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Aún recuerdo aquellos días a principios de la segunda década del siglo XXI cuando recién sumidos en el despertar de la Edad Digital, las Smart Cities, el Big Data y el Internet of Things estaban en boca de todo el mundo en las ponencias y artículos de revistas tecnológicas.

En aquella época, las ciudades todavía no habían ni tan siquiera empezado a tomar la dimensión que actualmente tienen, todavía no eran como hoy dignas sucesoras de lo que antaño habían representado imperios y naciones para la identidad de los individuos de nuestra sociedad.

Hoy las ciudades digitales compiten entre sí para atraer a los ciudadanos, son una marca que representa un status social que va mucho más allá del antiguo concepto que se asociaba a las mismas a principios del siglo XXI cuando los rankings de Smart Cities no tenían apenas repercusión económica, de diferenciación o de reconocimiento de marca.

Esta marca, como no podía ser de otra manera, tampoco pasa desapercibida a los turistas, que no se conforman como lo hacía el clásico consumidor de experiencias únicas de la Edad Contemporánea y esperan formar parte aunque sólo sea por unos días de la ciudadanía digital como si fueran un ciudadano más pudiendo disfrutar de los servicios, ventajas y nivel de vida que sólo pueden disfrutarse en la Ciudad Digital.

Hoy en día nuestras ciudades digitales disponen de las plataformas tecnológicas más avanzadas para poder conectar todo con todo: personas, edificios, servicios, energía, actividades, medioambiente, movilidad y un largo etcétera de conceptos que poco a poco se han ido incorporando a estas plataformas tecnológicas para dar forma al concepto de la nueva ciudad digital.

El modelo de negocio de la Metrópolis Digital ( ver esquema ampliado )

La propuesta de valor de la Metrópolis Digital, nunca había sido tan clara, convertirse en el mejor lugar para habitar, buscando para conseguirlo sobresalir en diferentes ámbitos: modelo de gobierno, planificación urbana, tecnologías, proyección mundial, movilidad y transporte, economía y cohesión ciudadana. La excelencia en cada uno de estos ámbitos está determinada por los diferentes factores claves relevantes en cada caso y el conocimiento, monitorización y mejora de los mismos es imprescindible para ser una Metrópolis Digital de referencia.

Las plataformas tecnológicas y las aplicaciones definidas sobre las mismas son hoy en día el recurso clave más importante para la atracción y retención del ciudadano digital. Por lo que a las actividades clave respecta, todo lo relacionado con el nivel de servicio y de vida ofrecido a la ciudadanía entendida en un amplio sentido ha pasado a ser fundamental.

Los lapsos de tiempo entre los eventos y las acciones que se desencadenan a partir de los mismos y que impactan en los ciudadanos, prácticamente han desaparecido, la reducción de la intervención humana y los parámetros preestablecidos que no se adaptaban a las situaciones reales ha permitido ajustar de manera drástica los costes de prestación de los servicios garantizando de forma colateral la sostenibilidad energética y medioambiental.

Los canales de acercamiento al ciudadano para la prestación de servicios y oferta de productos se han diversificado siguiendo la tendencia que los retailers marcaban en la primera década del 2000: una experiencia única e independiente del canal de conexión del ciudadano con la ciudad digital, no importa que vivamos la experiencia o hagamos uso de los servicios en persona, desde el teléfono, por internet, por televisión o de cualquier otra manera; siempre obtenemos el valor que esperamos que nos aporte formar parte de esta ciudadanía digital.

Los principales aliados de la ciudad digital son sin duda los colaboradores tecnológicos, las universidades y sus grupos de investigación, las instituciones innovadoras y el consejo de ciudadanos digitales cuya elección dista mucho de las clásicas votaciones para elegir a los candidatos que se presentaban hace décadas. Las propuestas de proyectos para la digitalización, su aprobación, ejecución y adopción exitosa además de la participación activa han pasado a ser la manera de reconocer a los líderes digitales entre la ciudadanía.

En cuanto a los ingresos, la recaudación impositiva al ciudadano quedó obsoleta tan pronto como los ingresos por los servicios prestados por los colaboradores tecnológicos establecidos en las ciudades digitales llegaron a niveles que permitían basar la recaudación únicamente en los royalties que estos colaboradores ofrecían a cambio de la prestación de sus servicios.

Y así son las ciudades de la era digital, atractivas, sostenibles, conectadas.

Victor Agramunt
Responsable soluciones Business Intelligence en Seidor
Ingeniero Superior Telecomunicaciones por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de Barcelona. Desde 1996 ha desarrollado en Seidor Consulting su carrera profesional, actualmente es el responsable de la unidad de negocio de Business Intelligence con un equipo a su cargo de 25 consultores y unos 100 clientes activos. También es miembro activo del SAP EMEA Partner Analytics Advisory Council desde 2011.