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Una vieja máxima del coaching ontológico (y, en general, del coaching) dice que no esperes que cambie el mundo, cambia tú y cambiará tu entorno. O, visto desde otra perspectiva, se podría decir que si tú no cambias, tu mundo no cambiará, aunque cambie el mundo entero.

Esta reflexión viene muy a cuento de un año como el que comienza. Desde múltiples instancias nos están diciendo que este año va a ser diferente, que va a cambiar todo. Unos dicen que será el año de la recuperación, otros que el año del cambio (es cierto, habrá elecciones y, por tanto, algún cambio habrá), otros, más allá del cambio, que será el año del GRAN cambio. En Europa cambiará (o no) Grecia y se habla (¿se amenaza?) de su salida del Euro. Han cambiado las cámaras estadounidenses y Obama está lanzado a rematar sus cambios en el año y pico que le queda, baja el petróleo y cambian las relaciones económicas mundiales…

En definitiva un gran cambio en el mundo, en Europa y, cómo no, en España. Pero la pregunta de fondo permanece: ¿Qué vas a cambiar tú, en tu mundo, en tu entorno, en tu modo de hacer las cosas? ¿Va cambiar el mundo y no vas a cambiar tú? ¿En qué te va a beneficiar ese cambio entonces?

O mejor dicho, ¿realmente te va a cambiar tu mundo si no cambias tú, por mucho que cambie EEUU, Europa o España? Seguir haciendo lo mismo, te condena a seguir consiguiendo lo mismo. Aunque cambie el mundo.

Bienvenidos sean muchos de los cambios que se prevén. Estoy convencido que muchos de ellos prepararán un mejor contexto y generarán muchas más oportunidades que las que hemos estado teniendo en estos últimos años. Pero una cosa es tener oportunidades y otra, muy distintas, es poder aprovecharlas.

¿Qué vamos a cambiar en nosotros mismos para que nuestro mundo realmente cambie? ¿Qué cambios se requieren en tu comportamiento cotidiano, en tu formación, en el desarrollo de tus habilidades, en tus relaciones personales y profesionales?

Te propongo un pequeño ejercicio: piensa en dos o tres de los cambios que se prevén (por ejemplo el que más miedo te da, el que más deseable te parece y uno más que creas que te puede afectar claramente –sea en sentido positivo o negativo –), pregúntate si estás en condiciones de aprovechar el 100% de la oportunidad o evitar el 100% del daño. Si la respuesta es no (como será en la mayor parte de los casos), pregúntate qué es lo que te falta para conseguirlo.

Y la pregunta de oro: ¿qué estás haciendo para adquirir/tener/desarrollar eso que te falta? Si, hoy, ahora, no estás haciendo nada; no te extrañe que, aunque cambie el mundo de los demás, tu mundo seguirá invariable (detalle más, detalle menos).

PARA QUE TE CAMBIE EL MUNDO, TIENES QUE CAMBIAR TÚ.

Iñaki Pérez, Socio Director - iperez@dir2.es