En 2019, España disminuyó la intensidad de sus emisiones de carbono un 6,5%, claramente por encima del 4,1% del año anterior. La reducción del empleo de carbón en las térmicas, sustituido en gran parte por el aumento del consumo de gas natural en las centrales de ciclo combinado, es un factor importante en esta reducción. Además, la reducción de la producción hidráulica en 2019, respecto a 2018, ha podido ser compensada con un incremento de la energía solar y eólica.
Estos avances, incluidos en el índice PwC Net Zero Economy Index -conocido, hasta esta duodécima edición, como el PwC Low Carbon Economy Index-, nos convierten en el segundo país que más redujo su intensidad de emisiones en comparación con los integrantes del G20, solo por detrás de Alemania -que consiguió reducirlas un 6,6%-, y muy por delante de la media mundial, que se quedó en un 2,4%.
A pesar de estas ‘buenas noticias’, lo cierto es que, para no superar 1,5ºC la temperatura del planeta en 2100 respecto a la era pre industrial, nuestra tasa de descarbonización anual debería ser casi el doble, y alcanzar el 11,7% necesario. Y, a nivel mundial, esta tasa tendría que ser casi cinco veces mayor.
Como reseña el documento, estamos ante una década crucial. El índice muestra que, con la tendencia actual en el consumo de energía y emisiones de CO2, el presupuesto global de carbono del siglo se agotaría a finales de esta década. Con poco más de dos ciclos económicos para transformar todos los sectores de la economía mundial y reducir a la mitad las emisiones globales, no podemos retrasar la puesta en práctica de los compromisos adquiridos, y es necesario que algunos países aumenten su ambición climática.
La transición ecológica no solo depende de los gobiernos, sino también de las empresas e inversores. Por fortuna, son cada vez más los que no solo ven riesgos sino también oportunidades y se suman al reto de la neutralidad climática para el 2050. A corto plazo, resulta fundamental que EEUU vuelva al Acuerdo de París y que terminemos de cerrar en la COP26 en Reino Unido todos los aspectos que quedaron todavía abiertos en la COP25 en Madrid.
En este sentido, es clave aprovechar la disrupción que ha supuesto la llegada de la pandemia. Aunque se elabora con datos de 2019, el documento apunta que los países que establecieron cuarentenas experimentaron, de media, una disminución del 25% en su demanda de energía semanal. Como resultado, se espera que las emisiones a nivel mundial se reduzcan en torno a un 7% en 2020.
Tras la reapertura de estas economías, el ‘rebote’ de las emisiones está siendo rápido. Es crucial evitar volver al business as usual. Además, los programas de recuperación post-COVID-19 y los paquetes de estímulos que se están impulsando en todo el mundo son una oportunidad única para diseñar sistemas energéticos más limpios y seguros, generar empleo en este campo e impulsar, en definitiva, una transformación a gran escala que permita afrontar con éxito una década crucial.
Para terminar, os dejo algunos datos del Net Zero Economy Index que nos permiten hacernos una foto general de la situación climática y el consumo de energía en todo el mundo.