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Sin duda de un tiempo a esta parte la presencia del plan de negocio como documentación fundamental de una operación financiera ha tomado especial relevancia.

Evidentemente su existencia era no relevante, sino vital en determinadas operaciones financieras donde la mayoría de los profesionales vinculados a las finanzas corporativas estamos más acostumbrados, nos referimos a las operaciones relacionadas con el capital riesgo, fondos de deuda, family office y otras similares.

Sin embargo, en las líneas de financiación más tradicionales su presencia no era tan habitual, especialmente aquellas que abordaba la banca comercial. Este es el aspecto es el que está ofreciendo un cambio muy evidente.

El cambio de tendencia se puede entender desde diversas perspectivas, pero sin duda la más aparente es la pérdida de referencia fundamental del financiador hacia la garantía.

No es que pretendamos decir que las garantías, siempre presentes en procesos de estas características, no jueguen un papel importante. Nada más lejos de la realidad, pero efectivamente, las garantías se convierten en un aspecto secundario (relevante si, pero secundario) ya que el financiador no pretende la garantía en sí misma, persigue la capacidad de un proyecto empresarial como generador de cash flow libre.

No creo que tengamos que mencionar en este punto los importantes stocks inmobiliarios surgidos del reciente periodo de crisis en las entidades financieras y las pérdidas de cartera que han supuesto en ocasiones.

Es del flujo de caja libre y no de los beneficios ni por supuesto de las garantías, de donde surgen los fondos líquidos que al final, han de remunerar tanto a acreedores financieros como a los propios propietarios del proyecto empresarial. Por tanto, en la existencia y volatilidad de esta magnitud es hacia donde bascula la atención del que aporta los fondos financieros.

En este ámbito resulta clave la orientación del plan de negocio a los objetivos. Muchas son las motivaciones que llevan a una organización a plantearse la elaboración de un plan de negocio, pero cuando esa motivación es esencialmente de soporte a una operación financiera me merece una importancia decisiva ciertos aspectos sobre los que reflexionar.

Por un lado, están los componentes estratégicos del plan. Efectivamente, el viejo dicho de que “el papel lo soporta todo” habla bien a las claras de un defecto básico de muchos planes: La poca importancia del diagnóstico y el encaje estratégico de la propuesta.

El Plan debe apoyarse en unos buenos cimientos y estos son los diagnósticos que permiten determinar debilidades, amenazas, oportunidades y fortalezas del proyecto. De esta forma aquellos que han de analizar los riesgos inherentes al proyecto podrán evaluar de una forma más conveniente la íntima relación del plano estratégico con el de gestión.

Por otro lado, y no menos importante en el plan es el Lenguaje financiero. Si admitimos la importancia de la funcionalidad financiera de este plan hemos de admitir que aquel a quien va principalmente destinado (Financiador), quieren que le hablen en su idioma. Esto supone que desea identificar riesgos y efectuar sobre ellos un test de estrés, es decir tensionar debilidades y amenazas para determinar en que medida impactan sobre una menor generación de flujo de caja libre.

En términos generales el plan de negocio debe abordar tres bloques interconectados:

  • Diagnóstico: Análisis de los entornos generales (Marco macroeconómico, marco legal, tecnológico y socio- cultural), Análisis del sector (Clientes, Proveedores, Competidores, Barreras entrada – salida).
  • Planificación: Misión y valores, Objetivos y estrategias encaminados a través de planes funcionales.
  • Control: sistemas de control de los factores claves de gestión de la compañía, como visión organizativa del plan que la compañía pretende desarrollar.

Elemento fundamental en la planificación es la síntesis financiera, que debe proyectar en términos de cash flow libre, estructuras patrimoniales y rendimiento las líneas estratégicas, así como el test de estrés de los factores claves de la gestión con respecto a la generación de un determinado Cash Flow Libre.

Es cada vez mayor la presencia del asesoramiento profesional en el ámbito de la planificación y control , no solo traducido en operativas del tipo IBR (Independent Bussines Review) que pudieran ser más conocidas , sino también en la misma presencia de firmas profesionales en el área de planeación de las compañías, buscando el aporte de rigor y contraste adecuado que permita que el proceso de planeación y control no caiga en saco roto y posibilite alcanzar los objetivos perseguidos , donde la obtención de fuentes financieras es un aspecto muy destacable, pero no único.

Fernando Álvarez Blanco, Socio Auren Corporate