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En términos de geopolítica y gestión de riesgos, las compañías llevan años habituándose a una máxima: deben estar preparadas ante escenarios previsibles pero también disponer de políticas y test de estrés que permitan dar respuesta ante situaciones en las que es difícil-cuando no imposible- de vaticinar. La capacidad de gestión de crisis define la supervivencia de las empresas, y prueba de ello es el escenario actual ante la evolución del COVID-19, el denominado Coronavirus.

La rápida expansión del virus, detectado en Wuhan (China) el pasado 31 de diciembre y con presencia en la actualidad en más de un centenar de países, según los últimos datos publicados por la OMS, y que en España suma en estos momentos casi 3.000 positivos, ha puesto de manifiesto más que nunca la necesidad de desarrollar de planes de contingencia ante eventualidades con teóricamente poca probabilidad de ocurrir pero con graves consecuencias.

Por ello, pese a que las empresas en un principio no puedan pronosticar cómo evolucionará una situación de estas características, deben tener en cuenta sus implicaciones. Como todas las crisis de origen no financiero, el COVID-19 puede causar impacto en todas las áreas del negocio, y se pueden -y deben- tomar medidas. De este modo, al tiempo que se siguen las recomendaciones y normas pautadas por las autoridades, las empresas pueden poner en marcha un plan de acción que les permita, en primera instancia, proteger a sus profesionales, además de minimizar el potencial impacto que tendrá el Coronavirus en su negocio.

Como explica Hilario Albarracín, presidente de KPMG en España, “la prioridad de las empresas ante el COVID-19 debe ser la salvaguarda de la salud pública tomando medidas para proteger a sus empleados, clientes y grupos de interés. El refuerzo de las medidas de higiene, la reducción de viajes de los empleados, suspensión de eventos numerosos o el fomento del teletrabajo son las principales medidas que están adoptando las empresas según el informe ‘La empresa española ante el COVID-19’, elaborado por KPMG’”.

Ante la duda de qué aspectos básicos debería incluir un plan de contingencia de este tipo, los expertos de KPMG apuntan a la necesidad de dar respuesta a estas cuestiones en base al corto y medio plazo, teniendo en cuenta diferentes escenarios de evolución de la crisis. De este modo, las compañías podrán estar preparadas en todo el posible marco temporal y ante diferentes tipos de severidad de la situación:

1. ¿Cómo puede afectar a mis empleados?

Sin duda, los profesionales son el pilar de las compañías. Y el centro de los planes de contingencia deben ser las personas. De manera inmediata, los expertos de KPMG recomiendan adoptar medidas en materia de riesgos laborales, con el objetivo de proteger a los trabajadores. En este ámbito entrarían cuestiones como el control y monitorización de viajes laborales y personales, el diseño de un plan de teletrabajo y la sustitución de reuniones presenciales por alternativas virtuales. También es importante que las empresas aborden medidas dirigidas a garantizar la prestación de trabajo, ya sea desde casa o mediante medidas organizativas que permitan continuar la actividad empresarial.

Sin embargo, los expertos también recomiendan abordar escenarios más complejos y a medio plazo, en los que la propia continuidad de la compañía se pueda ver afectada ante la evolución de la economía. Por ello, aconsejamos que, al margen de las posibles medidas que puedan anunciarse por el Gobierno en materia laboral, cada empresa debería conocer cómo adaptar la situación de excepcionalidad a las necesidades productivas de las compañías.

2.¿Cómo puede afectar a mi modelo de negocio?

En una situación como la actual, las compañías verán puestas a prueba la gestión de riesgos: el COVID-19 y sus implicaciones pueden evolucionar a una velocidad mucho mayor que la capacidad de toma de decisiones en grandes compañías. A corto plazo, los expertos de KPMG recomiendan realizar un mapa de riesgos con análisis exhaustivo que incluya desde los posibles impactos en las líneas de ingresos, a la monitorización de la situación geográfica de clientes y proveedores, además de controlar las acciones que llevan a cambo sus competidores.

A medio plazo, dada la declaración del COVID-19 como pandemia por la OMS y teniendo en cuenta la posibilidad de retraso en su contención, las empresas deben desarrollar un plan de respuesta de cara al impacto en la supervivencia de la compañía. Un plan que debe abordar cuestiones como los cambios de pautas en el consumo, el reajuste de la oferta de productos o la apertura de un canal online ante las limitaciones de movimiento de personas.

3.¿Cómo puede afectar a mi cadena de suministro?

Durante las últimas cuatro décadas, la globalización ha hecho crecer de forma exponencial los flujos comerciales, haciendo mucho más complejas las cadenas de suministro. Por ello es crucial que, ante una crisis como la actual, las compañías desarrollen un plan de respuesta claro y proporcionado que contemple una posible disrupción en la cadena de suministro.

Para ello, es importante controlar los proveedores de primer nivel, pero también conocer si éstos han realizado una evaluación similar, con el objetivo de que la compañía no se vea expuesta de forma indirecta. Comprender la ruta logística de los productos y disponer de suministros de contingencia a corto plazo también son aspectos clave a medio plazo además de disponer de un plan de comunicación con proveedores y clientes que brinde confianza y seguridad.

4.¿Cómo puede afectar a mi liquidez?

El impacto económico del Coronavirus puede llevar a la compañía a tomar decisiones para garantizar su liquidez. A corto plazo, en un escenario de contención del virus, los expertos recomiendan en primer lugar definir varios modelos de test de estrés, en los que se analicen las distintas variables que puedan afectar a los estados financieros de la compañía. Una medida a medio plazo podría pasar por la reducción de costes y el manejo de efectivo a través del ahorro en gastos; e incluso, en un escenario más complejo, la activación de palancas de generación de liquidez a través de medidas como la venta de activos o el apalancamiento.

Todas estas consideraciones deben ser plasmadas en un perfil de liquidez revisado, que incluiría la evaluación de cualquier nueva dinámica del capital circulante, además del mantenimiento de una previsión de efectivo a corto plazo,

Ligado a este aspecto, consecuencias de la crisis como la volatilidad de los mercados o la incertidumbre económica pueden afectar a la coyuntura de las compañías y a su información financiera. Es importante tener en cuenta las obligaciones de reporte, especialmente en las compañías con presencia global, que puede provocar dificultades a la hora de acceder y recopilar información sobre los estados financieros y no financieros.

5.¿Cómo puede afectar a mi área fiscal y legal?

De cara a afrontar los impactos e incertidumbres que genera la expansión del COVID-19, las empresas deben estar al tanto de las medidas que están adoptando los gobiernos en términos fiscales y legales. Desde el punto de vista fiscal, las empresas deben aprovechar las medidas que previsiblemente irá adoptando el Gobierno en términos de plazos, exenciones fiscales o los impactos de la toma de determinadas decisiones.

Asimismo, desde la perspectiva legal es importante analizar las repercusiones jurídicas que tendrán las diferentes medidas que irán adoptando las autoridades sanitarias, con el objetivo de evitar, en la medida de lo posible, que repercutan negativamente en el negocio de la compañía.