHC), que según la agencia Bloomberg se ha convertido en el título más rentable del planeta en los últimos doce meses entre las empresas con una capitalización superior a los mil millones de dólares. Se trata de una oscura compañía de cartera de los Emiratos Árabes Unidos, especializada en el negocio de las granjas de pesca, cuyo valor se ha multiplicado casi por 30 en el último año. El problema es que nadie sabe explicar por qué se ha producido esa revalorización, tan extraordinaria que ni siquiera el coronavirus ha podido pararla, ya que en lo que va de 2020 la cotización de la acción ha subido un 351%. Quién la hubiera pillado a tiempo.

Industria. La caja de cambios del automóvil

La industria del automóvil se ha visto duramente afectada por la propagación del coronavirus. Pero el impacto no será temporal. Un reportaje de The New York Times pronostica cambios de gran calibre en el sector:

  • Cerrarán fábricas y habrá conflictos laborales. Antes del coronavirus sobraba un 20% de capacidad. Ahora, sobrará bastante más y algunas plantas tendrán que cerrar, con la consiguiente conflictividad, sobre todo en Europa. Las movilizaciones en la fábrica de Nissan de Barcelona son una prueba de esta tendencia.
  • Los automóviles eléctricos tendrán más tirón. Durante el confinamiento han resistido mejor la caída de ventas y se está gestando una corriente más favorable a los vehículos limpios. Las start-ups del sector tendrán oportunidad de hacerse un hueco en el mercado.
  • Habrá más fusiones y adquisiciones. Las valoraciones de muchas compañías están por los suelos y la tentación de hacerse con compañías no muy rentables pero sí prestigiosas (ojo a los inversores chinos, que ya tienen un pie en Europa), puede provocar muchos movimientos corporativos. La duda es si los políticos dejarán que eso ocurra. Alemania está preparando un blindaje contra la inversión extranjera y Francia ya lo ha puesto.
  • Se repensará la logística y las cadenas de suministro. La pandemia ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de las fábricas de automóviles ante las dificultades de suministro. Las compañías tenderán a confiar más en proveedores locales o regionales, aunque ello suponga mayores costes.

Turismo. Una propuesta para la reflexión

En pleno debate sobre el futuro del turismo en Europa (la Comisión Europea acaba de proponer un plan para recuperar progresivamente la actividad en el sector del transporte, especialmente en las aerolíneas), el diario Le Monde ha publicado un artículo de opinión con algunas ideas que pueden ser útiles para resucitar el turismo en Europa este verano. El artículo, firmado por un matemático y un economista, apunta la conveniencia de dividir la Unión Europea en zonas y asignarles distintas etiquetas (rojas o verdes), en función del grado de control de la pandemia. El objetivo es crear una red certificada de zonas verdes (las que se considera que ya han superado el virus), de tal forma que de forma progresiva se pudiera viajar entre ellas sin limitaciones, aunque con las debidas medidas de seguridad, y al margen de las legislaciones nacionales. El propio artículo pone como ejemplo que un turista de Berlín pueda viajar a Mallorca si ambas zonas, un suponer, tienen el virus controlado.

China. El dragón empieza a volar y el ratón ya sonríe

Las expectativas para las compañías aéreas de todo el mundo son sombrías. Sus ingresos han caído en picado, los despidos en el sector son masivos y sus cotizaciones en bolsa amenazan con perforar su suelo histórico después de que Warren Buffet vendiera sus participaciones en cuatro aerolíneas estadounidenses. El semanario The Economist, sin embargo, pone un contrapunto menos tenebroso al subrayar la recuperación de las compañías chinas, que fueron las primeras víctimas de la crisis y son también las primeras en salir. A principios de mayo, la capacidad programada en los vuelos nacionales del país asiático fue sólo un 10% inferior a la del año pasado, cuando en Estados Unidos cayó un 73%. El porcentaje de pasajeros sobre asientos, que mide mejor la eficiencia, se situó en el 68% en el primer trimestre, lejos del 80-85% de un año antes, pero ya una cifra respetable que da una idea de que el sector está recuperándose con rapidez.

Otra buena noticia que llega desde China es la reapertura del parque de Disney en Shanghai, la capital financiera del país. Según el diario China Daily, 24.000 personas, un tercio de su capacidad máxima, se dieron cita en el parque, el primero del mundo que vuelve a abrir sus puertas, y el ratón Mickey y todos sus amigos de la factoría Disney volvieron a sonreír.

Impuestos. ¿Quién se atreve a subirlos primero?

El mundo económico está lleno de informaciones sobre ayudas, rebajas o moratorias fiscales y gastos dirigidos a hacer más soportable el impacto de la crisis. Pero, ¿cuál será el primer país que se atreva a subir impuestos para intentar equilibrar el brutal deterioro de las cuentas públicas? The New York Times desvela el misterio: Arabia Saudí. El Gobierno del país ha decidido aumentar del 5% al 15% la tasa del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), a la vista de sus dificultades presupuestarias. Los saudíes no solo tienen que afrontar, como el resto del mundo, los costes de las medidas para contrarrestar la pandemia, sino que han visto descender espectacularmente sus ingresos por la venta de petróleo. La demanda de crudo se ha desplomado y además, como consecuencia de ello, también se han hundido los precios, que han pasado de 70 dólares por barril a principios de año a menos de 30. Un buen roto en la economía del país.

Postdata. Un virus que contagia popularidad entre los líderes mundiales

La revista The Economist ha publicado los datos de una serie de encuestas que confirman el viejo axioma político de que en tiempos de crisis la popularidad de los líderes nacionales tiende a subir (rally around the flag). Desde que se declaró la pandemia, el índice de aprobación de ocho de los diez líderes mundiales examinados ha subido. Son Donald Trump, Boris Johnson, Emmanuel Macron, Narendra Modi, Scott Morrison, Angela Merkel, Manuel López Obrador y Justin Trudeau. Solo Shinzo Abe, en Japón, y Jair Bolsonaro, en Brasil, han perdido popularidad.

Pero la evolución de los que han mejorado su imagen es bien distinta. Los dirigentes de los países que mejor han resistido el ataque del virus son, como era de esperar, los más beneficiados. El australiano Scott Morrison ha ganado casi 30 puntos, el canadiense Justin Trudeau, 23, y la alemana Angela Merkel, 18. Todos ellos han mantenido un perfil sostenido de aumento de su índice de aprobación en los últimos dos meses. Más complejo es el caso de Boris Johnson, el primer ministro británico, cuya popularidad subió como la espuma en las primeras semanas de la pandemia, pero después ha entrado en una fase de declive, al compás de la propagación del contagio en el Reino Unido.

En cuanto a Donald Trump, la evolución de su popularidad es sorprendentemente estable (subió tres puntos al principio y se han mantenido casi sin cambios hasta ahora). Ni sus a menudo extravagantes declaraciones, ni sus decisiones para combatir el virus han alterado el nivel de aprobación, lo cual sugiere que tanto sus partidarios como sus detractores constituyen un bloque monolítico poco propenso a cambiar de opinión sobre su gestión.

¿Y Pedro Sánchez? El presidente del Gobierno español no aparece en esta serie de encuestas, pero si nos fiamos de lo que dice el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) también ha mejorado su índice de popularidad. Según la encuesta de abril, la nota que le ponen los españoles es de 5,2 sobre 10, frente al 4,4 de marzo y el 4,5 de febrero.