En los últimos años, el trabajo remoto, ya sea de forma permanente o en un modelo híbrido, ha evolucionado de ser una opción marginal para convertirse en una parte fundamental de la estrategia laboral de muchas empresas. Este cambio no solo ha sido impulsado por avances tecnológicos, sino también por una creciente demanda de flexibilidad tanto por parte de los empleados como de los empleadores. Según el informe The Future of Jobs Report 2023, del Foro Económico Mundial, se espera que la modalidad de trabajo híbrido y remoto continúe expandiéndose, con un 83% de los líderes empresariales indicando que planean implementar modelos de trabajo más flexibles a largo plazo.
Sin embargo, cuando se trata de gestionar equipos distribuidos geográficamente, existe una serie de preocupaciones compartidas por muchas empresas. Entre las principales inquietudes se encuentran aspectos como la capacidad para mantener un alto nivel de productividad y rendimiento sin supervisión directa, la comunicación y colaboración efectiva en un entorno virtual o la seguridad de la información, entre otras muchas cuestiones.
Estas preocupaciones son legítimas y requieren un enfoque estratégico para ser mitigadas. Por ello, repasamos los aspectos básicos de la gestión de equipos en remoto y cómo diseñar un proceso de selección de personal adaptado a esta modalidad de trabajo.
A medida que las empresas adoptan el trabajo remoto como una práctica estándar, surgen varias preocupaciones que, si no se abordan adecuadamente, pueden afectar a la productividad, la cohesión del equipo y, en última instancia, al éxito organizacional.
Una de las preocupaciones más comunes en las empresas es si los empleados serán capaces de mantener un nivel de productividad y rendimiento adecuado sin la supervisión directa que se tiene en un entorno de oficina tradicional. La falta de visibilidad sobre el trabajo diario de los empleados remotos puede llevar a la desconfianza en su capacidad para gestionar su tiempo de manera efectiva y cumplir con las expectativas de rendimiento. Además, la ausencia de interacciones físicas y supervisión puede hacer que algunos empleados se sientan desconectados de sus responsabilidades, lo que podría afectar su rendimiento.
Otra preocupación crítica es la comunicación y la colaboración dentro de los equipos remotos. En un entorno de oficina, la comunicación fluye de manera natural a través de interacciones cara a cara, reuniones espontáneas y la proximidad física de los empleados. Sin embargo, en un entorno remoto, estas interacciones se vuelven menos frecuentes y más estructuradas, lo que puede llevar a malentendidos, falta de coordinación y, en última instancia, a una disminución de la eficacia del equipo. Las barreras tecnológicas, las diferencias en las zonas horarias y la falta de herramientas de comunicación adecuadas pueden exacerbar estos problemas, afectando la capacidad de los equipos para trabajar de manera conjunta y efectiva.
La cultura de una empresa es el pegamento que mantiene unidos a los empleados, fomentando un sentido de pertenencia y un propósito compartido. Sin embargo, en un entorno remoto, donde los empleados trabajan desde diferentes ubicaciones y tienen menos interacciones informales, mantener la cohesión del equipo y transmitir la cultura organizacional puede ser difícil. La falta de actividades presenciales, eventos de team-building y la ausencia de un entorno compartido dificultan que los empleados remotos se sientan realmente parte de la organización, lo que puede afectar su compromiso y motivación a largo plazo.
En un entorno de trabajo remoto, la seguridad de la información es una preocupación primordial para las empresas. El manejo de datos confidenciales y la protección de la información corporativa se vuelven más complejos cuando los empleados acceden a los sistemas de la empresa desde redes domésticas o dispositivos personales. Según un informe de IBM de 2023, el coste promedio de una brecha de seguridad fue de 4,35 millones de dólares, y las empresas que adoptan el trabajo remoto enfrentan un mayor riesgo de ciberataques.
La falta de control sobre los entornos de trabajo de los empleados remotos aumenta la vulnerabilidad a amenazas cibernéticas, como el phishing, el malware y el acceso no autorizado a datos sensibles. Las empresas deben asegurarse de que los empleados remotos sigan prácticas rigurosas de ciberseguridad para proteger la integridad de la información.
Finalmente, las empresas a menudo se preocupan por la capacidad de los empleados remotos para autogestionarse y asumir la responsabilidad de su trabajo sin la supervisión constante de un superior. En un entorno de oficina, la estructura y la presencia de un equipo o supervisor proporcionan un marco que facilita la gestión del tiempo y las tareas. Sin embargo, en un entorno remoto, los empleados deben ser capaces de planificar y organizar su trabajo de manera independiente. La capacidad para priorizar tareas, cumplir con los plazos y mantener un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal se convierte en un factor crítico para el éxito del trabajo remoto.
Gestionar equipos que trabajan en remoto puede acabar siendo realmente desafiante para los managers y directores. La falta de presencialidad, en ocasiones, puede dificultar la cohesión, productividad, rendimiento y comunicación dentro del equipo. Cómo fomentar la implicación en esta modalidad de trabajo es, por otro lado, otra de las grandes preocupaciones que conviene abordar desde el inicio.
Por ello, es importante adoptar métodos y herramientas de gestión que permitan minimizar estas cuestiones y que la operativa general no se vea afectada.
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