La Cuarta Revolución Industrial, o simplemente, la 4IR, como suele denominarse en el mundo anglosajón, está pasando de ser la palabra de moda a convertirse en una realidad. Como explicaba Bob Moritz, presidente mundial de PwC, hace casi dos años, “que se produzca una transformación verdaderamente dramática es un fenómeno inusual. Pero eso es exactamente lo que estamos viviendo con la actual ola de transformación tecnológica. Avances como la robótica, el machine learning, la impresión en 3D, el Internet de las Cosas y el blockchain, están cambiando no sólo la forma en que funcionan las industrias sino, en muchos casos, los modelos de negocio en los que estas se basan”.
Al principio, la 4IR fue recibida con una mezcla de entusiasmo e inmovilismo. Ahora, la mayoría de líderes del sector ven este fenómeno con un optimismo contenido. Y es que aunque ya hay cambios sistémicos en camino -como el desarrollo de operaciones digitales que conecten todos los activos, el diseño de productos conectados y la gestión, en tiempo real, de los vínculos digitales que relacionan todos estos productos con los clientes- y los fabricantes reconocen el potencial de las tecnologías más avanzadas y de la innovación en materia digital, también siguen intentando decidir en qué cestas deberían poner los huevos y no perder la cabeza con el hype y ser realistas respecto a su nivel de preparación y expertise.
Tampoco se olvidan de otro de los grandes efectos de la 4IR: su importante impacto en lo que será ya una fuerza laboral industrial completamente nueva.
Toda esta narrativa se refleja en el último estudio que PwC ha llevado a cabo en Estados Unidos junto a The Manufacturing Institute, centro de pensamiento de la National Association of Manufacturer: «PwC/The Manufacturing Institute Smart Factory Survey: Navigating the Fourth industrial revolution to the bottom line».
El informe pone de soslayo el cambio definitivo -y, de hecho, inevitable- que irán realizando las empresas industriales hacia la 4IR a medida que vayan integrando las nuevas tecnologías en sus operaciones, su cadena de suministro y su porfolio de productos. Según nuestras estimaciones, las compañías a nivel mundial han invertido 650.000 millones en estas tecnologías desde 2012.
Al mismo tiempo, evidencia que el escalamiento de la inversión y la justificación de la misma, así como la incertidumbre en torno a los casos de uso y las aplicaciones de todas estas tecnologías, son los desafíos más importantes a los que se enfrentan estas organizaciones.
Veamos algunos de los resultados más representativos de la encuesta:
Sin embargo, una mirada más atenta, muestra que, aunque es cierto que la 4IR hará que algunos trabajos dejen de ser necesarios, también presenta oportunidades para estos profesionales. De hecho, solo el 19% de los encuestados cree que el mayor impacto que producirá la robótica en las plantillas será este desplazamiento. Cerca del 70% piensa que lo verdaderamente trascendental serán las nuevas oportunidades de empleo que se crearán en el campo de la ingeniería robótica y sus sistemas operativos; la necesidad, cada vez más acuciante, de perfiles que sean capaces de gestionar un entorno de producción cada vez más automatizado y robotizado; o la creación de nuevos empleos de distinta tipología, derivados del aumento de la producción.
Los líderes de las compañías del sector industrial están intentando dar con la justa medida entre la moda de la 4IR y la realidad de su empresa, pero lo importante es que la mayoría sabe que sentarse a esperar y a ver qué pasa no es una opción. El camino podrá ser más largo de lo que se creía en un principio, pero salir a calentar está al alcance de la mayoría de los fabricantes. Aquellos que vayan embarcándose en proyectos piloto y priorizando determinadas inversiones y estrategias teniendo en cuenta sus objetivos de negocio a largo plazo, estarán mejor posicionados para alcanzarlos en los próximos años.
Manuel DíazSocio responsable de Automoción, Manufacturing y Productos Industriales