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Estamos inmersos en una realidad de "cambio" ... nuestra sociedad actual tiene como una de sus señas de identidad el "cambio"... el avance de las tecnologías, la globalización de los mercados, la evolución de los perfiles de las nuevas generaciones, ... todos son elementos que contribuyen a esta atmosfera de cambio permanente y los lideres deben estar preparados para los cambios de modelo de negocio que esta situación demanda. Se necesita saber cómo idear nuevos caminos y estrategias y ponerlas en marcha sin caer en la ineficiencia o en los riesgos exagerados.

En este entorno hay una máxima que el líder necesita tener muy presente: concentrar su energía y esfuerzos en aquello que realmente puede cambiar, pero no en nada que esté fuera de su control.  Lo que quiero decir es que probablemente haya circunstancias y acontecimientos que no es probable que cambien por mucho empeño que pongamos en ello y si dedicamos recursos y esfuerzos a este segundo tipo de cosas lo más probable es que generemos frustración, desgaste y mucha falta de confianza por parte de terceras personas.

No se puede hacer que una tortuga camine deprisa... pero a veces nos empeñamos en ello... Creemos que, como líderes, necesitamos tomar decisiones impetuosas y arriesgadas pero...¿estaremos luego dispuestos a admitir la realidad de una situación que no podemos cambiar?...

Un auténtico líder tiene la sabiduría para discenir que situaciones o acontecimientos están bajo su control (o mejor dicho, pueden ser gestionados) y cuáles no. Hay una lista de situaciones que si pueden ser controladas, entre ellas:

- la definición de objetivos y prioridades de la organización o departamento

- la elección de colaboradores (socios, personas en puestos clave de dirección, nuevas incorporaciones, etc...)

- la ubicación de las diferentes unidades de negocio

- la política de atención al cliente

- la estrategia de marketing corporativo....  En definitiva...todo lo que pueda relacionarse con la Cultura Organizacional.

Sin embargo hay otros eventos o circunstancias que no pueden ser controlados:  lo que hará la competencia; las políticas de los Gobiernos o de la UE, las subidas o bajadas de los mercados, los cambios políticos, ... Asignar recursos a este tipo de elementos solo puede proporcionar desgaste y perdida de energías.

Un líder necesita transmitir confianza, entrega, energía, valentía.... Y es por ello que si tomamos decisiones arriesgadas que escapan a nuestro control tenemos también la responsabilidad de admitir el fracaso y , por supuesto, aprender de ellos... Lejos de que esta actitud vaya en detrimento de su liderazgo, en realidad, es percibida por sus colaboradores como una señal de honestidad que aumenta el respeto hacia el lider y da señales de su madurez. En cualquier caso, y si no nos sentimos cómodos con esta vulnerabilidad, la alternativa es simple: aprendamos a descartar proyectos condenados al fracaso.

Me gustaría terminar esta reflexión con una cita de Charles Handy (autor y filósofo irlandés, especializado en comportamiento organizacional y management)

El cambio es sólo otra palabra para decir crecimiento, otro sinónimo de aprendizaje.

Por esta razón, y como líderes de este nuevo siglo, lo mejor que podemos hacer es seguir la recomendación de Anthony J. d’Angelo, y convertirnos en "estudiantes del cambio porque éste es lo único que permanecerá constante".

Begoña Pabón