Es indudable, tal y como estamos presenciando desde el pasado año, que la inteligencia artificial (IA) se está consolidando como un factor crítico para la innovación y el crecimiento empresarial. Su incidencia en la reconfiguración de los paradigmas operativos y estratégicos ya es palpable en diversas industrias.
Según el McKinsey Global Institute, se estima que la IA podría aportar hasta 13 mil millones de dólares al valor económico global para 2030, lo que representa un incremento anual del PIB global aproximadamente del 1,2%. Esta proyección pone de manifiesto la importancia crítica de integrar habilidades en IA dentro de las estructuras corporativas, no solo para impulsar la innovación, sino también para mantener la competitividad en un mercado en constante cambio.
Sin embargo, la adopción de la IA en el ámbito empresarial trae consigo desafíos significativos, especialmente en la alineación del capital humano con las nuevas competencias tecnológicas. De hecho, un informe de Gartner indica que para 2025, la escasez de talento interno será el principal obstáculo para la adopción efectiva de la IA en el 75% de las empresas. Este contexto subraya la urgencia de desarrollar programas de formación en IA adaptados a diversos roles profesionales, con el objetivo de maximizar la sinergia entre la tecnología de IA y las operaciones empresariales.
Continuando con la premisa anterior, otro informe de McKinsey Global Institute aporta más datos interesantes sobre la capacidad de la Inteligencia Artificial para impactar en la cadena de valor de las organizaciones. Según el documento, la IA podría generar entre 3,5 y 5,8 millones anuales en nueve sectores, evidenciando su impacto significativo en áreas como la automatización de procesos y el análisis de datos.
Por otra parte, la IA también está redefiniendo la personalización de la experiencia del cliente mediante algoritmos de aprendizaje profundo, con empresas observando un aumento de ingresos del 6-10% debido a la personalización basada en IA, según Boston Consulting Group. Esta transformación implica una evolución no solo en la tecnología, sino también en la habilidad de las empresas para adaptar sus estrategias y capacidades laborales a las demandas de la IA.
Como es evidente, la implementación de tecnologías de inteligencia artificial (IA) en los diferentes sectores y áreas está catalizando transformaciones significativas, optimizando procesos y mejorando la eficiencia operativa:
En este contexto, la integración efectiva de la inteligencia artificial (IA) en las operaciones empresariales requiere una fuerza laboral formada, no solo en aspectos técnicos, sino también en la comprensión de las implicaciones estratégicas y operativas de esta tecnología.
En el contexto técnico, la formación debe enfocarse en el desarrollo de competencias en programación, especialmente en lenguajes como Python y R, junto con una sólida comprensión de los algoritmos de aprendizaje automático y procesamiento de datos. Esto es esencial para roles que implican el desarrollo y mantenimiento de soluciones de IA.
Por otro lado, para roles no técnicos, la formación debe incluir una comprensión básica de los principios de la IA, el manejo de herramientas de inteligencia artificial generativa y su aplicación en la toma de decisiones empresariales, así como la capacidad de interpretar resultados y recomendaciones generadas por sistemas de IA.
La formación en IA para Recursos Humanos, por ejemplo, debe abarcar aspectos relacionados con la selección y gestión de talento apto para ambientes tecnológicamente avanzados, mientras que para los directivos, es crucial desarrollar una visión estratégica sobre cómo la IA puede ser un factor de innovación y competitividad en la empresa.
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