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Suena el despertador, el café recién hecho espera en la cocina. El armario nos elige el outfit más adecuado -según la previsión del tiempo de ese mismo día- y la cama se hace por sí sola. Teniendo en cuenta los esfuerzos que las empresas realizan actualmente por conectar nuestros hogares, las anteriores líneas no parecen un escenario tan descabellado. Es más, según las previsiones, el número de dispositivos conectados llegará a más de 26.000 millones en 2020.

El reto: interconectar más dispositivos de forma segura

Existen más de 150 plataformas de IoT o Internet de las cosas, es decir, sistemas que a través de una red de redes conectan una gran multitud de objetos o dispositivos entre sí. Aunque la presencia de plataformas es elevada, los diversos productos no son capaces de trabajar de forma coordinada y por ello, ninguna destaca como líder,lo que hace que la experiencia de usuario sea muy limitada. Por estas razones, el reto de hoy está en conseguir ofrecer al cliente la total conexión de su casa, aquel que lo logre se erigirá como árbitro e intermediario de todas las transacciones entre cliente y producto, y los demás actores del sector perderán la oportunidad de obtener datos directamente de la fuente.

En una sociedad en la que las empresas codician cada vez más los datos sobre el consumidor -sus preferencias, su grado de satisfacción y su comportamiento- la relación directa con el cliente es vital.

Un mercado tecnológico en pleno cambio

Los sistemas domóticos –aquellos capaces de automatizar la vivienda- son cada vez más populares, ya que permiten un aumento de la comodidad y ahorro de energía a través de la gestión inteligente y proporcionando, a su vez, una mayor seguridad en el hogar.

Tanto los gigantes tecnológicos como las empresas de telecomunicaciones, las eléctricas y hasta los fabricantes de electrodomésticos han empezado a moverse para desarrollar sus propios sistemas. Por un lado, pierden relevancia los servicios y productos tradicionales que sujetan sus cuentas de resultados actuales, y por otro hacen frente a nuevos competidores que entienden mejor al cliente, tienen su confianza y saben monetizar la relación con modelos de negocio diferentes. Se enfrentan a regulaciones antiguas que no son capaces de responder a los nuevos comportamientos de los clientes, ni a las amenazas de estos nuevos competidores.

Una posición privilegiada

Las teleoperadoras y las eléctricas parten de una posición privilegiada, puesto que ya se encuentran dentro de nuestros hogares y pueden obtener datos sobre nuestros hábitos de forma rápida y sencilla. Si llegasen a ser capaces de optimizar la información de sus clientes, de la que actualmente disponen, para aportarle valor, tendrán un importante espacio ganado en el sector. Esta relación directa con el cliente supone una ventaja competitiva clave para convertirse en líder en la lucha por la interconexión en nuestras casas. Son conscientes de que el modelo tradicional de su sector está llegando a su fin debido a la amenaza que supone la aparición de los grandes players digitales, que vienen a ocupar su puesto en el hogar, pero también ven el potencial del negocio de las ‘casas conectadas’.

El control tecnológico de nuestros hogares es un ámbito en constante evolución y con muchísimo potencial por explotar, pero que todavía debe dar un salto cuantitativo importante para desarrollar una plataforma que gestione aspectos claves que preocupan a los usuarios, como la seguridad -fundamental para recoger datos tan íntimos- y la interrelación de los dispositivos, sin la cual, su crecimiento es limitado. Aquel que lo consiga se convertirá en el líder de un sector que será la próxima gran revolución de los datos, ya que tendrá acceso a nuestra intimidad dentro del hogar, con la promesa de una vida más fácil.

Dispositivos punteros, un plus para nuestra comodidad

Actualmente ya existen conexiones entre dispositivos que van dando sus primeros pasos como podrían ser:

  • Cafetera conectada que nos prepara el café cuando detecta que nos levantamos
  • Camas que se hace solas o que nos ayudan a mejorar nuestra calidad del sueño
  • Estores, toldos, persianas y sistema de riego que detectan el clima y actúan en consecuencia
  • Espejos o cámaras que nos ayudan en nuestra forma de vestir (Echo Look)
  • Neveras que realizan pedidos, nos avisan de productos caducados o tienen cámaras para ver su interior
  • Ropa conectada que nos permite gestionar nuestro Smartphone o medir nuestras constantes vitales.
  • Alarmas que detectan los rostros de los dueños o incluso incluidos en Robots de limpieza.
  • Baño inteligente de Google que vigilaría el estado de nuestra salud, por medio de cámaras, análisis de heces, o ultrasonidos.

Artículo redactado a partir de la colaboración del socio Pablo González y el director Diego González de Cecilia de Deloitte Digital, que se publicó en un reportaje de la revista Cambio 16 "¿Quién controlará la tecnología de nuestros hogares?”