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El pasado es sólo una historia que te cuentas a ti mismo. Tú no eres tu pasado. No eres esa historia. Lo fuiste, pero no ahora.

Eres lo que eres en este preciso instante. Y dentro de otro instante podrás ser lo que elijas y consigas ser. Eres libre, completamente libre, para llegar a ser lo que te propongas y logres. Tienes una enorme capacidad de poder; sólo necesitas elegir usarla, y cada vez que la uses serás una persona diferente.

Tu pasado es la parte del libro que ya has escrito. Tu futuro es la otra parte que aún permanece en blanco y que escribes justo después de este preciso instante. Elige con cuidado cómo te gustaría que fuera, y con presteza escribe el primer renglón. Observa cómo cuando terminas de escribirlo ya es pasado.

Porque el tiempo no existe. Simplemente es un constructo inventado por el ser humano, útil para ordenar la secuencia de los sucesos y así establecer los que ya sucedieron (pasado) y los que esperas o deseas que sucedan (futuro). El pasado ya no es, como tampoco lo es el futuro. Tu vida sólo tiene lugar en la fugacidad del instante presente. Un segundo después se convierte en pasado, ya no es, y dentro de un segundo será el futuro, pero aún no es.

Observa cómo todas las acciones que realizas siempre tienen lugar en el instante presente. Cuando piensas lo que vas a hacer en el futuro también lo haces en el instante presente. Análogamente, cuando recuerdas lo que hiciste en el pasado también lo haces en el presente.

Tu vida (ser) sólo tiene lugar en el momento presente, que es fugaz.

El pasado no es tu vida, fue tu vida. El futuro no es tu vida, tal vez lo sea, pero no lo puedes saber. Cada vez que usas tu presente para recordar el pasado o imaginar el futuro estás perdiendo tu vida, porque no vives el momento presente, que es lo único que existe. Tu mente vaga a lo que ya no es y a lo que podría ser, y se pierde lo único que existe,lo que es, el ahora, la vida.

No pretendo sugerir que no dediques parte de tu vida a planificar o imaginar lo que quieres hacer. Tampoco pretendo que no revises tus acciones pasadas para aprender de ellas o simplemente para disfrutar con recuerdos bellos. Lo que sí pretendo es que seas consciente del coste de esos viajes. El precio es dejar de vivir, o sea, de experimentar el instante presente, que no es recuperable. Así que valora y paga los viajes al pasado y futuro que elijas.

Habrás escuchado a otros, o a ti mismo, decir lo rápido que ha pasado el día, el mes o el año, posiblemente con un tono que denota pérdida. Aprovecha el momento para reflexionar acerca de la cantidad de vida que has perdido vagando al pasado y al futuro. Si llegas a la conclusión de que estás siendo una persona que invierte una gran parte de su vida en no vivirla, porque estás muy atareado en visitar lo que ya no es o lo que podría ser, resuelve vivir más. Sólo necesitas elegir permanecer en el instante presente.

Es muy simple, aunque muy difícil al principio. Observa -sin juzgar- tu entorno y a ti mismo. Date el permiso de ser. Si estás realizando una acción, incluso las que no requieren de tu consciencia como por ejemplo limpiarte los dientes, céntrate en esa acción notando el roce de las cerdas con tus dientes y encías, el frescor y sabor del dentífrico, su olor, los desplazamientos de la lengua conforme exploras los rincones más recónditos, el propósito de cuidar tu salud. Ama el cuidado que te procuras. Elige descubrir hoy en qué consiste limpiarte los dientes, posiblemente lo que sentiste la primera vez que lo hiciste en tu infancia y que ya no puedes recordar.

Vive cada una de las acciones que realizas durante la jornada. Tanto las rutinarias como las singulares. Obsérvalas con tu mirada más inocente, como si fuera la primera vez que las realizas, porque en realidad así es. Aunque las hayas repetido mil veces, cada ocasión es diferente si te fijas bien. Para empezar, tú, el observador, no eres el mismo que antes o que ayer.

Sólo puedes vivir la vida si estás presente en el momento. Estás presente cuando tu mente (pensamiento), tu sentir (emoción) y tu cuerpo (lo que haces, sea lo que sea) coinciden en el momento.

Observa cómo esa conjunción apenas ocurre durante tu jornada.

Si practicas progresivamente estar presente, tal vez percibas que el día, mes o año han pasado más despacio. Tal vez empieces a conocerte más. Tal vez comiences a sentirte más a gusto contigo. Tal vez empieces a notar una paz mayor. Tal vez sientas mayor felicidad. Tal vez te ames más. Y tal vez empieces a atraer más.

Si así fuere reflexiona si es porque has vivido más.

Observa que existen dos momentos cada día en los que no puedes hacer nada. Uno se llama antes y el otro después. Por lo tanto, ahora es el momento oportuno para hacer y amar. Puedes llamarlo vivir.

Jaime Bacás, socio de Atesora Group e International Mentoring School.

Fuente: Atesora Group

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