Nunca han dejado de hacerlo, es una realidad. Cambian, las relaciones, las preferencias generacionales en el trabajo. Cambia el mercado y cambia el cliente. Y cambian las organizaciones.
Pero, ¿qué es el cambio? El cambio es la transición de un estado a otro. No se planifica, solo sucede. Es inesperado, puede ocurrir en cualquier momento, y altera las estructuras sociales.
A través de nuestra experiencia en organizaciones, tres son los factores más relevantes que han motivado el cambio organizacional en el que estamos inmersos:
Es por lo tanto algo natural, inmerso en la dinámica vital y social, pero si no disponemos de mentalidad de cambio, de preverlo y de gestionarlo, contiene unas características que lo hacen potencialmente peligroso en una organización.
En este entorno es inevitable que las organizaciones preparen y dispongan de líderes con cualidades en la gestión del cambio. Que inspiren y motiven. Porque no olvidemos que la inspiración es la que marca la guía y el camino a las personas de la organización.
Si el líder no transmite control y seguridad sobre el cambio, y voluntad de llevarlo a cabo, las personas no lo aceptarán.
El cambio produce un efecto emocional sobre las personas, e inevitablemente afecta de forma negativa si se percibe improvisación o falta de control sobre el mismo, provocando:
Ante un proceso de cambio surgen dos movimientos: Un movimiento a favor, de apoyo, el de las fuerzas que empujan el cambio por necesidad o por imposibilidad de resistencia. Y un movimiento contrario, el de las personas afectadas, que genera una resistencia tanto personal como colectiva.
Por ello, ante una situación de cambio, tanto si es sobrevenido como planificado, debemos liderar el proceso para enfrentar y minimizar la resistencia, a través de:
Bauman ya mencionó los tiempos líquidos, que cambian y a los que debemos adaptarnos como el líquido a su envase. Y para ello debemos forjar el liderazgo líquido; flexible, adaptable, con el cambio inmerso en su propio ADN. Un liderazgo que aprovecha la dinámica de los equipos de trabajo y forja una visión compartida, viva y en constante cambio.
Ahora debemos reflexionar. ¿A qué cambios a se enfrenta nuestra organización? ¿Y nuestros equipos? ¿Estamos preparados para vivir esta nueva era?