Una cuestión básica que conviene recordar de vez en cuando es que el fin último de una empresa u organización es conseguir unos resultados.
Las personas, como parte de esta organización, tenemos un papel fundamental en ello a través de la aportación de nuestro trabajo.
Lógicamente, ésta no será igual para todos los puestos y funciones.
El nivel de aportación a los objetivos de una dirección comercial no es el mismo que el del departamento técnico, por ejemplo, si bien es cierto que se necesitan ambas funciones para que la organización sea funcional.
Por tanto, ¿cómo cuantificamos esta aportación de forma objetiva y justa? ¿Cuáles son los criterios que la definen? En este contexto entra en juego una buena valoración de los puestos de trabajo que existen en una empresa.
La valoración de puestos de trabajo es un proceso analítico cuya meta consiste en determinar el peso de cada puesto dentro de una organización según unos criterios objetivos. Para ello, se analiza la información del puesto de trabajo -conforme a lo reflejado en las descripciones del puesto en función de su aportación y en el plano en el que actúa (estratégico, táctico u operativo).
Como resultado, se obtiene un orden jerárquico de los puestos dentro de la empresa que permite compararlos y clasificarlos de acuerdo con su relevancia en el contexto organizativo.
Con todo, conviene matizar que esta medición establece un marco temporal concreto que depende del contexto organizativo del puesto, por lo que es importante actualizar la valoración siempre que se produzcan cambios estructurales. Es importante señalar, por otro lado, que se recoge la responsabilidad funcional del puesto y no las características personales y capacidades del ocupante.
Los sistemas de valoración de puestos se pueden clasificar bajo cuatro esquemas genéricos, que dependerán del método que se utilice para clasificar la importancia relativa de los puestos dentro de la organización.
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