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En un entorno económico lleno de desafíos, la reestructuración empresarial surge como una herramienta imprescindible para garantizar la continuidad y sostenibilidad de las organizaciones. Más que un recurso de última instancia, es un proceso que requiere previsión, estrategia y la colaboración activa de todas las partes involucradas.

Un plan de reestructuración empresarial es un instrumento legal diseñado para reorganizar las finanzas y operaciones de una empresa en dificultades, con el objetivo primordial de evitar la insolvencia. Este proceso implica una serie de medidas, como la reestructuración de la deuda, cambios en la estructura de capital o la venta de activos, todas encaminadas a garantizar la viabilidad a largo plazo de la entidad.


Objetivos y alcance

El objetivo principal de un plan de reestructuración es preservar la continuidad de la empresa, protegiendo los intereses de los acreedores y manteniendo los puestos de trabajo. En esencia, se busca maximizar el valor para todas las partes involucradas, evitando los efectos negativos de un concurso de acreedores.

¿Cuándo y quién puede solicitar un plan de reestructuración?

Una empresa puede acogerse a un plan de reestructuración cuando se encuentra en una situación financiera precaria o cuando existe un riesgo inminente de insolvencia. La solicitud puede ser presentada tanto por la propia empresa como por los acreedores o incluso por terceros con un interés legítimo.

Contenido y estructura de un plan

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