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El Hábito se mostraba señorial, elegante, cómodo, rígido, satisfecho consigo mismo, acostumbrado a sus rutinas, sin muchas preocupaciones que le despertaran por la noche. Todo estaba bajo su control, y ninguna de las cosas de su alrededor le podían interferir en su día a día pues todo lo tenía en un alto porcentaje controlado.

El Cerebro, compañero inseparable, le mostraba las bondades de vivir así, pues este tenía el mismo pensamiento y emociones que Hábito y también se hacía las mismas preguntas; ¿para qué cambiar? Ambos formaban la pareja ideal para que todo trascurriera de una forma ordenada, correcta, con un solo hilo conductor. Pues era normal, Cerebro su eterno amigo también era cómodo y cuanto menos esfuerzo realizaba mejor se sentía, considera que el gasto de energía era innecesaria y así creaba una serie de “macros”, a modo de programas establecidos que le permitían consumir menos energía día a día.

Un día como otro cualquiera, ambos como todas las mañana se disponían a tomar el café de las 11, como todos los días, cuando en el mismo espacio de la cafetería se encontraron con Cambio. No era habitual encontrar a Cambio en ese horario por ahí, bueno, en realidad no se sabía dónde andaba pues muy a menudo estaba haciendo cosas diferente.

Cambio aprovechando la ocasión les comentó que quería tener una reunión con ellos para el lanzamiento de un nuevo proyecto al mercado y que contaba con ellos. La empresa necesitaba cambiar y adaptarse a los nuevos tiempos, a la digitalización, pues estaban en un mercado muy convulso y con alta incertidumbre, y debían ser proactivos y adelantarse a los competidores con este nuevo proyecto.

Cambio necesitaba a Hábito y Cerebro para esta nueva andadura. Mientras Cambio les contaba con pasión los nuevos tiempos, Hábito y Cerebro no paraban de sudar. Pero todo estaba en marcha, debían afrontar ese reto y así lo hicieron. Cosas nuevas, posibilidades de errar, miedo, incertidumbre, etc., es lo que pensaban en realidad.

Pero, ¿cómo transcurrió la historia? Esto depende únicamente de ti, de tu actitud y de ver los cambios como una oportunidad. Así que es tu turno de escribir el final de la historia.

Jose Enrique García, Director General de Equipo Humano.