La economía mundial se encuentra actualmente en uno de los momentos de mayor dinamismo y cambio. La unificación de los mercados, la estandarización de los productos, la homogeneización de los gustos y las necesidades de los consumidores en el mundo desarrollado, los nuevos canales de comunicación, distribución y venta, y la cantidad y calidad de productos y servicios existentes, marcan una tendencia que lleva a la internacionalización de las empresas.
La internacionalización de la empresa se puede definir como el conjunto de actividades que la empresa desarrolla fuera de los mercados que constituyen su entorno geográfico natural.
Lo normal es que la transformación de una empresa nacional a internacional sea un proceso gradual, en el cual el grado de compromiso de la empresa crece conforme se incrementa el conocimiento del mercado externo y de las variables inherentes al propio proceso de internacionalización.
La implicación de todo el equipo humano de la empresa y, en especial de la dirección, es fundamental para la consecución de los objetivos definidos en el Plan Estratégico de Internacionalización de la compañía. La implantación del Plan Estratégico de Internacionalización requerirá de muchos esfuerzos y dedicación, pero solo desde ese ámbito del esfuerzo la empresa conseguirá el éxito. Las empresas deben pues, destinar recursos humanos, económicos y soporte de expertos para conseguir ser interesantes en los nuevos mercados en los próximos años.
La internacionalización ha sido y será una estratégica de mercado a seguir sea cual sea el país de origen de la empresa. En la mayoría de los casos esté país se ha vuelto minúsculo en relación al mercado que ofrece Europa, incluso en algunos sectores, no podemos hablar de mercado Europeo sin verlo ya como mercado local.
En consecuencia, la expansión internacional de una empresa supone un proceso a través del cual, en un primer momento la empresa instala fuera de sus fronteras aquellas actividades de la cadena de valor más próximas al cliente final –exportaciones- para, a partir de ahí, progresar en su internacionalización asumiendo mayores grados de compromiso –como pueden ser inversiones directas y sedes en los países destino.