Cuando un emprendedor inicia un proyecto empresarial, lo hace con ilusión y optimismo, nunca pensando en tener que echar el cierre de su negocio por falta de rentabilidad. Sin embargo, una empresa puede atravesar diferentes situaciones, circunstancias y contextos que pueden hacer que se tambaleen sus cimientos.
Ante cada obstáculo, existe siempre una forma de sortearlo. Así, ante una etapa de crisis de una empresa, puede utilizarse un ERE como forma de superar un mal momento o realizar una reestructuración de empresa, con el fin de mejorar sus resultados y evitar su cierre.
Cuando hablamos de ERE, nos referimos a un Expediente de Regulación de Empleo. Se trata de un procedimiento administrativo que inician las empresas con la finalidad de reducir su plantilla debido a motivos económicos, técnicos, organizativos o productivos.
Esta reducción de la plantilla se lleva a cabo a través de reducciones de jornada, suspensiones temporales de contratos de trabajo o incluso mediante la extinción de las relaciones laborales.
Un ERE es un proceso administrativo estrictamente regulado y controlado, que no puede utilizar una empresa con plena libertad y en el momento que quiera, ya que exige el seguimiento de un procedimiento determinado, en el que la autoridad laboral interviene actuando como garante del cumplimiento legal y reglamentario.
Por tanto, es la propia normativa la que establece cuándo se puede hacer un ERE, y para que el procedimiento se ajuste a la legalidad, deben darse motivos o bien económicos, o técnicos, organizativos o productivos.
El procedimiento para llevar a cabo un ERE comienza con la comunicación a los representantes de los trabajadores y la apertura de un período de consultas. El empresario tendrá que presentar una memoria detallando los motivos y las causas del proceso, adjuntando los informes fiscales, contables y técnicos. Esta memoria se presenta —junto al resultado de las consultas a los trabajadores y otra documentación— ante la autoridad competente solicitando su autorización. Una vez que la empresa recibe la autorización, puede comunicar las medidas que haya decidido a los trabajadores.
Esta solución nunca es deseable para un empresario, pero, llegado el momento, es aconsejable aprovechar la oportunidad para abrir una nueva etapa, aplicar una reestructuración en la empresa y retomar el camino de la rentabilidad, analizando los datos, buscando aquellos aspectos que puedan mejorarse y aquellos otros donde se está perdiendo rentabilidad y productividad.
Por muy difícil que sea la situación, hay que afrontar las dificultades como oportunidades de mejora y, en todo caso, adaptarse siempre a los cambios que se presenten en el mercado. Cuando no contemos con recursos suficientes para manejar un contexto de este tipo, lo más adecuado es contar con la ayuda de expertos en Recursos Humanos.