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España nunca fue un país pionero en la implantación del teletrabajo. De hecho, nos encontrábamos bastante atrasados en este sentido, sobre todo si nos comparábamos con los países del norte de Europa, Estados Unidos o Japón.

Sin embargo, la situación pandémica actual ha obligado a una migración masiva al teletrabajo. Pero, ¿estamos preparados para soportar todo lo que supone esta migración?

En condiciones normales se valoran dos aspectos fundamentales antes de mandar a un empleado a su casa a trabajar:

  • Las necesidades de la empresa: qué es lo que la empresa va a requerir de ese empleado.
  • Las necesidades del empleado: qué es lo que el empleado va a requerir para responder a lo que se le pide.

Pero las condiciones que se han dado últimamente son de todo, menos normales. El mismo día en que se declaró el estado de alarma, los ordenadores se agotaron en los comercios por la demanda repentina de todas las empresas queriendo enviar sus trabajadores a casa. Esto da una idea de la precipitación con que ocurrió todo.

Algunas de las consecuencias resultantes son:

  • Los trabajadores se han enviado a casa sin ningún estudio previo de viabilidad ni de requisitos. Se han establecido las mismas condiciones para un trabajador que sólo usa programas de ofimática que para otro que se conecta a bases de datos en el servidor y mueve gran volumen de datos por la red. El resultado no es sólo que el segundo trabajador experimente problemas, sino que, al ocupar gran ancho de banda, ralentiza también la conexión del primer trabajador (y del resto de la empresa). En estos casos, los ajustes se han ido haciendo sobre la marcha.
  • Las empresas no han podido adaptar sus estructuras de red al repentino aumento de tráfico que ha supuesto el teletrabajo. La conexión a Internet es el principal punto de atasco, ya que es por donde se conectan todos los teletrabajadores.
  • Las operadoras de telefonía han registrado picos históricos de voz y datos. Niegan el desbordamiento, pero reconocen picos de saturación y la necesidad de adaptar estructuras a todos los niveles.
  • Los usuarios, en sus hogares, siguen con las conexiones que tenían antes de que esto empezase, conexiones que en la mayoría de los casos sólo estaban pensadas para un uso doméstico.
  • La conexión doméstica suele ser compartida con otros familiares que también trabajan, además de dispositivos móviles, consolas de videojuegos… Esto reduce todavía más el ancho de banda.
  • Para muchos empleados no se pudo conseguir un ordenador de empresa. Estas personas trabajan con sus equipos domésticos, en ocasiones muy antiguos y con una seguridad poco adecuada para una empresa.

Todo esto, por supuesto, genera problemas: “esto va lentísimo”, “se me corta la VPN cada dos por tres”, “no puedo abrir determinado programa” …

Desde Cordero y Asociados estamos haciendo todo lo posible por facilitar el teletrabajo para las empresas y organizaciones. Con más de 30 años de experiencia en el sector, disponemos de los recursos necesarios para enfrentar todas las situaciones. Para empezar, pueden encontrar algunos consejos útiles aquí. Y si desean contactar con nosotros para que les ayudemos, pueden hacerlo aquí.

Esperamos y deseamos que, en breve, el teletrabajo se implante por sus beneficios para las empresas y sus empleados, y no obligado por esta fatídica situación.