Consultoría & Consultores

En 1973 Bob Dylan publica una maravillosa canción, cuyo título he tomado prestado como expresión de mi reconocimiento y agradecimiento por su contribución a una parte de lo que soy y amo.

Durante las minivacaciones de la semana pasada he aprovechado para escuchar algunas decenas de sus primeras canciones, evocando la fascinación que me produce ese estilo tan característico de rasgar la guitarra, tocar la armónica y denunciar la falta de derechos civiles o trovar sus vivencias de vagabundo por el Medio Oeste de su país.

Los que le habéis escuchado sabéis que no es fácil entenderle, así que acompañé la audición con la lectura de sus letras en un libro que las recoge y comenta, porque Bob utiliza muchos términos de slang y metáforas para describir las personas y situaciones que conforman el contexto social y político que describe o denuncia.

Dedicar unas cuantas horas a escuchar y comprender sus canciones me sirvió para realizar una reflexión sobre la intensa presencia que experimenté en esos momentos y días.

Llamando a la puerta del… presente

Posiblemente sepas que, aproximadamente, el 90% de tus horas de vigilia las empleas reaccionando a las experiencias pasadas o preocupándote por las expectativas futuras.

Dicho de forma más cruda y clara: vives el 90% de tu vida en el pasado y en el futuro. Dos momentos de tu vida sobre los que no posees ningún control.

¿Existe alguna relación entre tu capacidad de vivir el momento presente y tu productividad?

Sin duda es conveniente dedicar algunos momentos de tu vida a reflexionar sobre determinadas experiencias pasadas para sacar algunas conclusiones y aprendizajes y, también, planificar tus metas futuras. El problema es que le dediques un 90% de tu tiempo.

Vivir el momento presente significa enfocarte en una sola acción, sea ésta una idea, asunto o persona, despreocupándote del pasado o futuro relacionado con esa acción.

Conseguir la presencia completa requiere bastante práctica, esfuerzo, foco y voluntad para ser capaz de excluir todo lo que no es relevante con la acción en la que estás involucrado. Esto es especialmente difícil cuando hablas con alguien.

Los coaches nos entrenamos en esta habilidad porque la necesitamos para nuestra actividad de coaching. Cuando no conseguimos estar presentes con nuestro coachee no podemos acompañarle.

De forma similar, un jefe que pretende hacer coaching con su colaborador no podrá hacerlo cuando no consigue estar presente.

Cuando aprendes a dominar el momento la calidad de tu comunicación se incrementa de forma notable.

Cuando vives, respondes y piensas en el momento presente eres muy productivo. Recuerda que lo único que genera un resultado es la acción, y ésta solamente tiene lugar en el presente.

Y cuando la puerta del presente se abre… aparece la escucha activa.

Es posible que estés harto de oír la enorme importancia que tiene la escucha en tu comunicación, es decir, en la cuenta de resultados de tu empresa.

Es posible, también, que hayas recibido alguna formación y entrenamiento para desarrollar esta habilidad.
Y es posible, bastante posible, que no hayas alcanzado el nivel de maestría que se requiere para dominar la que, muy posiblemente, sea la habilidad nº1 para una gran parte de las personas y, desde luego, para todos los jefes.

Muchas personas no consiguen progresar en esta habilidad porque no han desarrollado, suficientemente, su habilidad de estar presente.

No estás presente cuando haces coaching con un colaborador y te mantienes – por ejemplo – apegado a tus objetivos e intereses. Necesitas liberarte de ellos para permitir el descubrimiento de nuevas oportunidades y soluciones, que de la otra forma no aparecerán porque estás forzando el éxito de tus propios intereses.

Necesitas elegir si quieres ser un jefe que pretende convencer a tus empleados de lo que tienen que hacer o un recurso cuya función principal es desarrollar a tus colaboradores para que incrementen, continuamente, su rendimiento y, así, alcancen sus metas.

Elegir el segundo modelo no significa, como algunos creen, renunciar a tu “autoridad” o al caos de que “cada uno haga lo que quiera”.

Sí significa renunciar a la autoridad que proviene de lo que indica tu tarjeta de visita para sustituirla por la autoridad moral de liderar con tu ejemplo y transformarte en un experto desarrollador del talento de tus colaboradores.

Significa aceptar que existen muchas formas de alcanzar una meta y que – “casualmente” – cada individuo tiene preferencias únicas que le permiten ese logro de una forma más eficiente.

Significa un cambio de paradigma profundo y mucha valentía para aceptar el desafío que supone salir de tu zona de confort de jefe para arriesgarte a transformarte en un jefe-coach, es decir, en un recurso para el desarrollo de tus colaboradores.

Pocas personas están dispuestas a dar este paso. Es mucho más cómodo y seguro ordenar y controlar, usando el modelo convencional – y tan poco eficiente – del palo y la zanahoria.

Sin embargo, no olvides que quedarte en tu zona de confort significa quedarte – también – con los resultados que ya has conseguido y renunciar a los resultados extra-ordinarios que promete un equipo de personas en continuo desarrollo, creatividad y autonomía.

“El pasado no puede sobrevivir en tu presencia; solo puede sobrevivir en tu ausencia.” – Eckhart Tolle.

(Artículo publicado en la Revista Talento Nov-Dic).

Jaime Bacás, socio de Atesora Group.

Fuente: Atesora Group

Source