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No hay nadie en el mundo al que le gusten los coches de choque más que a mí. Una experiencia perfecta donde acelerar a trompicones, la inexistencia de reglas y poder apretar el acelerador y el freno a la vez. Pero conducir de verdad tiene muy poco que ver y cuando vas por primera vez a la autoescuela es cuando te das cuenta.

Conducir un coche es parecido a la gestión de un negocio puesto que requiriere visión, pericia, experiencia y dominio de la situación. De la misma manera, conducir un coche (uno de verdad, no uno de choque) requiere entrenamiento, atención y experiencia. Parámetros parecidos. Pero aun siendo conductores o gestores expertos, son muchas las ocasiones en las que observamos negocios que desarrollan estrategias o iniciativas en las que el acelerador esta apretado y el otro pie sigue en el freno, generalmente sin ser conscientes.

De ahí que abogo por que en el desarrollo de estrategias nos acordemos de la época en la que íbamos a la autoescuela, y del dichoso “cinturón, espejos, embrague, punto muerto, arranque, indicador, espejos, primera y adelante”; ¿Y por qué me acuerdo de esto?, porque en definitiva, todo es una lista de palancas a revisar antes de echar a andar. Y como expuse en el post anterior, ‘’de palancas va la cosa’’.

De la misma manera que en un coche existe una “check list” a tener en cuenta antes de echar a andar, también existen en los diferentes negocios y organizaciones. En KPMG identificamos nueve palancas que son comunes a los negocios y que reaparecen siempre. Esto es lo que llamamos las 9 Palancas de Valor, de las que entraré en detalle en la siguiente publicación.

Si bien es verdad que existen distintos tipos de coches (automáticos o manuales, potentes o ahorradores, deportivos o 4×4, etc.), también hay negocios con diferentes características y tipologías, y en consecuencia, las palancas no siempre serán las mismas pero en realidad son muy similares. Lo que de verdad cambia es su importancia e impacto en la ejecución.

Una furgoneta de reparto no tiene nada que ver con un Formula 1, pero tienen muchos elementos en común, desde el espejo retrovisor hasta el tubo de escape, la diferencia está en el diseño y relativa importancia. En un negocio pasa lo mismo, a primera vista un restaurante tiene poco que ver con un banco, pero también tiene muchos elementos en común como la localización, la importancia de la experiencia del cliente, la gestión de personal, etc.

El tema específico de cuáles son las nueve palancas, lo trataremos en la siguiente entrega. Por ahora, os dejo con esta reflexión. En la autoescuela aprendimos lo del “cinturón, espejos, embrague, punto muerto, arranque, indicador, espejos, primera y adelante”. Más o menos, esto lo seguimos aplicando cada vez que nos montamos en el coche y conducimos. Pero, ¿existe algo parecido cuando desarrollamos estrategias?

P.S: A mí siempre se me olvidaba poner el intermitente.

Eduardo Junco, es director de Deal Strategy de KPMG en España