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Tres palabras de moda en el management actual. Todo directivo de empresa medianamente actualizado en temas de gestión ha utilizado al menos dos de ellas en el último mes en más de una ocasión.

Y ¿Con qué objeto? Las empresas, en un momento de incertidumbre, según las previsiones más oficiales estamos empezando a cambiar de ciclo, buscan encontrar el bálsamo de fierabrás que como decía el Ingenioso Hidalgo cura fiebre y enfermedades de todo tipo.

Hace unos años (no muchos, en plena crisis) la palabra mágica era Innovación. La empresa que innovara encontraría la salvación en un entorno turbulento. Algunas empresas innovaron, otras no. Algunas empresas sobrevivieron, otras no. Algunas incluso crecieron pero no parece que haya habido una relación directa entre innovaciones y supervivencia o crecimiento. Eso sí, todas, o casi todas, han hecho ERES.

Y ahora, con la recuperación, las empresas están buscando la manera de conseguir que los empleados que no han caído, participen, colaboren, se integren y se impliquen para que la compañía pueda apuntarse al carro de la recuperación que anuncian los rebrotes verdes oficiales.

Y consideran que el coaching y la gamificación son las herramientas para la consecución del compromiso.

Sin embargo se entiende coaching como la herramienta que “convence” y ”hace volver al redil” a los empleados que aún tienen heridas que cerrar (han despedido a sus amigos y compañeros de toda la vida) y se entiende gamificación como la herramienta que consigue que los empleados encuentren divertido su trabajo y hagan más por menos (hace unos días El Confidencial mostraba titulaba significativamente así un artículo: “Gamificación o cómo lograr que los empleados hagan un trabajo extra gratis”).

No hemos dejado la filosofía empresarial “del ladrillo” consistente en ahorrar todo lo que se pueda para poder especular y dar un pelotazo.

En tiempos de crisis queríamos encontrar el pelotazo de la innovación, pero no estábamos dispuestos a invertir en formación y desarrollo de empleados, en ideas nuevas, en intentos novedosos.

En tiempos de recuperación (si son ciertos los rebrotes verdes) queremos el pelotazo de tener empleados comprometidos que hagan más por menos, bien convenciéndoles con coaching, bien engañándoles con gamificación.

No nos hemos planteado que para pedir compromiso en los empleados, debemos mostrar compromiso para con ellos.

El coaching es una magnífica herramienta para desplegar todo el potencial de desarrollo de un profesional y, en buena parte, lo hace desplegando su espíritu y pensamiento crítico. El coaching no es una herramienta de pelotazo, es una herramienta de crecimiento.

La gamificación es una magnífica herramienta para desplegar todo el potencial de motivadores intrínsecos de los profesionales y, en buena parte, lo hace desarrollando nuevos y más eficaces métodos de trabajo, lo que supone un cambio de mentalidad. La gamificación no es una herramienta de pelotazo engañabobos, es una herramienta que fomenta la comunicación y la motivación en la empresa.

Por eso, cuando escucho las palabras de moda: gamificación, compromiso y coaching me entran dudas. Quien las usa ¿quiere realmente acometer procesos de gamificación y coaching que redunden en un incremento de compromiso o simplemente quiere un “bálsamo de fierabrás” para la cuenta de resultados de este año?

Iñaki Pérez. Socio Director - iperez@dir2.es